INTRODUCCIÓN
Las palabras
He pasado muchos años de mi vida definiendo mi identidad con palabras: palabras que leía, que escribía, que pronunciaba. Pero, al fin y al cabo, palabras que no conocía. Mujer, hombre, transexual, transgénero, trans. Tampoco sé si ahora las conozco mejor, pero sí sé que en la aventura de buscar sus raíces me conozco mejor a mí mismo. Las palabras son importantes: están cargadas de historia y de significados.
Ahora bien, en la lucha contra la violencia, contra las opresiones —sean cuales sean—, las palabras son, en efecto, importantes, pero más lo somos las personas. Las palabras son herramientas para comunicarnos, para pensarnos, para dar sentido a nuestra vida. Aun así, hace falta recordar siempre que nosotros no somos las palabras.
Concretamente, la palabra en torno a la cual gira este libro (y que tanto me obsesiona) es transexualidad. Un concepto apasionante, con una historia llena de conquistas, paradojas, mitos y frustraciones.
En mi opinión, a la vez que apasionante, el concepto de transexualidad es bastante complejo porque en el significante hay condensados diversos significados, valores, ideas, emociones. La misma palabra se interpreta y se utiliza según diversos paradigmas.
Este libro habla de los significados de la transexualidad y de sus implicaciones partiendo del hecho de que detrás de ellos están las trayectorias vitales de tantas y tantas personas que se han identificado con este concepto, personas a quienes la palabra ha dado sentido a su vida, y al revés: personas que con su vida han dado sentido a la palabra.
Transexual, transgénero, travesti. La cuestión trans
En el vocabulario que utilizamos para hablar de las personas que cambiamos de género y/o de sexo, se utilizan generalmente tres términos: transexual, transgénero y travesti. A menudo, se utilizan como sinónimos pero, de hecho, hacen referencia a procesos diferentes.
Antes de adentrarnos en el tema, es importante realizar una pequeña aclaración sobre los términos que utilizaremos y especificar a qué nos referiremos concretamente cuando los utilicemos en este libro. Se trata de una precisión provisional porque a lo largo del texto iremos ampliando, matizando y cuestionando este glosario.
Transvestido —o travesti— hace referencia a aquellas personas que esporádicamente se visten y actúan con los códigos del género opuesto, aunque en su vida social y cotidiana se identifiquen con el género que les fue atribuido al nacer. Este es el primer concepto que la medicina utiliza a principios del siglo XX para hacer referencia a quienes no se identifican completamente con su género asignado, incluyendo a hombres afeminados y a mujeres masculinas.
Transexual es aquella persona que quiere someterse a una reasignación genital y modificar su cuerpo para vivir en el género que siente como propio. Como bien dice la palabra, es una transición en el sexo biológico. Este concepto nace en la década de los cincuenta de la mano de los primeros médicos que intervienen a personas trans para diferenciarlas de las personas que practican el travestismo.
Transgénero hace referencia a aquella persona que vive en el género opuesto al que le asignaron al nacer, pero sin modificar necesariamente su cuerpo. Es un tránsito en el género. Este concepto emerge de los movimientos trans norteamericanos de los años ochenta en oposición a la categoría médica transexual, y a menudo está relacionada con una crítica al sistema binario hombre-mujer.
Estas definiciones básicas tienen que ver con la manera en la que entendemos estas identidades en el contexto español, pero hay que tener en cuenta que varían según el contexto geográfico e histórico. Por ejemplo, cuando en América Latina se habla del movimiento travesti, se está mencionando algo distinto que difícilmente podríamos traducir. Los debates terminológicos sobre las fronteras y los límites de estas palabras son constantes. Incluso, algunas veces, entre las propias personas que viven estas identidades hay conflictos sobre quién tiene derecho a definirse como transexual y quién no. Es, en efecto, una discusión muy compleja.
En el año 1992, el activista norteamericano Leslie Feinberg publicó Transgender Liberation: A Movement Whose Time Has Come, un trabajo en el que proponía utilizar un término más inclusivo para referirse al conjunto de personas que viven en un género diferente al asignado al nacer. Imagina un concepto que pueda representar a la comunidad de personas que viven identidades de género que no son las mayoritarias y socialmente aceptadas, como lo son las identidades de hombre y de mujer (Stryker y Whittle, 2006: 4). Su propuesta es seguida por muchxs investigadorxs norteamericanxs y activistas que empiezan a utilizar transgénero como término paraguas para englobar a todas aquellas identidades de género no normativas, es decir, identidades de personas que no se identifican con el género asignado al nacer.
Posteriormente, durante la década de los noventa, emergen en Estados Unidos los llamados transgender studies, un área de investigación en las ciencias sociales dentro de los estudios de género. En este marco, desde hace años se utiliza el término transgénero en los discursos de los y las activistas, pero también en las instituciones públicas, leyes, etc.
La idea de utilizar un término que englobe esta diversidad de identidad también llega con fuerza a Europa a principios de los dos mil. Actualmente, las principales organizaciones de defensa de derechos del colectivo han incorporado la palabra transgénero; el ejemplo más evidente es el de la federación que agrupa buena parte de los colectivos europeos: TransGender Europe (TGEU). En el contexto español, pero también en Francia o en Portugal entre otros países de habla no inglesa, el término paraguas que se utiliza es trans, en la misma lógica que se utiliza transgénero en el contexto anglófono.
De este modo, trans es el término que utilizaré para referirme a las trayectorias vitales de las personas que viven en un género que no es el que les ha sido asignado al nacer, independientemente de si se han sometido o no a modificaciones corporales.
Hablar de personas trans es una elección hecha a conciencia porque lo que me interesa es la cuestión del odio que genera, la violencia que impacta contra estas personas: la transfobia. Y esta no entiende de límites ni de fronteras terminológicas.
¿De qué hablaremos?
Históricamente, la transexualidad ha despertado un gran interés en el campo de las ciencias de la salud —y en el de las ciencias sociales— entorno a sus causas, sus motivos y porqués. Durante mucho tiempo, y todavía ahora, hemos presenciado la emergencia de teorías que casi de manera obsesiva buscan la forma de explicar por qué las personas trans existimos. Hasta el día de hoy, aún no se ha obtenido ninguna respuesta científica inequívoca que explique la causa, aunque prosiguen las investigaciones para encontrarla.
¿Pero qué pasaría si girásemos el periscopio y nos preguntásemos cuáles son las causas de la transfobia? ¿Cómo y por qué existe la violencia —estructural, simbólica, física, verbal, psicológica, etc.— hacia las personas que viven identidades de género que rehúyen el binomio hombre-mujer? ¿Y hasta qué punto esta violencia no se ejerce hacia la sociedad en general para que no se desmonte este modelo?
Si invirtiésemos una décima parte de lo que invertimos en estas investigaciones científicas en buscar las causas de la transfobia, seguramente ya las habríamos encontrado y quién sabe si habríamos conseguido disminuirla. Con la misma obsesión que algunxs intentan dar sentido a nuestras trayectorias trans, otrxs nos ocupamos del funcionamiento de la transfobia.
En este libro de formato breve no se realiza un trabajo exhaustivo sobre la cuestión, pero sí que se plantean algunos argumentos en torno a los orígenes y los mecanismos de funcionamiento de esta discriminación y, sobre todo, se analiza cómo en nuestra sociedad la fomentamos constantemente.
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