GOODBYE, THINGS
Fumio Sasaki
E L MINIMALISMO ES LIBERTAD: CUANTO ANTES LO EXPERIMENTES, MEJOR .
E L NUEVO FENÓMENO BEST SELLER EN J APÓN .
Goodbye, things explora por qué medimos nuestros éxitos a través de lo que poseemos y cómo el nuevo movimiento minimalista no solo transformará tu espacio, sino que aportará verdadera felicidad a tu vida.
En el camino, Sasaki comparte su experiencia personal relacionada con la práctica del minimalismo, ofreciéndonos consejos muy puntuales en el proceso y revelándonos los caminos más prácticos para deshacernos de todo aquello que no necesitamos.
Los beneficios de una vida minimalista pueden ser disfrutados por cualquier persona y, a través de la lectura de este maravilloso libro, descubrirás el potencial de felicidad verdadera que existe detrás de este nuevo estilo de vida que cada día consigue más adeptos.
ACERCA DEL AUTOR
Fumio Sasaki fue editor de la editorial Wani. Vive en un piso de 30 metros cuadrados en Tokio, decorado con una pequeña caja de madera, un escritorio y una colchoneta plegable. Goodbye, things es su primer libro, publicado en Japón en 2015 y traducido a 17 idiomas.
ACERCA DE LA OBRA
«Goodbye, things es un libro muy personal. Sasaki es un guía humilde y honesto durante todo el libro. Sasaki ofrece ideas sobre el minimalismo a través de su propia mente y de su propia experiencia. Realmente disfruté leyéndolo. Me sentía muy limpia, era como darme una ducha al final de un largo día.»
A LICE , en G OODREADS.COM
Lista final de 55 consejos más para la siguiente etapa de tu viaje minimalista
- Abandona la idea preconcebida de que no puedes tirar tus cosas.
- Desechar es una habilidad.
- Cuando te deshaces de algo, en realidad ganas más de lo que pierdes.
- Entiende bien por qué eres incapaz de tirar tus cosas.
- Minimizar es difícil, pero no imposible.
- La capacidad de tu cerebro, tu energía y tu tiempo tienen límites.
- Deshazte de algo ahora mismo.
- No hay un solo objeto del que lamentarás haberte desprendido.
- Empieza con lo que está claro que es basura.
- Reduce todo lo que tengas repetido.
- Líbrate de todo lo que no hayas usado en un año.
- Prescinde de lo que tengas por aparentar.
- Distingue entre deseos y necesidades.
- Haz fotos de los objetos que te cueste tirar.
- Tus recuerdos al alcance de la mano en digital.
- Nuestros objetos son como compañeros de piso, salvo porque les pagamos el alquiler.
- Organizar no es minimizar.
- Atacar el nido (los sitios para guardar cosas) antes que la plaga (el desorden).
- Mantén vacío tu espacio «sin utilizar».
- Deja atrás la idea del «algún día».
- Despídete de tu antiguo yo.
- Desecha todo lo que habías olvidado.
- No te pongas creativo a la hora de tirar.
- Borra de tu mente la idea de amortizar tu dinero.
- No hace falta hacer acopio.
- La felicidad te ayudará a centrarte.
- Las subastas son un método rápido para deshacerte de tus posesiones.
- Utiliza las subastas para echarle un último vistazo a tus cosas.
- Líbrate de tus cosas con un servicio de ventas.
- No te obsesiones con los precios que pagaste en su momento.
- Piensa en las tiendas como en tus almacenes personales.
- La ciudad es el plano de tu casa.
- Prescinde de todo de lo que no te apasione.
- Si lo perdieras, ¿volverías a comprarlo?
- Si no recuerdas cuántos regalos has hecho, no te preocupes por los que has recibido.
- Intenta imaginar qué habría querido el difunto.
- Desechar los recuerdos físicos no equivale a desechar los recuerdos de la mente.
- Nuestros objetos más grandes provocan reacciones en cadena.
- Nuestras casas no son museos: no necesitan colecciones.
- Sé social: toma prestado.
- Alquila lo que se pueda alquilar.
- Las redes sociales pueden animarte a minimizar.
- ¿Y si empezaras de cero?
- Di «hasta luego» antes de decir adiós.
- Descarta todo lo que produzca ruido visual.
- Sumar uno, restar uno.
- Evita la falacia del Concorde.
- Reconoce pronto tus errores, pues te ayudan a crecer.
