Rocío Camacho - Co(n)razón

oy de esas mujeres a las que les gusta perderse en un laberinto de emociones en cada una de las experiencias que le brinda la vida, tanto en las buenas como en las malas. Siempre he tenido claro que no estoy hecha para seguir la corriente. Prefiero vivir en mi cocktail de sentimientos, energía y vivencias, arriesgando para llegar a ser la persona que me gustaría haber admirado de pequeña, aunque ello suponga sacrificar mi zona de confort.

Escribir estas páginas me ha supuesto una verdadera terapia emocional. He reído escribiendo un capítulo en un avión, he llorado en mi habitación trazando otro a altas horas de la madrugada, me he emocionado escuchando música mientras bocetaba ese otro capítulo que me removía todo. He curado heridas que daba por cerradas hasta que las he puesto sobre el papel. He sentido miedo al exponerme en ciertos temas y liberación al hablar de otros, pero, sobre todo, he disfrutado contándote mis aprendizajes en cada una de las páginas, como si esto fuese exactamente lo que pretende ser: una charla con una persona querida y cercana.

Considero que la vida es una disputa continua entre razón y corazón. Una discusión de esas que terminan con una reconciliación preciosa al descubrir que la mezcla de las dos es lo que nos hace tan rabiosamente humanos. Que la mezcla de las dos es lo único que puede enseñarnos a vivir, ayudándonos a descubrir que somos nosotros mismos quienes nos llenamos de miedos, sí, pero también somos nosotros mismos quienes nos llenamos de sueños.

¿Quién no sueña con una vida ideal? Una casa propia, una familia con salud, unos ingresos económicos estables y altos, un grupo de amigos que siempre estén dispuestos a hacer planes, una pareja con aspiraciones y que nos cuide, mime y respete, viajar cuando nos apetezca, no tener problemas ni quebraderos de cabeza y vivir disfrutando todos los días… Pues bien, déjame decirte algo.

ESO NO EXISTE.

¡Sorpresa! Ni en Instagram, ni en la realidad. No existe la vida perfecta, pero te voy a decir lo que sí existe:

• Personas dispuestas a disfrutar de lo que tienen.

• Personas dispuestas a quejarse de lo que les falta.

Y yo he preferido siempre pertenecer al primer grupo.

Desde que me dedico a las redes sociales, he escuchado a infinidad de personas decirme:

«tú es que lo tienes todo en la vida,
qué envidia».

Mi respuesta siempre suele ser la misma:

depende de lo que tú consideres
tenerlo todo en la vida.

Para mí una vida completa no es tener 30 pares de zapatos en vez de diez, sino poder disfrutar de mi familia, mis perros y mis amigos más de dos días seguidos o poder irme a dormir sin tener cientos de preocupaciones de trabajo en la cabeza. Y de momento, eso lo consigo pocas veces. Pero ¿sabes qué?, he aprendido a ser igual o incluso más feliz con eso. Es una consecuencia de mi trabajo, es una razón para estar agradecida porque eso significa que tengo la oportunidad de trabajar y además dedicándome a algo que me gusta, lo que resulta también una consecuencia directa de ser la persona luchadora que deseo ser.

No dejes nunca que nadie determine
cuál ni cómo tiene que ser tu concepto
de felicidad.

Creo que mucha gente tiene un concepto equivocado sobre la existencia perfecta, porque sentirse completo no va ligado al aspecto material de la vida, sino al mental. La felicidad es tranquilidad, paz, equilibrio, salud y gente buena a tu alrededor, no bolsos, viajes caros, coches y zapatos. Te planteo una cosa, ¿cuánto estarías dispuesto a pagar por un atardecer bonito? Pues bien, lo mejor de la vida está ahí y es gratis.

Si me conoces por Instagram, sabrás que en varias ocasiones he contado que hace dos años empecé a sufrir ansiedad. La maldita ansiedad. Y a pesar de contar esto, de hacerlo público, continuamente recibo mensajes relacionados con que vivo la vida soñada por cualquiera. Creo que somos todos lo suficientemente inteligentes como para darnos cuenta de que

en las redes sociales yo, como hace todo el mundo,
simplemente muestro lo que quiero que la gente vea:

un RECUADRITO MÍNIMO de mi vida,
jamás mi realidad completa.

En la vida real también lloro, me frustro, discuto o me agobio. Al igual que reservo mi vida privada, también lo hago con los malos momentos.

No me gusta exponerlos
porque quiero utilizar
las redes para ayudar a
entretener, a aportar cosas
positivas y para distraer a
cualquier seguidor que haya
tenido un mal día. Pero
que no los muestre
no significa que yo no
tenga problemas.

Déjame contarte un poco más sobre esto. Los primeros meses en que empecé a sufrir ansiedad, me machacaba a mí misma constantemente con que no podía ser que me pasase a mí, si estaba haciendo algo que me gustaba. Pensaba que era injusto que yo, que tenía la oportunidad de luchar por mi sueño, estuviese en un sinvivir continuo.

Pero poco a poco empecé a asimilar que esto era algo que me iba a acompañar durante muchos años mientras yo estuviese dispuesta a llevar un ritmo de vida frenético. No poder respirar, sentir que el corazón se me va a salir por la boca, no poder parar de mover las piernas, sudores fríos, pensamientos fugaces y negativos… Estas son algunas de las sensaciones que sufro cada vez que tengo ansiedad. Y ¿sabes qué? Sigo siendo igual de feliz y considero que tengo una vida plena. He aprendido a convivir con ello. He aprendido que aunque sea un aspecto de mi vida que me cueste algún que otro mal rato, no me impide disfrutar de todas las cosas buenas que tengo a mi alrededor. Es un reto más para aprender a controlar mi conciencia, aprender a tranquilizarme en momentos de estrés, y ¿sabes?, casi siento que me está haciendo cada vez más fuerte.

Y de esto se trata. Para vivir una vida perfecta, hay que aprender a aceptar las cosas negativas, a valorar las positivas y a disfrutar del trayecto.

Cuánto disfrutas de la vida
es más importante
que cuánto tienes en la vida.

Me faltan dedos en las manos para contar cuántas veces he escuchado eso de «qué suerte, que vives de viaje en viaje». Fotos en playas, en aviones, con gente nueva, en diferentes ciudades… Pero lo que no sabe toda esa gente que se permite emitir juicios son los aspectos negativos, lo que no se ve: