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A mi familia:
este libro es para ustedes,
Diana, Ralph, Chris, Heidi y Katherine.
Gracias por motivarme para perseguir mis sueños,
por ser mis guías espirituales, por mostrarme cómo servir
al mundo y por enseñarme decencia, paciencia
y, sobre todo, amor.
Naciste con potencial.
Naciste con bondad y confianza. Naciste con
ideales y sueños. Naciste con grandeza.
Naciste con alas.
No fuiste hecho para arrastrarte, así que no lo hagas.
Tienes alas.
Aprende a usarlas y vuela.
R UMI
Durante los últimos años he sido el hombre más afortunado del mundo. Cada semana mi trabajo ha consistido en estudiar en una exclusiva universidad de élite —aunque no oficial—, una academia mítica en donde los hombres y las mujeres más grandiosos del mundo enseñan, dan conferencias y devuelven los favores que recibieron; un lugar en donde a su vez comparten el increíble conocimiento que han acumulado en el camino que les ha llevado a ser los mejores en lo que hacen.
Mis profesores fueron medallistas olímpicos, músicos premiados, autores que figuran en la lista de bestsellers del New York Times, activistas y filántropos que cambiaron el mundo, empresarios increíblemente exitosos, y expertos y pensadores inspiradores. Tuve la fortuna de estudiar con ellos, de asistir a sus clases y de aprender cosas de cada uno de ellos que llevaré conmigo por siempre. Considero que esta educación es el mejor regalo que he recibido.
En el fondo, todos creemos que existe algo así en algún lugar —eso esperamos —, pero no sabemos dónde encontrarlo o cómo conseguirlo. Nuestro mundo está lleno de información y datos, a diferencia de lo que sucedía en cualquier otro momento de la historia, y eso nos ha embriagado a muchos de nosotros. Pod ía mos escribir cualquier cosa en la barra de búsqueda de Google y obtener millones de resultados en una millonésima de segundo. Podíamos elegir un tema y perdernos en el laberinto de Wikipedia por horas, cuando no días enteros. Pero al final, la información que solo servía para saciar la curiosidad no era suficiente. Necesit áb amos algo más. Queríamos saber cómo aplicarla en el mundo y en nuestras vidas. Queríamos conocimiento y sabiduría, no solo unos y ceros. Creemos que podemos encontrarlos en lugares como el Foro Económico Mundial de Davos. O en Summit Series. O en ted . He asistido a varios de estos foros y eventos, pero honestamente no se acercan ni un poco a lo que he experimentado en los últimos años.
El lugar del que te hablo se parece más a la caverna de Platón que al círculo rojo en el escenario ted . Mis increíbles mentores no hablaban por 18 minutos y después se esfumaban; estaban sentados frente a mí, literal y virtualmente, y me sacaron de las sombras para llevarme hacia la luz del conocimiento verdadero. ¿Cómo ocurrió? Aún no estoy del todo seguro, pero hay algo que sí sé: ellos alimentaron mi pasión para sentarme frente a ti, a través de las páginas de este libro, y compartirte su conocimiento.
Llamo a este lugar la Escuela de la Grandeza.
No es una escuela común y corriente. No hay aulas. Tampoco hay tareas, ni un director que haga que se cumplan las reglas o que pase asistencia. Nadie paga una cuota de inscripción, salvo el costo de este libro. Algunos de los «maestros» sentirían rechazo al escuchar que los llamo así. Y cuando por fin salgamos de nuevo a probar suerte en el mundo real, sin duda no habrá una ceremonia de graduación ni un diploma.
Para ser claros, esta escuela es grandiosa no porque acepte solo a estudiantes grandiosos, sino porque los profesores ya lo son y los alumnos quieren serlo. Todos ellos tienen sueños grandiosos, y como dijo Wilma Rudolph, la campeona olímpica que alguna vez fue la mujer más veloz del mundo: «Nunca subestimes el poder de los sueños y la influencia del espíritu humano. Todos somos iguales desde este punto de vista: el potencial de grandeza vive en cada uno de nosotros».
