VENTANAS HACIA LA EMPATÍA
Ignacio Elpidio Domínguez Ruiz
Doctor en Antropología por la Universidad Autónoma de Madrid, investiga la intersección entre los estudios turísticos, urbanos y de la diversidad sexual y de género. Es autor de Bifobia: etnografía de la bisexualidad en el activismo LGTB y de Cuando muera Chueca: origen, evolución y final(es) de los espacios LGTBI.
La antropología, como otras disciplinas académicas, tiene una merecida fama de hermetismo gracias a su combinación de jerga, estudios microscópicos y malas relaciones con los tiempos ágiles y raudos de la prensa y de la divulgación. Esta disciplina, desde la que escribe este prologuista, tiene un potencial enorme para cambiar la realidad a través de su combinación de estudios pormenorizados y atención a la experiencia concreta de las personas, algo que puede y debe facilitar la empatía de quien nos lee y escucha. Estas características o tareas, sin embargo, no son exclusivas de la disciplina: pueden participar de ellas esfuerzos académicos y divulgadores desde otras áreas, siendo el periodismo uno de los más fecundos y habituales en la producción de textos con una alta densidad de vivencias y con la empatía como su fruto. Uno de los antropólogos que más ha hecho por la divulgación en Europa, Thomas Hylland Eriksen, reflexionó sobre los parecidos y relaciones entre la antropología y el periodismo —entre otros temas— y reivindicó la figura del y de la intelectual, «una persona que se niega a limitarse a sus problemas» , una persona, por lo tanto, que va más allá de su experiencia particular.
El libro que tenéis entre vuestras manos es obra de una intelectual con mayúsculas, una divulgadora e investigadora crucial para entender la situación actual de las mujeres no heterosexuales en Guinea Ecuatorial, entre otros asuntos. Este libro puede verse como una continuación de su La bastarda (Flores Raras, 2016), una ventana a través de la cual muchas personas hispanohablantes pudimos acercarnos a una realidad que nos era desconocida. Esta ventana, clara y abierta gracias a las experiencias de Okomo, fue y es aún más necesaria por dos razones. En primer lugar, por la situación de la diversidad sexual y de género en Guinea Ecuatorial, sobre la que podréis leer en páginas posteriores: una situación enormemente diferente de la del Estado español y de la que podemos aprender mucho de cara a apoyar la labor de ONG como Amnistía Internacional o la Fundación Triángulo. En segundo lugar, por la tradicional invisibilidad de las mujeres en los estudios y en el activismo por la diversidad sexual y de género. En un momento en el que nos hartamos de escuchar y de saber de la interconexión cultural, económica y de información por todo el mundo —más aún entre Estados nación que comparten al menos una lengua oficial—, siempre nos vienen bien las palabras de la geógrafa Doreen Massey al señalar que, si hay algo flexible en este mundo líquido, es, sin duda, el sexismo .
Con este libro nos acercamos de nuevo a la experiencia del sexismo múltiple tal y como es vivido por mujeres ecuatoguineanas, en este caso una treintena de mujeres no heterosexuales. A través de sus vivencias en primera persona, nos llevan a diferentes formas de opresión: desde las familias, desde la religión, desde la sociedad fang, desde las exparejas y también desde las expectativas incumplidas y desde la búsqueda de la felicidad. Estas experiencias nos muestran también, sin embargo, otro aspecto en el que podemos y hasta debemos reparar: formas de resistencia, huidas, esfuerzos hipolitanos por vivir frente o desde la diversidad. Podemos encontrar interesantes reflexiones, siempre en primera persona y desde la vivencia directa, de lo que puede pasar cuando una mujer ecuatoguineana no puede o no quiere someterse a las expectativas sobre su vida, incluyendo cuestiones como la maternidad, la relación con la familia, el matrimonio o el trabajo.
