Un reto para el actor
Uta Hagen
Traducción
Elena Vilallonga
ALBA
A la memoria de Herbert, mi inspirador
5
La transferencia
Nota de la autora: a lo largo del libro, «yo», «tú» y «tus» apare cen entrecomillados para diferenciar al personaje de una obra del actor al que me dirijo, es decir, de la persona.
Cuando Laurette Taylor subrayaba que para ser un buen actor sólo se necesita imaginación, yo pensaba: ¡Qué bien, porque yo tengo mucha! El problema es que no sabía muy bien cómo utilizarla y con qué fines. Tras la primera lectura de una obra, construía una imagen del personaje según mi parecer. Si se trataba de un clásico conocido, ya tenía una imagen preconcebida. Después la embellecía. Trataba de imaginar el aspecto de ella, cómo caminaba, hablaba, sufría, amaba, reía, dónde vivía, cómo reaccionaba delante de los conflictos, y, a medida que lo hacía, la distanciaba de mí misma cada vez más. Por mucho que intentara recrear esta imagen en mi propia psique, en el momento de actuar caía impepinablemente en la trampa de marcar y ejemplificar las acciones del personaje. A esas alturas de mi carrera, todavía no sabía cómo ampliar los conocimientos de mi propia identidad, todavía no era consciente de que estaba compuesta de diferentes seres humanos y de que todo el material que tenía que expresar estaba dentro de mí.
Finalmente, sólo cuando aprendí a utilizar correctamente la imaginación y empecé a trabajar los papeles planteándome la pregunta: «¿Y si yo fuera…?», encontré el buen camino para identificarme en profundidad con el personaje. Tuve que hacer altos en el camino y recurrir a mis experiencias vitales para hacer una selección de las transferencias que eran relevantes para mi personaje. El laborioso viaje concluyó en la creación de un nuevo «yo». El diccionario Webster define el verbo transferir de la siguiente manera: «Transmitir algo de una persona, lugar o situación a otra». Si, al igual que Laurette Taylor, quieres asegurarte de que llevas «la ropa interior» del personaje, deberás empezar desde el principio a buscar las transferencias desde tu propia vida hasta ahondar en los orígenes más remotos del personaje, y así podrás creer plenamente en tu nueva existencia.
Tomaré a Blanche DuBois como ejemplo, ya que la mayoría de vosotros conoceréis la obra Un tranvía llamado deseo de Tennessee Williams, un clásico del siglo xx. Pienso que la tendencia a formarse un cliché general de un personaje puede manifestarse en la primera lectura de una obra. Para luchar contra esta tentación sería interesante que, mientras lees, te imagines que tú mismo eres el personaje que vas a encarnar. Los misterios que se revelan conforme la obra se desarrolla, y los hechos de la vida de Blanche, que se conocen a través de las acciones, se particularizarán mediante las transferencias que hagas de tu propia vida. En la primera escena te enteras de que «te» criaron en Belle Reve, una mansión del sur que fue hipotecada y que se deterioró poco a poco, que «te» convertiste en profesora de escuela y que con «tu» escaso salario intentabas mantener «tu» casa. También te enteras de que «tu» madre, padre y otros parientes han muerto, algunos de ellos en tus brazos, tras padecer enfermedades tan crueles y devastadoras como el cáncer, durante las que «tú» los cuidaste. Te enteras también de que una gran muchedumbre desfiló hasta el cementerio, que «tú» tuviste que financiar una serie de funerales para los que tuviste que hipotecar Belle Reve (Bello Sueño) hasta perderla –«¡perderla, perderla!»– y que Stella, «tu» hermana pequeña, al haberse ido de casa no tuvo que cargar con esos lastres. Más tarde sabrás que «tú» te casaste con un joven apuesto, que «tú» lo idolatraste hasta que le sorprendiste en una situación muy comprometida con un hombre mayor, tras lo cual «tu» joven marido homosexual se suicidó.