En la Escuela de la Grandeza aprenderás a reconocer y aprovechar ese potencial. Llegarás a entender la importancia de los sueños y las herramientas que existen en tu interior para hacerlos realidad. La Escuela de la Grandeza no es una bolsa llena de trucos y atajos. Tampoco es un campo de entrenamiento militar. Es un estilo de vida, una forma de vivir. Cuando quieres bajar de peso y mantenerte así, no haces una dieta, porque las dietas se basan en restricciones artificiales. Son un martirio. En vez de eso, lo que haces es cambiar tu estilo de vida para que se corresponda con tus metas. En esto es lo mismo. la Escuela de la Grandeza es un estilo de vida para toda la vida, de manera que llegues a amar la tuya.
Al igual que los demás profesores y estudiantes de la Escuela de la Grandeza , he perseguido grandes sueños durante toda mi vida. Desde que tengo memoria, siempre quise ser All-American, es decir, estar entre los mejores deportistas universitarios. Al haber crecido en Ohio, y seguir creciendo hasta medir 1.93 metros, era obvio que jugar ía futbol americano en la Universidad Estatal de Ohio. Ese era el sueño de todos los niños en Ohio, y todo lo que hice durante mi infancia y adolescencia tuvo como objetivo cumplir este propósito. No hubo un solo día en el que no pensara en ello y no trabajara para conseguirlo… y lo logré, más o menos. Asistí a una pequeña universidad en Ohio y después me transferí en dos ocasiones a otras universidades para tener más (y mejores) oportunidades, e incluso batí varios récords mientras tanto. Pero no fue hasta mi último año cuando cumplí mi sueño de ser uno de los mejores atletas del país… en decatlón, una disciplina para la que nunca me había entrenado. ¡Jamás me hubiera imaginado que algo así pasaría!
En cuanto cumplí la meta de ser All-American —la primera vez en decatlón y un año más tarde en futbol americano—, mi sueño empezó a perder brillo y yo no sabía por qué. Había cumplido mis objetivos, y llegué más lejos de lo que muchas personas esperaban, pero eso no me servía de consuelo. En una fiesta que se organizó para celebrar mis logros, un momento que debía haber sido mi mayor triunfo, me sentía miserable. No podía disfrutarlo porque ya tenía otro objetivo ante mí: ser jugador profesional. Poco después tuve que hacer una prueba frente a una docena de scouts de la nfl en un campo techado de la Universidad Estatal de Ohio, la escuela con la que había soñado en el pasado, junto a varios jugadores que en el futuro jugarían en la nfl e incluso uno que llegaría a ser jugador más valioso en el Super Bowl. Lo hice bien, pero, al venir de una escuela pequeña, tenía pocas posibilidades de ser seleccionado. Un equipo de la Arena Football League, que es técnicamente futbol americano profesional, me dio una oportunidad; sin embargo, a causa de una serie de lesiones constantes y rehabilitaciones complicadas, apenas pude jugar un año.
De repente mis sueños de gloria y fama se esfumaron. No fue agradable. Tenía 24 años, estaba acabado, sin dinero, y dormía en el sillón de mi hermana con el brazo enyesado y una montaña de deudas en mi tarjeta de crédito. No tenía sueños, lo que estaba viviendo era una pesadilla… y temía que fuera una de la que nunca despertara. Fue el punto más bajo que he experimentado en mi vida.
Lo que veo ahora, en dolorosa retrospectiva, es que no estaba persiguiendo en específico el sueño de ser All-American o de llegar a la nfl ; esas eran metas aisladas. Mi verdadero sueño era enorme: quería ser grandioso. Y lo que me faltaba en la vida, acostado en ese sillón, con una muñeca fracturada y sin dinero en la cartera, no era habilidad o talento; era un propósito más elevado, la sensación de estar trabajando y esforzándome por algo más importante que yo mismo.