Agradecimientos
El editor es un constructor del mundo, por eso le agradezco a César Arístides, mi editor y amigo, por levantar uno con más y mejores textos. Este libro nació debido a la emoción por las palabras, que nos caracteriza a ambos. Gracias.
Elena, desde nuestra primera conversación sobre: “¿Cómo se dice allá…?”, no hemos parado. Eres un ejemplo a seguir. Gracias por darte el tiempo y ser parte de esta primera aventura.
Diana, aprendí de ti que la comunicación y las palabras merecen un cuidado excepcional. Gracias por tu apoyo en cada una de estas páginas.
Agradezco a todos los profesionales del lenguaje que me han instruido y ayudado a crecer en esta profesión con sus cátedras, libros, ponencias, publicaciones, organizaciones, conversaciones. Tengo la fortuna de contar con amigos muy queridos en este medio que me han compartido y enseñado el cariño y respeto por nuestra profesión.
Gracias a mi lector, que tiene el interés de ser grande a través de sus textos. ¡Enhorabuena!
Capítulo 1
Redacción competitiva
¿Detestas que no te tomen en serio? ¡Yo sí! Por eso decidí ser una persona de escritura seria en la vida. Para mí, los mensajes que voy soltando al mundo en mis diversas plataformas de escritura —ya sean asuntos profesionales o personales— no tienen como primera finalidad ser leídos, sino entendidos.
La escritura es una herramienta de comunicación. Es un conducto por el cual transmitimos nuestras ideas, sentimientos, necesidades, responsabilidades… o sencillamente decimos: “Aquí estoy.”
No vamos a partir de escribir bien o mal, porque en principio todos pretenderíamos hacer correctamente las cosas desde el primer intento; además, si estás consultando este libro significa que tienes una edad-de-escritura muy desarrollada. Por lo tanto, no se trata de escribir de manera aceptable, sino competitivamente.
La redacción competitiva contempla no solo una correcta ortografía —trascendental, pero no el único aspecto en la comunicación escrita que debe cuidarse— o la consecución de párrafos delimitados, sino el dominio de los elementos que construyen una más puntual, más concisa y más transparente redacción: que tus líneas de texto digan correctamente y con coherencia y cohesión todo lo que pretendes comunicar; que no falte ni sobre nada en esas palabras y, sobre todo, que hablen por ellas. ¿Cómo llegar ahí? Por medio de la delimitación de ideas, ortografía, léxico, recursos de consulta, referencias de autoridades, revisión, autocorrección, aplicación de los conocimientos de tus lecturas previas, análisis de los participantes en tu comunicación, dominio de tu entorno comunicativo, eliminación de muletillas, repeticiones y otros vicios que suelen reproducirse del habla al papel o a la pantalla, corrección, precisión, legibilidad, cumplimiento de las necesidades del discurso, progresión temática, concisión… Esa conciencia y correcta aplicación es redacción competitiva. Lo que enlisto, y que desarrollo a lo largo del libro, como características de este tipo de redacción puede aplicarse en toda palabra escrita, incluso en tus comunicados en monosílabos. Digo que puede porque también podría ignorarse, incluso así estaríamos escribiendo, pero no competitivamente… Y ahí es donde queremos llegar.
Hablar de competencia como habilidad o capacidad en la tarea de escribir está directamente relacionado con competitividad, o sea, con el mundo al que nos enfrentamos. La competitividad es la “rivalidad para la consecución de un fin”. Sin importar tu edad, calcula que esa generación de jóvenes y adultos jóvenes es tu competencia directa. Y para aquellos con más años de experiencia, también es un desafío, pues las empresas cada vez restringen más la edad de contratación. Sí, no todos nos capacitamos igual o tenemos las mismas oportunidades, ni estamos en el mismo espacio geográfico ni industria, por lo que esta cifra tan extrema se va reduciendo según nuestro entorno escolar o laboral; pero su totalidad, que es una realidad, es el reflejo más claro de la competitividad. Y hagas lo que hagas, en la disciplina en la que te desenvuelvas, redactas, y redactas muchos tipos de texto. Nuestra actualidad es cada vez más competitiva y depende cada vez más de lo escrito. Recapacita en la competencia —como competitividad y habilidad— de la escritura.