Esta diversidad de esferas vitales a las que podemos acceder a través de la treintena de entrevistas de Trifonia Melibea Obono me lleva de nuevo a mencionar la antropología y, en concreto, su producto más típico: la etnografía. Con este nombre nos referimos actualmente a «una explicación resultante de haber hecho trabajo de campo» , refiriéndonos a colectivos concretos, problemas sociales, fenómenos políticos y socioculturales y un largo etcétera de posibles objetos de estudio. Originalmente, sin embargo, etnografía se refería ante todo a la representación de un pueblo o etnos, de forma habitual no europeo o no eurodescendiente. La historia conjunta de la antropología y del colonialismo es, por lo tanto, previsible: en gran medida, las investigaciones más célebres de la tradición antropológica dependieron de instituciones de poderes coloniales y, sobre todo, de su interés por conocer más y mejor a los pueblos sometidos.
En este contexto, no deja de ser curioso que sea un antropólogo español —y madrileño, además— quien prologue este libro. Cincuenta años después de la independencia de la antigua colonia, los Estados español y ecuatoguineano mantienen importantes vínculos culturales y políticos, como la intensa actividad del Instituto Cervantes o de ONG españolas. La apuesta de la editorial Flores Raras por la obra de Trifonía Melibea Obono es otra muestra de unos vínculos culturales que tienen un brillante potencial y que pueden provocar múltiples y necesarios efectos en sus públicos lectores. Estos efectos son «la otra vida» de cualquier etnografía y, en verdad, de todo libro: sus diferentes lecturas, traducciones, reapropiaciones y alteraciones por parte de quienes leen, de quienes se empapan y de quienes se dejan transformar. En el caso de Yo no quería ser madre, podemos esperar que su público ecuatoguineano viva un revulsivo al conocer de forma íntima la experiencia de las mujeres no heterosexuales que hay en su seno; su público español, por otro lado, recibirá seguramente un baño de humildad o de reconocimiento de la desigualdad que sufre la diversidad sexual y de género más allá de la burbuja española o, yendo incluso más lejos, de la burbuja intelectual y activista.
Solo queda invitaros a disfrutar de la lectura de Yo no quería ser madre. Como comprobaréis, es un libro de entrevistas que, no siendo una etnografía, sí comparte sus objetivos o efectos: un conocimiento íntimo, denso y palpable de la experiencia en primera persona de una realidad social y una lectura de la vida desde sus vísceras, miserias y alegrías que puede cambiar nuestras perspectivas y expectativas sobre Guinea Ecuatorial y sobre la diversidad sexual y de género. Cada una de estas entrevistas es una ventana hacia la empatía y el conocimiento, y hemos de agradecer tanto a Trifonia como a sus entrevistadas que nos permitan conocer más de las vidas de mujeres no heterosexuales en Guinea Ecuatorial.
DIAGNÓSTICO SOBRE LA SITUACIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS DE LAS PERSONAS HOMOSEXUALES
La ONU recoge en el marco de los derechos humanos aquellos que protegen a las minorías étnicas, religiosas, culturales, de género, sexuales, etc. Las personas homosexuales son minorías sexuales y la discriminación que sufren está catalogada por las Naciones Unidas como violencia de género; por lo tanto, la homofobia es violencia de género.
En 2011 el Consejo de los Derechos Humanos pidió mediante la Resolución 19/19 a la alta comisionada de Naciones Unidas que realizara un estudio con el fin de documentar las «leyes y prácticas discriminatorias y casos de violencia» contra las personas por su orientación sexual e identidad de género. El estudio reveló que las personas homosexuales sufren asesinatos, acoso callejero, violencia de género, trata, encarcelamiento, etc.
En esta misma línea, desde el año 2005, cada 17 de mayo se celebra el Día Internacional contra la Homofobia y la Transfobia. El objetivo es conmemorar el 17 de mayo de 1990, día en que la Asamblea General de la Organización Mundial de la Salud (OMS) eliminó la homosexualidad de las listas de enfermedades mentales.
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