- Piensa en comprar como alquilar.
- No lo compres por ser barato. No te lo lleves porque sea gratis.
- Si no es un «¡sí, por favor!», es un «no».
- Lo que necesitamos de verdad siempre vuelve a nosotros.
- Conserva la gratitud.
- Tirar puede ser un despilfarro, pero el auténtico despilfarro es la culpabilidad que nos impide hacerlo.
- Las cosas a las que les decimos adiós son las cosas que recordaremos siempre.
Lista final de 15 consejos más para la siguiente etapa de tu viaje minimalista
- Tener menos no te hace más infeliz.
- Descubre tu uniforme personal.
- Menos es más original.
- Si has pensado en tirarlo cinco veces, tíralo.
- Si ya has desarrollado tus habilidades minimalistas, puedes saltarte la fase del «hasta luego».
- Una pequeña molestia puede hacernos más felices.
- Tíralo aunque te produzca alegría.
- El minimalismo es libertad: cuanto antes lo experimentes, mejor.
- Desechar cosas puede hacer que tengas menos, pero nunca te hará menos persona.
- Cuestiónate los modos de empleo convencionales de las cosas.
- No pienses. ¡Tira!
- El minimalismo no es una competición. No presumas de lo poco que tienes. No juzgues a quien tenga más que tú.
- El deseo de tirar y el deseo de poseer son dos caras de la misma moneda.
- Descubre tu propio minimalismo.
- El minimalismo es un método y un principio.
Los motivos
del minimalismo
Todos empezamos siendo minimalistas
S i lo piensas, no hay una sola persona que haya llegado a este mundo sosteniendo una posesión material en las manos.
Todo el mundo empezó siendo minimalista. Nuestro valor no es la suma de lo que poseemos. Las cosas solo pueden hacernos felices brevemente. Los objetos materiales innecesarios consumen nuestro tiempo, nuestra energía y nuestra libertad. Creo que los minimalistas están empezando a darse cuenta de eso.
Cualquiera puede imaginarse la vigorizante sensación que debe de producir deshacerse de lo superfluo y quedarse con lo mínimo, aunque ahora mismo haya montañas de cosas por toda la casa, porque todos hemos pasado por algo así en algún momento. Piensa, por ejemplo, que tuvieras que salir de viaje.
Antes de irte, lo más probable es que hagas las maletas hasta el último minuto. Compruebas la lista de cosas que llevarte y, aunque todo parece en orden, no dejas de pensar que te olvidas de algo. Pero el tiempo pasa y llega la hora de partir. Te das por vencido, te levantas, cierras la puerta al salir y arrastras tu maleta por la calle, con una extraña sensación de libertad. Entonces piensas que sí, que eres capaz de pasar una temporada con esa única maleta. Puede que te hayas dejado algo, pero siempre podrás comprar lo que sea allá donde vayas.
Llegas a tu destino y te recuestas sobre la cama recién hecha —o sobre el tatami, si eres japonés—. Es una sensación agradable. La habitación está limpia y ordenada. No te rodean las distracciones habituales, aquello que ocupa gran parte de tu atención. Ese es el motivo de que los hoteles nos resulten tan cómodos. Dejas tu equipaje y sales a dar una vuelta por el barrio. Sientes los pies ligeros, como si pudieras seguir andando toda la vida. Eres libre de ir a donde quieras. No te falta tiempo, ni cargas con el peso de las tareas cotidianas y las responsabilidades laborales.
Este es un estado minimalista que casi todos hemos experimentado en algún momento. Sin embargo, también hacemos todo lo contrario.
Imagínate el viaje de vuelta. Aunque tu maleta había estado muy ordenada antes de salir, ahora casi todo está revuelto y apretujado. Los recuerdos que compraste no caben en la maleta, así que también llevas un par de bolsas grandes de papel. Además están los boletos de entrada y los recibos de los lugares turísticos que visitaste, y que vas a ordenar más tarde, ¿verdad? Por eso los sigues llevando en los bolsillos. Estás en la cola de seguridad y ha llegado el momento de sacar tu tarjeta de embarque. Vaya, ¿dónde la has puesto? Empiezas a mirar por todas partes pero no la encuentras. Te vas acercando al principio de la cola mientras tu frustración va en aumento. Sientes las miradas gélidas del resto de pasajeros que hacen cola detrás de ti, como si te clavaran agujas y chinchetas en la espalda.
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