4. Claves y consejos para la correcta
redacción de un informe grafológico
11. Aspectos positivos y negativos en la escritura.
Puntos fuertes y débiles de la personalidad
Capítulo 1
Claves y consejos prácticos para
redactar informes grafológicos
1. La idea de este libro
La grafología es una de esas materias con una teoría apasionante y completísima, que uno nunca se cansa de estudiar e investigar, pero que para ello requiere de una práctica intensa e incesante. Conocimientos teóricos sin práctica, en grafología, caen en saco roto.
Muchos alumnos se acercan a los cursos de grafología pensando que, con un simple taller de dos horas, ya van a ser capaces de deducir la personalidad del autor de un manuscrito. No me canso de decírselo a mis alumnos y, de hecho, es lo primero que hago cuando comienza el curso: la grafología requiere de mucho tiempo y, sobre todo, de mucha práctica para su completo conocimiento y co mprensión; hay que ver y analizar muchas escrituras diferentes para poder darnos cuenta de su complejidad, y tomar conciencia de la gran responsabilidad que el grafólogo tiene entre manos cuando se le encarga un informe grafológico.
Ni uno ni cien cursos de grafología nos hacen expertos en la materia, si no seguimos practicando, indagando y profundizando en ella. Y es, como digo, una práctica inc esante.
A los conocimientos que el grafólogo ha de tener, hay que sumarles también la ética profesional, el ser conscie ntes de que estamos trabajando con personas y para personas. Que el “producto” de nuestro trabajo sea el reflejo impreso de la personalidad de otro no es “moco de pavo”, y no es algo que se pueda tomar a la ligera. Y un buen profesional que se precie no sólo ha de saber rascar en lo profundo del alma humana para ofrecer al cliente su mejor reflejo, y aplacar así su inquietud por conocerse mejor a sí mismo, sino ha de niquelar también su trabajo presentando un informe estructurado y redactado, adecuándose a las expectativas de su lector, bien sea éste cliente directo (un particular) o indirecto (p.ej. empresa o consultora de recursos humanos)
El tema de la redacción de informes grafológicos es peliagudo. Muchos alumnos piden que, en los cursos, se les enseñe a redactar, o piden informes hechos para copiar la estructura y el estilo.
En cuanto a la estructura del informe , está claro que en esta materia no hay criterios únicos. Generalmente, cada profesional grafólogo adopta, para la estructura de sus informes, la que su maestro a su vez le enseñó, si bien modificando y haciendo suyos algunos conceptos, para acomodarlos mejor a su forma de estructurar los trabajos, clarificarlos y ajustarlos a su propio estilo. En mi caso, provengo de la Escuela de Mauricio Xandró, y en los informes profesionales que habitualmente hago, adopto y también adapto y sintetizo la estructura que mi profesora, Isabel Sánchez-Bernuy, me enseñó en su día. Lo mismo harán también los profesionales provenientes de otras escuelas: la estructura cambiará, aunque la esencia de la Grafología sea la misma. Como suele decirse “cada maestrillo tiene su librillo”, y también cada maestrillo puede generar, a su vez, otros maestrillos que, a través de sus propias investigaciones y experiencias profesionales pueda aportar nuevos datos, airear y readaptar las enseñanzas de sus maestros anteriores. A esto se suma el hecho de que la grafología es una ciencia en constante avance, y su renovación ha de ser continua, ya que los modelos caligráficos, al igual que la cultura, la sociedad y los modelos de comportamiento, cambian con los tiempos, a pasos agigantados, por lo que ¡¡o renovarse o morir!!
El estilo de redacción ya es otro cantar. Aquí sí que nos adentramos en el ámbito de lo subjetivo y personal y, al menos yo, me siento incapaz de enseñar a redactar a nadie. Se puede ser muy buen grafólogo pero no saber redactar informes, al igual que un profesor puede saber mucho sobre una materia y ser incapaz de exponerla y transmitir con claridad esos conocimientos. En estos casos, cuando uno ama su profesión y quiere dar el mejor servicio posible, generalmente trata de hacer todo lo mejor que sabe: presentar un informe con contenidos certeros y contundentes, unido a una redacción estructurada, clara, concisa y respetuosa.
Como digo, con esta obra no pretendo enseñar a r edactar informes, pero sí me veo capaz de, desde mi propia experiencia profesional, proporcionar unas pinceladas, unas ligeras pautas para enriquecer los contenidos de un buen análisis grafológico, con una buena presentación de forma.
La idea de este libro es, por tanto, ofrecer un compl emento útil a otros libros o cursos de grafología, que ya ofrecen multitud de información sobre cómo analizar manuscritos, aportando mi propia guía para estructurar el informe de una forma sencilla y ordenada, y también lanzar algunas claves y consejillos para favorecer una adecuada y atractiva redacción.
2. El informe grafológico. Tipología
Como ya he comentado en la introducción, no quiero detenerme aquí en explicar las bases de la interpretación grafológica de manuscritos, ya que considero esta obra complemento de otras que ya analizan toda esta teoría. Considero que quien está leyendo este libro, es ya gran conocedor de los orígenes, la historia, las distintas escuelas, y los famosos ocho órdenes grafológicos básicos, y de los conceptos de firma y rúbrica, que son la base y sustento de la Grafología, y que, desde nuestra escritura única e irrepetible, irradian el más absoluto y certero retrato de nuestra personalidad.
Tan sólo me limito a aportar mi breve guía estructural, y así dejamos más paso al tema concreto de la redacción del informe ¿de acuerdo? ¡¡Pues al grano!!
Pongámonos por un momento en el pellejo de quien encarga un informe grafológico...
Si no nos lo cuenta expresamente en su solicitud, m uchas veces podemos intuir si esa persona tiene o no conciencia de lo que es realmente la grafología, y si sabe a ciencia cierta a qué tipo de profesional se está dirigiendo. Suele haber casos curiosos:
― El que piensa que el grafólogo es un adivino o una pitonisa : a éste hay que dejarle claro que lo que refleja y de lo que puede hablar nuestra escritura es del presente, de la personalidad que manifestamos en el momento en que redactamos el escrito. Al igual que un espejo nos devuelve nuestra imagen impecable, bien cuando nos levantamos por la mañana con los pelos de punta y los ojos hinchados, o bien cuando, a punto de salir a una fiesta, nos regala la imagen llena de color, frescura y aspecto brillante, así la escritura refleja también lo malo y lo bueno de nuestro peor o mejor momento, con todas las circunstancias que lo impregnan.