¿Podemos liberarnos de nuestros miedos?
- ¿Problemática? ¿Podemos liberarnos de nuestros miedos en la práctica para ser más eficaces y sentirnos mejor en el trabajo?
- ¿Utilidad? En el ámbito profesional, la clave para evolucionar con total tranquilidad, teniendo el control sobre nosotros mismos y sobre nuestras capacidades es dominar nuestros miedos y no dejar que dirijan nuestra vida.
- ¿Contexto profesional? Relaciones profesionales, cambio de trabajo, precariedad del empleo, entrevista, hablar en público, equilibrio entre vida personal y profesional.
- ¿Preguntas frecuentes?
Hoy en día, la sociedad y el mundo laboral nos exigen cada vez más cosas y a mayor velocidad: lo que cuenta es el rendimiento. Las relaciones que mantenemos tanto con nuestros compañeros y con nuestros jefes como en nuestra vida privada sufren la misma presión. Nos queda menos tiempo para comunicar, para escucharnos y para comprendernos. Este ambiente genera miedos que, por fortuna, pueden superarse si empezamos por aceptarlos e identificarlos para, a continuación, comprenderlos. Y es que, aunque el miedo sea un sentimiento normal frente a algunas situaciones con las que no estamos familiarizados, esta emoción puede resultar extremadamente paralizante si no la tenemos un poco controlada.
Imagina estas situaciones: ¿ha llegado el momento de presentar ese proyecto en el que trabajas desde hace semanas, pero tus manos están sudorosas, apenas puedes respirar, tu ritmo cardiaco se acelera y no consigues articular palabra? Tras un comentario de tu jefe, ¿tienes un nudo en la garganta y te sientes incapaz de responderle? ¿Necesitas modificar tus horarios para obtener un mayor equilibrio, pero no te atreves a hablarlo con tu director? Estos son algunos de los momentos desagradables que, a menudo, forman parte de nuestra vida diaria.
Sin embargo, cuando permitimos que este tipo de situación se convierta en un acto reflejo, corremos el riesgo de meternos en un laberinto del que no sabremos salir. La ansiedad puede cohibir nuestras acciones y nuestras reacciones frente a un contexto o a una persona que nos inspira este sentimiento. Nuestra creatividad, nuestras iniciativas y nuestra asertividad se ven reducidas y nos sentimos bloqueados, incapaces de ser quienes somos. En teoría, podríamos esquivar el problema manteniéndonos en un espacio seguro, conocido y sin peligros. Sin embargo, esta zona de confort jamás nos dejará sentirnos realizados, sino más bien lo contrario. Además, debemos tener en cuenta que la realidad siempre termina por imponerse. Por lo tanto, solo existe una solución: ¡enfrentarse a ello!
El abecé del trabajador sin miedo
Entender nuestro miedo
Una emoción básica
El miedo, que el diccionario de la RAE define como la «angustia por un riesgo o daño real o imaginario», resulta adecuado cuando nos protege de una amenaza real. En ese caso, se trata de una reacción instintiva que se convierte en un mecanismo de defensa eficaz contra una situación peligrosa. Sin embargo, también puede ser un producto de nuestra imaginación, la proyección de una posible amenaza. En términos generales, este último caso es el que nos encontramos en el mundo laboral. Por consiguiente, tendremos que entender las películas que imaginamos en nuestra mente para comprobar si tienen fundamento.
Según Paul Ekman (psicólogo estadounidense, nacido en 1934), el miedo forma parte de las cuatro emociones básicas junto con la alegría, la tristeza y la ira, por lo que es normal que lo sintamos. Por el contrario, no resulta tan natural que creemos un desfase entre nuestras reacciones y nuestras emociones. Pierre-Jean de Jonghe ( coach y presidente de la Leading & Coaching Academy) describe tres tipos de miedo:
- ocultar la emoción , que es una estrategia de evitación («No quiero aceptar lo que siento, así que no lo expreso»);
- exagerar la emoción , que indica una falta de dominio sobre uno mismo («Grito a mis empleados a pesar de que no estoy tan enfadado como para hacerlo»);
- sustituir , que consiste en expresar un sentimiento distinto al que estamos experimentando. Hablamos entonces de emoción racket . Esto es lo que sucede, por ejemplo, cuando nos reímos porque nos sentimos incómodos o porque tenemos miedo (la risa nerviosa).
Así, es importante que visualicemos nuestra forma de reaccionar cuando nos asalta el miedo. ¿Se adecua a la situación vivida?
Identificar el miedo
Para librarnos de la ansiedad, la primera etapa consiste en admitir su existencia. En segundo lugar, empezaremos por identificar de dónde proviene, por qué surge y qué podemos hacer para superarla. Este largo proceso tendrá que llevarse a cabo con una voluntad de cambio real si queremos solucionar el problema con éxito.
Tenemos miedo a expresarnos frente a nuestro superior, a fracasar, a enfrentarnos a alguien, a reafirmar nuestros límites, a hablar en público o a muchas otras situaciones. Estos miedos siempre están vinculados a la experiencia individual y pueden convertirse en auténticos obstáculos en nuestro día a día. Estos pensamientos llenos de ansiedad hablan de nosotros y de nuestras necesidades: por ejemplo, detrás del miedo al conflicto, a menudo encontramos la necesidad de seguridad afectiva. En el ámbito laboral, podemos distinguir tres tipos de miedo predominantes: el juicio social, el fracaso y la inseguridad. Si queremos derribarlos, tenemos que empezar por comprenderlos mejor.
Comprender el origen
Los impulsores
En análisis transaccional, el psicólogo estadounidense Taibi Kahler (nacido en 1943) identifica cinco drivers (también llamados «impulsores»). Estos mensajes crean líneas de conducta heredadas de nuestros padres y de nuestra educación que influyen en nuestras reacciones y nos llevan a adoptar un comportamiento inconsciente cuando nos encontramos en una situación particular. Esto resulta problemático cuando estas actitudes son inadecuadas y suponen un obstáculo para nuestra evolución. Entonces, los miedos pueden echar raíces e interferir en un comportamiento auténtico.
Una descripción de cada uno de estos impulsores te ayudará a reconocer estos mecanismos que actúan en ti y en los demás, y podrás conocerte mejor y comprender en mayor medida al otro. Aparca los juicios de valor y sé más tolerante contigo mismo y con el resto. Por supuesto, recuerda que todos estos métodos y herramientas se presentan de un modo muy esquemático: cada persona es única y puede guiarse por varios impulsores con tendencias más o menos pronunciadas.
- Sé perfecto : cuando se exige la perfección a lo largo de la infancia, cuando no se tolera el fracaso y no se valora el esfuerzo, probablemente el adulto tenderá hacia un perfeccionismo obsesivo. Si este es tu caso, seguro que estás estresado y te muestras intransigente tanto contigo mismo como con los demás. En resumen, eres un eterno insatisfecho. ¿Qué miedo está vinculado a este impulsor? El de no ser aceptado en la sociedad ni querido por el resto si no resultamos perfectos.
- Sé fuerte : este impulsor refleja una educación estricta en la que las emociones y los sentimientos no siempre tienen cabida. Se privilegia la individualidad y buscar ayuda se considera una señal de debilidad. En términos generales, una persona afectada por este mensaje es disciplinada y exhibe frialdad ante las emociones de los demás. Su miedo es mostrar las suyas, y tenderá a evitar las situaciones en las que corra algún riesgo —es decir, aquellas que la obliguen a enfrentarse a sus emociones y, por lo tanto, a exponer sus puntos débiles—.