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Sinopsis
Hasta hace apenas unos años, el trastorno de identidad de género —la sensación de grave incomodidad en el sexo biológico propio— era muy infrecuente. Se daba en menos del 0,01 por ciento de la población, aparecía durante los primeros años de infancia y afectaba de manera casi exclusiva a los hombres.
Pero hoy en día, en las universidades, los institutos e incluso las escuelas primarias grupos enteros de amigas afirman ser «transgénero». Son niñas que nunca han experimentado incomodidad alguna con su sexo biológico hasta que alguien da una conferencia en su escuela sobre su experiencia trans, descubren la comunidad de influencers trans en internet o alguien les dice que serán más populares entre sus amigos y en sus redes sociales si se declaran transexuales.
Padres que hasta entonces no habían sospechado nada descubren que sus hijas están enganchadas a estrellas trans de YouTube. Y educadores y terapeutas «afirmadores de género» empujan a chicas que aún no han llegado a la edad adulta a adoptar cambios irreversibles que les afectarán de por vida, como dobles mastectomías y bloqueadores de la pubertad que pueden causar infertilidad permanente.
Abigai Shrier, periodista del Wall Street Journal, ha investigado la moda trans, hablado con las chicas, con sus angustiados padres y los consejeros y médicos que llevan a cabo las transiciones de género, así como con las jóvenes que, al acercarse a la edad adulta, se arrepienten amargamente de haberse sometido a ese proceso en su adolescencia.
Y con ello ha generado una enorme polémica, recibiendo acusaciones de transfobia y peticiones públicas de que se censure el libro. Algo que, afortunadamente, no han conseguido.
Un daño irreversible
La locura transgénero que seduce a nuestras hijas
Abigail Shrier
Traducción de Mercedes Vaquero
Para Zach,
cuyo amor es mi arma secreta
Se esconde como una niña
Pero para mí es siempre una mujer.
B ILLY J OEL
Nota de la autora
Doy por sentado que los adolescentes no son del todo adultos. Para una mayor claridad y honradez, me refiero a las adolescentes biológicamente femeninas atrapadas en esta locura transgénero con el pronombre femenino.
Las personas adultas transgénero son un asunto diferente. Dondequiera que puedo hacerlo sin causar confusión, me refiero a ellas con los nombres y pronombres que prefieren.
Por último, he cambiado los nombres y ciertos datos de las adolescentes que se identifican como transgénero (así como de sus progenitores) para asegurarme de que ninguna pueda reconocerse y acusar de traición a sus padres, cansados de luchar. Dado que las historias de las personas vulnerables a este contagio son sorprendentemente similares, algunas lectoras pueden creer haberse reconocido; se equivocan.
Prólogo
El libro que tienes en las manos ha resistido a varios intentos de censura. El grupo de afinidad LGTB de Amazon, llamado Glamazon, ¿El motivo? La autora califica el número creciente de «salidas del armario» trans en grupos de amigas adolescentes de epidemia. En las páginas que tienes por delante se explaya sobre esta cuestión.
Desde el punto de vista de los intentos de censura y boicot, la mera existencia del libro y su traducción al español representan ya un triunfo para la libertad de expresión; aunque, desde luego, ése no es el motivo por el que vale la pena leerlo. Al igual que su éxito de ventas y de crítica, los ataques frontales a esta obra y los intentos frustrados de impedir el acceso de los lectores nos están hablando de una tensión cultural. Porque, por supuesto, en la andadura de Irreversible Damage por el mercado literario anglosajón no todo fueron denuestos, ni mucho menos. El libro estuvo muy alto en los rankings de ventas, tuvo críticas muy positivas en medios de prestigio y The Economist lo eligió como uno de los mejores de 2020. Pero el éxito de una obra como ésta es la cara más simple de la moneda. Son las críticas negativas, y en particular las más destructivas y altisonantes, lo que nos indica que abordar la cuestión trans desde un punto de vista que no sea la sumisión a las reivindicaciones del activismo puede ser peligroso para la reputación. Según sus críticos, el mayor pecado de Shrier fue hablar demasiado con los padres de esas chicas y no tanto con ellas. En las próximas páginas te esperan polémicas reflexiones sobre cómo los padres se han convertido en uno de los chivos expiatorios del fenómeno trans.
En estos casos, me ronda siempre una pregunta: ¿cómo un colectivo estadísticamente tan minúsculo y tradicionalmente tan marginado en nuestras sociedades ha conseguido, de la noche a la mañana, un poder tan increíble como para marcar la agenda y acobardar a sus críticos? En mi estudio del tabú y la herejía en el mundo contemporáneo
Durante décadas, los trans han sido un tabú en Occidente. Identificables por sus voces y apariencias a menudo grotescas, fruto de torpes cirugías o tratamientos hormonales incompletos o demasiado tardíos, miles de mujeres transexuales vivieron condenadas a la marginación, la prostitución y el pillaje, como ha recreado la serie Veneno mientras otra parte del colectivo luchaba por la integración y la normalización. De cualquier modo, el tabú no ha desaparecido. Hoy, en la ola de activismo, lo intocable se desplaza de sus vidas a su grupo, y es la cuestión trans, la discusión pública, lo que se quiere volver intocable como muestran los ejemplos de cazas de brujas y castigos rituales del párrafo anterior.
Pero un momento. Hay que subrayar ahora a toda prisa algo que el lector descubrirá por sí mismo en cuanto empiece a pasar páginas: la mayor parte de las acusaciones contra Shrier, en particular las que aluden al discurso de odio, son injustas. No guardan relación con su posición ideológica, ni con su tono. Es cierto que existe una transfobia militante tanto en los movimientos nacionalpopulistas o ultraconservadores como en sectores del feminismo radical de izquierdas, pero no parece ser el caso de Shrier. Su respeto a la realidad trans es explícito y tajante: ella se sitúa en el espectro progresista y se manifiesta a favor de la lucha por los derechos del colectivo. En las próximas páginas, el lector no encontrará, pues, un solo ataque a las conquistas o las motivaciones de las personas transgénero, sino una advertencia sobre los límites del colectivo.