Desde una perspectiva feminista, Jesica Lavia, nutricionista, y Paula Giménez, periodista especializada en género, reflexionan sobre cómo el culto al “cuerpo ideal” y la obsesión por el peso disparan dilemas, despliegan un ejército de dietas "del hambre" e instalaron una “dictadura de la belleza” de la cual parece difícil escapar y cuyas víctimas principales y más visibles son las mujeres. “Queremos dicen las autoras que todas las feminidades podamos habitarnos un poco más amorosamente. Les hablamos a las gordas, las gorditas, las rellenitas, las flacas, las escuálidas, las petisas, las altas, las culonas, las caderonas, las tetonas y las chatas. A todas ellas y a nosotras mismas”.
JESICA LAVIA
Es licenciada en Nutrición (Universidad de Buenos Aires, 2006). Trabajó en diferentes ramas de su profesión hasta que encontró su lugar: la educación nutricional integral. Desde ese entonces acompaña a las personas a construir una imagen saludable de sí mismas, con una nutrición que incluye la diversidad corporal y abarca la salud en forma integral. En ese sentido, entendió que además era fundamental hacerlo teniendo perspectiva de género. Hoy busca comunicar estas ideas a quienes se forman y a quienes ya trabajan en los diferentes ámbitos de la salud, también a sus consultantes y a todas las feminidades interesadas en la nutrición como parte de la salud.
PAULA GIMÉNEZ
Es técnica superior en periodismo (TEA, 2007). Desde que comenzó a trabajar en los medios de comunicación, hace ya más de una década, notó que el feminismo le iba a salvar la vida. No sólo se embarcó en aprender y transmitir lo aprendido a través de la escritura, sino que cambió, año a año, su forma de relacionarse con el mundo y, sobre todo, con ella misma. Su desafío es poder comunicar no sólo lo que pasa sino también por qué pasa y bucear dentro de este nuevo paradigma que cuestiona, interpela y libera a cada vez más feminidades alrededor del planeta.
Lavia, Jesica
Pese lo que pese / Jesica Lavia. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Ediciones B, 2021.
(No Ficción)
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-780-190-3
1. Nutrición. 2. Alimentación. I. Giménez, Paula. II. Título.
CDD 613.2
Diseño: Penguin Random House Grupo Editorial / Agustín Ceretti
Edición en formato digital: marzo de 2021
© Jesica Lavia y Paula Giménez, 2021
© 2021, Penguin Random House Grupo Editorial, S. A.
Humberto I 555, Buenos Aires
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Capítulo 3
No soy yo. ¿Sos vos?
“Con casi 30 años, todavía me cuesta sentirme linda y quererme. Tenemos tan metido lo de ser flacas… prácticamente todo lo que hacemos aspira a eso, y cuando no lo hacemos, sentimos culpa. Es tremendo. De a poco trato de ir sacando eso de adentro, dejar de ser tan dura conmigo misma. Soy tan dura como los chicos que me gritaban ‘gorda’ cuando era adolescente ¡y no quiero eso! Cuesta un montón, pero se puede. Quererme… me quiero, pero hoy en día te venden lo del amor propio como si fuera nuestra culpa, básicamente es nuestra culpa todo lo malo que vivimos por unos kilos de más, nos pasa por no querernos y no es así. Desde chiquites nos venden lo flaco como exitoso. Basta de estigmatizar. Hay diversidad en todo y también en los cuerpos”.
V ERÓNICA , 29 años
“Si no te querés vos, ¿cómo te van a querer los demás?”. Esa frase que tanto escuchamos y que suena hasta obvia es un bumerang que, cuando vuelve, nos impacta en el medio de la frente. Intentar quererte no es tarea fácil, sobre todo en una sociedad que repite de forma consciente y sistemática que siempre nos falta algo para ser hermosas y, por ende, para ser felices. Pero ¿qué es “quererse”? ¿Quererse es respetar nuestro deseo? ¿Y cuál es nuestro deseo? ¿Lo sabemos? Durante muchísimas décadas, la televisión y los medios de comunicación nos han contado, nos han dicho qué necesitamos y qué es lo que “queremos” para estar plenas con el universo. Si te querés querer, primero tenés que saber qué querés, ¿no? Y ahí el primer escollo. ¿Cómo sabemos qué queremos genuinamente y qué nos dijeron que queremos pero en realidad no nos interesa tanto? No hay una respuesta única pero sí muchas vías de información que pueden darnos una idea. Internet, muchas gracias por existir. Aun así, como feminidades estamos llenas de imposiciones sociales (las masculinidades también, aunque distintas) respecto a cómo debemos ser y qué cosas, por ejemplo, debemos callar. La opresión que pesa sobre las feminidades todas está presente desde muy chiquitas y el “NO” es una constante respecto a nuestros deseos y libertades.