Lo sé, no dedicamos todo el día a la escuela, al trabajo o a la escritura como un pasatiempo o profesión, pero resulta que esa otra actividad que nos ocupa varias horas se basa también en la redacción: navegar en internet. En México, según datos del estudio más reciente de la Asociación de Internet (Amipci), de las 24 horas del día, 8 estamos conectados a internet y 83% de nuestro tiempo en línea se lo dedicamos a las redes sociales. Entre las más populares están —en orden— Facebook, WhatsApp, YouTube, Twitter e Instagram; en México el promedio de redes que posee cada usuario es cinco. Las tres principales actividades que hacemos en internet son el acceso a redes sociales, enviar y recibir correos electrónicos, enviar y recibir mensajes instantáneos o llamadas. Esto significa que lo que más hacemos cuando estamos conectados es leer o escribir.
Por su parte, el promedio de edad de los usuarios que más se conectan es, primero, de 12 a 17 años (21%), seguido de 18 a 34 años (18%). Esos jóvenes y adultos jóvenes constituyen un sector muy representativo en la rivalidad de nuestra cotidianidad, tanto en ámbitos laborales como sociales, porque son quienes están creando más contenidos en internet.
Así que, si a un estudiante le preocupa entregar un trabajo final o duda sobre cómo respondió su examen, cuando llegue el momento de iniciar su vida laboral lo que sentirá será temor. Muy pronto todo se reduce a una larga tesis con dos o más sinodales hurgando en cada detalle, a ese mensaje de texto en el grupo de WhatsApp godínez, al presupuesto para entregar al jefe, al correo electrónico que se volverá un largo hilo que se reenviará a todo el departamento de la empresa, a la propuesta de emprendimiento que concursará por un financiamiento, a las publicaciones en redes que todos comentarán, a que se tomen en serio la carta de renuncia en la que se acusa a la compañía de poco profesional… y en la que no puede haber faltas de ortografía porque entonces el poco profesional será quien la redactó.
Entiende: escribir significa todo. Porque para todo se necesita escribir. Así que quien esté mejor preparado tendrá mayores posibilidades de triunfar en la meta concreta, desde que no le regresen a uno la tesis para reescribirla toda hasta ser el candidato mejor posicionado para ese trabajo al que tantos otros se han postulado. ¿Cómo competir con nuestra redacción si no somos competitivos?
H ay cuatro elementos que constituyen la base de la escritura competitiva: adecuación, dominio del entorno comunicativo, corrección y revisión. En este primer capítulo abordaremos los tres primeros, pues el cuarto tiene su propia sección en “Sé autosuficiente en tus redacciones. Cómo resolver tus propias dudas”, del segundo capítulo.
ADECUACIÓN es volver apropiado el mensaje: comunicarlo en el contexto, en el canal y con la enunciación adecuados para la situación. En otras palabras, es el proceso de adaptación como hablante o escritor a los que escuchan o leen. Se trata de amoldarse en un situación comunicativa (quién dice; qué dice; quién escucha; en qué formato se lee o en qué espacio se oye; en qué contexto social, cultural, temporal…), apropiarse de esos aspectos para lograr una intención comunicativa, el propósito del mensaje: que alguien se entere de algo, que se note que estás molesto, que volteen y te escuchen con atención, que te debatan o te den la razón…
La adecuación es asimismo la capacidad del escritor de insertarse dentro del ENTORNO COMUNICATIVO, segundo elemento de la escritura competitiva. Para su dominio revisa los tres siguientes elementos en cada mensaje, que, por supuesto, deben ser adecuados en cada caso:
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