ANDREA OWEN
Deja de sentirte
como una mierda
Consejos prácticos para
evitar boicotear tu vida
Traducción de
Sheila Espinosa Arribas
Índice
Andrea Owen es escritora, mentora y coach life. Su misión es ayudar a las mujeres con altos cargos a abandonar el perfeccionismo, el control y el aislamiento y ayudarlas a encontrar su coraje y confianza. Es autora de 52 Ways to Live a Kick-Ass Life (Adams Media/Simon & Schuster). Cuando no está haciendo malabares con su práctica de entrenamiento o retiros de coaching, está compitiendo en triatlones, persiguiendo a sus dos hijos o besándose con su esposo, Jason.
Título original: How to Stop Feeling Like Shit
Edición en formato digital: enero de 2019
© 2017, Andrea Owen
Publicado por acuerdo con Taryn Fagerness Agency y Sandra Bruna Agencia Literaria, S.L.
Todos los derechos reservados
© 2019, Penguin Random House Grupo Editorial, S. A. U.
Travessera de Gràcia, 47-49. 08021 Barcelona
© 2019, Sheila Espinosa Arribas, por la traducción
Diseño de portada: Cèl·lula
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ISBN: 978-84-253-5705-3
Composición digital: M.I. Maquetación, S.L.
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Toma las riendas de tu vida, deja de vivir para complacer a otros, para ser la mejor y para llegar a todo y ¡sé feliz!
La vida a veces es jodida, pero hay que aprender a vivirla lo mejor posible y eso sin boicotear la felicidad con actitudes que suelen tener un origen de protección de las que se abusa. La autora propone tomar consciencia de ellas e invitar a las mujeres que apaguen el piloto automático y busquen alternativas para poder desarrollar al máximo su potencial de felicidad.
Andrea Owen no solo disecciona los hábitos que la mayoría de mujeres adoptan para protegerse de experimentar sentimientos indeseables y ofrece soluciones para que consigan los cambios que desean hacer para que puedan alinearse con lo que realmente quieren ser.
Del inglés AFGO o «another fucking growth opportunity». (N. de la T.)
Pollyanna es una novela de la escritora norteamericana Eleanor H. Porter publicada en 1913. Narra la historia de una niña huérfana que se inventa un juego: buscar el lado positivo de todas las cosas. Tuvo tanto éxito que el nombre dio el salto a la lengua y desde entonces se utiliza para referirse a las personas excesivamente optimistas. (N. de la T.)
Malcolm Forbes, el creador de la revista Forbes, fue el autor de la frase original, «He who dies with the most toys wins» («El que muera con más juguetes gana»). Con el tiempo, la frase se convirtió en una crítica al capitalismo salvaje y en la actualidad se adapta a todo tipo de mensajes. (N. de la T.)
Este libro está dedicado a todas las mujeres
que han decidido encender una llama en su vida
Introducción
A principios de 2007 toqué fondo.
El hombre con el que estaba saliendo me había convencido para que dejara el trabajo y mi piso y me fuese a vivir con él. Mientras planeábamos la mudanza, descubrí que me había estado mintiendo desde el principio de nuestra relación; incluso se inventó una historia sobre que padecía un cáncer para ocultar su adicción a las drogas. Me había sacado varios miles de dólares y aquella misma semana me hice un test de embarazo que dio positivo. Al cabo de un mes, más o menos, cuando me quedé sin un centavo, me dejó. Me había timado.
Me sentí humillada, además de estar arruinada, sin trabajo, sin casa y, por si fuera poco, embarazada. Y además, hacía poco más de un año que mi exmarido me había dejado por otra mujer.
La pena que todo el mundo —familia, amigos y compañeros de profesión— sentía por mí me resultaba insoportable. Notaba su incomodidad cuando estaban conmigo, no sabían qué decirme ni qué hacer. Algunos incluso me evitaban, como si no quisieran acercarse demasiado por si se les contagiaba mi mala suerte. Odiaba mi vida y me odiaba a mí misma por haber aguantado todo lo que me había llevado hasta allí.
La soledad y la vergüenza me resultaban insoportables. Era como si toda la gente que conocía estuviera felizmente casada o teniendo hijos, y los que seguían solteros al menos no estaban hechos unos zorros como yo. Además de ser la mujer más tonta sobre la faz de la Tierra, sentía que había algo en mí que no funcionaba. Me preguntaba una y otra vez: «¿Cómo he podido caer tan bajo? ¿Cómo es posible que sea tan idiota? ¿Se puede saber qué me pasa?».
Si vuelvo la mirada atrás, ahora sé que llevaba años construyendo una vida en la que yo era lo que los demás esperaban de mí. Tenía el ánimo por los suelos y ni idea de cuál era mi valía como persona. El mundo me paralizaba. Me daba pánico que la gente se enterara de quién era yo en realidad. Me aterrorizaba la posibilidad de que supieran lo ignorante que era. No quería que descubrieran con qué desesperación dependía de los demás, la necesidad abrumadora de querer y ser querida. Había construido mi vida alrededor del perfeccionismo, del autosabotaje y de la necesidad de control, hábitos que creía que me mantendrían a salvo. Hasta que todo cambió.
En cuanto empecé a recuperarme, con paso lento pero seguro, descubrí que no era la única que había construido su vida a partir de aquellos mismos comportamientos. Cuando abrí mi consulta y empecé a tratar a otras mujeres que me recordaban a mí, me di cuenta de que eran muchas las que repetían los mismos comportamientos autodestructivos que yo. Y querían saber por qué se sentían tan mal.