Queremos dedicar este libro a todas las víctimas y afectados por esta pandemia. En especial a los compañeros sanitarios que de forma heroica se han enfrentado a ella y, de manera singular, a nuestros colegas médicos que han perdido la vida en la lucha contra esta enfermedad.
P RÓLOGO
Este libro se terminó de escribir el día 15 de mayo de 2020, cuando el mundo entero llevaba meses y se mantenía en pleno estado de confinamiento y de cuarentena ante la amenaza de la enfermedad COVID-19 producida por el virus SARS-CoV-2, un coronavirus que aparentemente procede de la región china de Wuhan y que ha infectado a todo el planeta, contagiando a millones de personas, provocando el fallecimiento de cientos de miles de conciudadanos, afectando a millones de familias y cambiando la vida de miles de millones de individuos, esperemos que no para siempre.
Al hilo de esta pandemia de carácter infeccioso provocada por un virus, y en pleno estado de confinamiento, nos surgió la idea de escribir este libro para contribuir de alguna forma con los conocimientos previos que ya poseíamos sobre la interacción entre la alimentación, nutrición, hábitos de comportamiento y el sistema inmunológico, a poner sobre el papel y hacer entender a quien quisiera, cómo optimizar y mejorar el sistema inmunológico y las defensas del organismo para luchar contra este tipo de enfermedades.
Todo el esfuerzo quedará ampliamente compensado si con ello logramos al menos, y en la medida que sea, atenuar el sufrimiento de quien se pueda ver afectado por esta pandemia actual o por cualquier otra situación similar que pueda acontecer en el futuro.
En este tiempo la población ha sido muy consciente y ha valorado en toda su extensión lo que significa tener SALUD, así, en mayúsculas, y en más de un momento se ha recordado algo que es muy normal, pero que seguro que a partir de ahora se verá de otra manera: cuando se juega a la lotería o a cualquier otro juego de azar y, como es lo habitual, no toca nada, siempre se recurre al mismo dicho: «No nos ha tocado nada, pero por lo menos tenemos salud». ¿Por lo menos? Cuando se está sano se es la persona más rica del mundo. La salud no es el «segundo premio» de nada, es el «primero».
D R. A NTONIO E SCRIBANO Z AFRA
D R. A NTONIO E SCRIBANO O CÓN
1
L AS DEFENSAS NOS CUIDAN Y NOS PROTEGEN
En todas nuestras publicaciones siempre hacemos constar que no debemos olvidar que la Vida y la Salud son un regalo constante de Dios. Mantener ambas es, en gran parte, nuestra responsabilidad, y ello precisa una determinada atención, en cierto modo un «estar pendiente» de lo que debemos hacer y no hacer.
E L SISTEMA DEFENSIVO.
L AS FRONTERAS Y EL EJÉRCITO
Desde que nacemos estamos expuestos a múltiples agresiones de agentes externos que existen en la naturaleza, bacterias, virus, hongos, etc., y para ello el organismo posee una estructura defensiva y de protección que, haciendo un símil con un país, tiene fronteras que bloquean y protegen las vías de entrada en los lugares sensibles del organismo y, luego, todo un ejército con diferentes armamentos por si algún elemento extraño logra sortearlas y entrar en el interior del cuerpo.
Siguiendo con el símil, cualquier país cuida sus fronteras y su ejército, y eso debemos hacer nosotros con nuestras defensas. No basta pensar que están ahí desde siempre y que ya actuarán si hace falta: hay que cuidarlas y mantenerlas activas, y para ello disponemos en la actualidad de conocimientos suficientes para con la alimentación y los hábitos, y comportamiento adecuado, mantener a los «guardias fronterizos» y a toda la «armada defensiva» de nuestro interior en óptimas condiciones de entrenamiento y disposición para hacer frente a un ataque.
Cuando un germen de cualquier tipo entra en el organismo, se plantea toda una batalla contra él. O nos vence o le vencemos. Para que se dé el segundo supuesto, nuestro sistema defensivo es lo único que tenemos. Debemos pensar en él, no solamente cuando existe la batalla —que nosotros percibimos como enfermedad—, sino que debemos prestarle atención y cuidados para mantenerlo preparado y «en forma» para que, si no hay más remedio, la batalla sea mínima y contundente y el germen no tenga opciones de ganar desde el principio y siempre salgamos victoriosos.
A modo de ejemplo: no hay que pensar en salir a comprar un paraguas cuando ya está lloviendo, llegaremos a la tienda mojados. Hay que tener paraguas en casa, que se abran y nos protejan correctamente, debemos saber dónde los guardamos e incluso llevarlos encima cuando amenace lluvia, ni siquiera esperar a las primeras gotas. Así hay que cuidar nuestro sistema defensivo. A este símil hay que añadir que hay que estar al tanto de los «partes meteorológicos» y estar pendiente de que, en cualquier momento, puede «llover».
El sistema inmunológico —o «nuestras defensas», como normalmente lo conocemos— tienen un papel determinante en la vida. La naturaleza así lo ha entendido y en la leche materna, que es el primer alimento que un ser humano recibe, no solamente van sustancias nutritivas, sino toda la protección inmunológica posible para los primeros meses de vida.
Es muy habitual que utilicemos de forma coloquial la expresión «bajada de defensas» para hacer referencia a periodos en los que hemos estado sometidos a situaciones de estrés, estados de ánimo, ansiedad, mala alimentación continuada, falta de sueño, etc., o que, sin motivo aparente objetivable, nos hemos sentido débiles y hemos percibido que el organismo ha estado más susceptible a enfermar, y finalmente ha sido así. Hemos cogido un resfriado o una gripe o algo más importante y se puede decir «que lo hemos visto venir», de alguna manera hemos intuido esa debilidad.
A LIMENTACIÓN Y DEFENSAS.
I NMUNONUTRIENTES
Los alimentos, en general, y en concreto las diferentes moléculas de los nutrientes que los contienen, gozan de un importante papel en el desarrollo del sistema inmunitario, que abarca desde su instauración hasta su mantenimiento y óptimo funcionamiento. Esta relación entre la nutrición y el sistema inmune ha sido percibida de manera empírica desde siempre.
Un déficit nutricional predispone a padecer enfermedades.
El hecho de relacionar la alimentación y la nutrición con la inmunidad en realidad ha sido algo poco investigado y menos aún tenido en cuenta y, sin embargo, es un componente esencial no solo para el inicio en el recién nacido, sino en el desarrollo posterior y mantenimiento.
Las alteraciones relacionadas con la nutrición en cuanto a déficit o desequilibrios incrementan el riesgo de padecer infecciones, y no es solo en términos generales, sino de forma concreta sabemos que existen lo que podemos denominar alimentos con inmunonutrientes, es decir, alimentos que son capaces —mediante componentes específicos— de influir en el sistema inmunitario y, utilizándolos adecuadamente, crear una estructura de alimentación que nos ayuda, potencia y beneficia el sistema inmunológico y que podemos llamar de modo genérico «inmunonutrición».
Hoy día conocemos, y es muy recomendable darlo a conocer a la población, que hay muchas pautas alimentarias y hábitos de comportamiento que son fundamentales para el mantenimiento del sistema inmunológico. Que existen nutrientes como las vitaminas A, D, E, C y del grupo B, elementos como el hierro, el selenio, el cinc, el cobre, etc., aminoácidos, ácidos grasos poliinsaturados, algunas vitaminas y minerales, etc., que determinan en gran medida el funcionamiento del sistema inmunitario.