En un intento por recuperar este amor perdido, «tú» empiezas a seducir a hombres jóvenes y a beber cada vez más. Tras la pérdida de Belle Reve, «tú» tuviste que mudarte al Flamingo, un hotel de tres al cuarto, donde «tus» historias amorosas empezaban a incomodar a los dueños. El director de la escuela empieza a enterarse de los rumores que corren y «te» despide. Al final «te» echan prácticamente del lugar. Por lo tanto, al comienzo de la obra, «tú» eres una vagabunda sin dinero que busca refugio en el apartamento de «su» hermana y «su» cuñado, un piso destartalado del barrio latino de Nueva Orleans. Incapaz de afrontar el escándalo de «tu» vida pasada, desesperadamente aferrada a las ilusiones de una vida de placer y opulencia, evadiéndote de la realidad y de los malos pensamientos, ahora «te» enfrentas a la última oportunidad de sobrevivir en este nuevo entorno que «te» resulta tan ajeno. «Tú» estás convencida de que «tu» hermana y «tu» marido no saben nada de «tu» escandalosa vida pasada y crees que es muy importante guardar «tus» secretos y no contarles nada. «Tú» has llegado en un autobús destartalado y después, en un tranvía llamado Deseo, has alcanzado «tu» destino, Campos Elíseos, el nombre de la estación donde se detiene el tranvía, y ¡en este punto es donde empieza «tu» vida en la obra! (Claro que tú, como lector, y el público, como espectador, iréis recibiendo la información a medida que se desarrolla la obra.)
No es muy probable que tu imaginación sea tan poderosa como para convertir estos sobrecogedores hechos en una realidad tan clara como para identificarte con ellos. Sin embargo, te servirá ahora si tratas de hacer lentamente las pertinentes transferencias de tus propias experiencias a las de la obra hasta que se conviertan en hechos sinónimos . Parte desde «tus» orígenes y pregúntate «¿dónde nací “yo”?» y respóndete, «en Laurel, Misisipí». Esta pregunta requerirá una clarificación inmediata dado que es muy probable que no hayas nacido allí. Pero tal vez hayas viajado por el estado, hayas visto los árboles cubiertos de musgo, hayas pasado cerca de las mansiones de antes de la guerra rodeadas de jardines, unos sombríos y otros quemados por el sol, y tal vez paseando por allí te hayas embriagado de su rancio olor a sueños perdidos. También es posible que hayas divisado algún parterre con las flores que de niña eran tus favoritas. Tal vez hayas compartido tus recuerdos con el portero de alguna de las casas. Si durante este viaje has aprovechado tu imaginación de actor y has fingido vivir allí, ahora sólo tienes que solidificar y adornar los hechos. «Tú», ¿a qué jugabas? ¿Dentro o fuera de casa? ¿Con quién? ¿A qué amigo puedes transferir a este entorno e imaginar que juegas con él al escondite o a «tocar y a parar»? ¿Tenías una hermana menor que pudiera hacer de «tu» hermana «Stella»? Si no, piensa en una prima o en una amiga más pequeña que tú a quien cuidabas o con la que disfrutabas jugando. ¿Estudiabais o leíais juntas en imponentes habitaciones? ¿Podrías encontrar tu peluche favorito en aquella cama con dosel? ¿Tu cama podría estar cubierta con tu edredón favorito? Stella y «tú» ¿os probabais ropa juntas, fingiendo ser las reinas de la fiesta, bailando por la habitación en brazos de algún apuesto soldado?
Evidentemente, el actor que haya nacido en el sur de Estados Unidos dispondrá de fuentes más directas para trabajar que un norteño, que deberá recrear más. Pero aunque nunca hayas estado allí ni de visita, aprovecha ahora y consulta los numerosos libros y fotografías que existen sobre el país de Faulkner y las casas del sur, y así podrás hacer transferencias mediante los mismos procesos de imaginación que ya conoces. También podrías visitar algún estado de Long Island o de alguna parte de los suburbios del Medio Oeste que te recuerden a las mansiones sureñas a fin de potenciar tu sentido de la realidad de aquella época. Así llegarás a construir unos buenos cimientos para tu nueva infancia.
Ahora ya sabes que Belle Reve se perdió a pesar de «tus» luchas en vano por mantenerla para que «tus» acreedores no te la arrebataran. Tienes que buscar un sustituto para este sentimiento de desarraigo y esta desesperación motivados por una pérdida tan querida. Mudarte, aunque sea a un lugar mejor, podría ser una experiencia traumática, y te haría sentir insegura o temerosa, como le ocurre a Blanche. Dejar una casa de verano, o vaciar un espacio con el fin de alquilarlo, o cualquier otra cosa que pueda hacerte sentir desplazada te resultará muy útil para este papel.
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