Deconstruirnos de verdad implica cuestionarnos todo. Podríamos empezar por preguntarnos si incluso algunas de las luchas por las que hemos puesto el cuerpo en nombre de la igualdad responden a nuestro deseo o juegan igualmente las reglas de una sociedad pensada por y para el heteropatriarcado. Por ejemplo: ¿es la participación electoral, la política partidaria, un interés intrínseco que estaría en el centro de un mundo creado por nosotras? ¿O es un derecho que es necesario pelear para reducir la brecha de poder entre géneros en este mundo real? ¿Deseamos la igualdad? ¿O tenemos que pelear primero en esos términos para poder sobrevivir? El tiempo pasa muy rápido. Nos estamos preguntando esto en el siglo XXI, pero las sufragistas fueron las madres de nuestras abuelas. Sólo dos o tres generaciones atrás peleábamos por estudiar en la universidad (no sólo en carreras “femeninas”, “de cuidado”, como Medicina, Obstetricia y Farmacia), poder votar y ser votadas, poder divorciarnos, cuidar a nuestres hijes (recién en 1985 las mujeres obtuvieron la patria potestad, pocos nombres tan patriarcales como ese), etcétera.
Volvemos al tema que nos convoca: nuestro deseo. “Desde el psicoanálisis, el deseo no es el deseo de algo en concreto sino que es una expresión del ser mismo. Es entendido como motor. O sea, el objeto de deseo no importa; podemos desear una cosa que no tenemos y una vez que la conseguimos, que “cumplimos” con nuestro deseo, ya no lo queremos más o deseamos otra cosa. Ahí viene la contingencia del objeto de deseo, que es móvil, cambiante. Lo que se indaga desde el psicoanálisis no es por qué deseamos algo sino nuestra relación con dicho deseo”, nos explica la psicóloga Florencia Scarpelli. Y agrega: “Uno aprende a desear lo que cree que los otros desean. El famoso ‘El deseo es el deseo del otro’ de Lacan. ¿Cómo distingo el deseo como esta fuerza singular que me motoriza como sujeto, al deseo de la fantasía o de la imagen de lo que yo debería ser? Y ahí está lo complicado. Por ejemplo, esto de ser una buena madre o ser una feminidad flaca o todo lo que se nos ocurra que deberíamos ser, ¿tiene que ver realmente con mi deseo, con esa fuerza, con ese motor?”. Coger, por ejemplo, algo que suena tan básico pero que de básico no tiene nada. Desde siempre, nuestro deseo está directamente relacionado con ser deseadas por el varón y punto. No había (¿hay?) chance de exploración. “El muchacho reivindica sus tendencias eróticas porque asume gozosamente su virilidad. El deseo sexual, en él, es agresivo, aprehensivo; ve ahí una afirmación de su subjetividad y de su trascendencia; se jacta de ello con sus camaradas. Su sexo es para él una turbación de la que se enorgullece. El impulso que le lleva hacia la hembra es de la misma naturaleza que el que le lanza hacia el mundo, y en él se reconoce. Por el contrario, la vida sexual de la muchacha siempre ha sido clandestina. Cuando su erotismo se transforma e invade toda su carne, el misterio que lo rodea se hace angustioso: experimenta su turbación como una enfermedad vergonzosa. No es activo; es un estado, y ni siquiera imaginariamente puede librarse de él mediante una decisión autónoma. Ella no sueña con tomar, amasar, violar: ella es espera y llamada, se prueba como dependiente, se siente en peligro en su carne enajenada”, cuenta Simone de Beauvoir en