La vida no consiste en buscarse a sí mismo, sino en crearse a sí mismo.
PRÓLOGO
Barack Obama, un nuevo icono
para el siglo XXI
N os parece un guiño amable abrir este pequeño manual de un hombre hecho a sí mismo con las palabras de otro que, además, supo reflejar de forma impecable el proceso de aprendizaje —en este caso, de la dicción— de una señorita vulgar que llegará a figurar en sociedad. Esta «My Fair Lady» (en la versión cinematográfica de la obra teatral) nos divirtió, sorprendió y emocionó, como sólo las personas que logran, con su esfuerzo y magnetismo, alcanzar sus objetivos.
Barack Obama, un ciudadano americano medio, mestizo y nacido en una familia disfuncional, tenía todas las cartas para convertirse en un individuo común e incluso anodino. Frente a sus circunstancias, sin embargo, el hombre se educó y creyó tanto en sí mismo que consiguió poner el mundo a sus pies. Si el hecho de que una persona de raza negra haya llegado a la Casa Blanca tras siglos de segregación racial y discriminación ha sido tildado de «histórico», no menos increíble resulta el relato de su ascensión hasta llegar a ser el primer icono del siglo XXI .
En este libro queremos retratar esa trayectoria a través de todos los recursos, innatos y aprendidos, de este líder. El método Obama pretende ser una obra inspiradora para crecer y superarse como individuos en el marco de una sociedad competitiva pero que no olvida la humanidad y que, de hecho, se aferra a ella para salir adelante. O eso demuestra la confianza y la esperanza que hombres y mujeres de todas las razas y culturas depositan en el presidente número 44 de Estados Unidos. El fervor por Barack Obama evidencia la necesidad de un cambio, en este caso, en manos de una figura ya tomada por mesiánica. Un «dios» que, precisamente, se caracteriza por unas cualidades humanas tan esenciales como simples y básicas. La respuesta al «Ahora, ¿qué?» es «Obama».
De ahí, del inmenso seguimiento popular, surge también la premisa de que este manual es útil para todos. Ésta no es una guía para empresarios o políticos. Estas páginas están pensadas para orientar a adolescentes; a padres; a aquellos que buscan trabajo; a los que soportan responsabilidades; a gente con complejos y con necesidad de superarlos; a los que quieren dirigir bien; a los que desean seducir sin dañar; a los que buscan comprensión dentro y fuera de ellos mismos; a los que no saben cómo cambiar sus pasos. Recoge recomendaciones para hombres y para mujeres, sin diferencia, aunque a veces se expresen en género masculino (¡cosas del idioma, no del pensamiento!).
Tras un exhaustivo análisis, aplicamos la andadura de Obama a las situaciones de cada día: hablar en una boda o en público, una entrevista de trabajo, una cita, integrarse en un nuevo círculo… Sin dogmas, con sugerencias, y entendiendo la comunicación como un todo. Todo comunica: cómo luces, cómo te mueves, cómo das la mano, cómo aceptas los halagos y las derrotas. El «Fenómeno Obama» ha devuelto a las portadas todos los conceptos modernos de la imagen, la comunicación, el marketing y el crecimiento personal cimentado en las cosas sencillas y el bienestar interior.
La carrera política de Barack Obama nos desvela un uso impecable de los elementos físicos y de la fortaleza emocional. En esta línea, nos hemos permitido organizar este libro en dos partes interconectadas: el cuerpo y el alma. En la primera parte, repasamos detalles de estilismo, aseo, movimiento, postura y lenguaje no verbal en general, apariencia, fotogenia, versatilidad. En el segundo tramo del libro nos adentramos en las características anímicas: la moderación, el mensaje positivo, la organización mental y el cultivo del espíritu, la preocupación por las personas y el entorno. Se trata de una visión global sobre una persona que podría ser cualquiera de nosotros.
Una persona que pertenece y representa intensamente la estructura social actual. Su madre, Ann Dunham, natural de Kansas, de raza blanca, se casó con el keniano Barack, pero el matrimonio apenas duró unos años, por lo que el pequeño Obama no conoció a su progenitor. Con su madre y el nuevo marido de ésta vivió en Indonesia (país de origen de su padrastro), para regresar a Hawai, donde se crió con sus abuelos. Este patente baño de culturas es un rasgo completamente distintivo de la globalización que marca el carácter curioso y abierto del nuevo presidente. Su dedicación y disciplina le orientaron con éxito en sus años universitarios en el Occidental College (Los Ángeles), en la Universidad Columbia (Nueva York) y en la Facultad de Derecho de Harvard, una nueva «ruta» que se traduce en el conocimiento de varios lugares emblemáticos de Estados Unidos con idiosincrasia propia. Pero, además de formarse, Barack Obama nunca descuidó su contacto con la gente. Todos sus compañeros, vecinos y amigos lo definen como alguien preocupado sinceramente por los demás, con los pies en el suelo, decidido, serio y, al tiempo, muy agradable y divertido. Su mujer, la abogada nacida en Chicago Michelle Obama, admira de él su gran capacidad para conectar con la gente y su fidelidad al compromiso, un valor que con ella ya se prolonga casi veinte años, y que tiene como fruto a las dos hijas del matrimonio: Malia, de diez años, y Sasha (Natasha), de siete.
El compromiso siempre ha señalado la trayectoria de Obama. Pese a sus variadas raíces, siempre destaca el valor de los afroamericanos y tiene como inspiración a figuras como Martin Luther King. Eso sí, sin excluir a John Fitzgerald Kennedy o a Gandhi. El compromiso le condujo también a la política. En 2004, era elegido senador por Chicago. En la convención demócrata de ese mismo año, el gran fotógrafo Richard Avedon lo retrataba «por su gran carisma», entre otros rostros desconocidos que acudían a esa cita. El fallecido Avedon quizá ya vislumbraba que ese político emergente iba a llegar muy lejos, aunque tal vez nunca pudo imaginar que, en sólo cinco años, superaría a una de las piezas fuertes de su partido, Hillary Clinton, en la elección de un candidato demócrata a la presidencia y, poco después, arrasaría en las elecciones presidenciales, hasta con el aplauso y la admiración de su rival, el republicano John McCain. Unos afirman que son pocos los que poseen el don de crear ilusión, pero nosotros creemos, como el escritor irlandés George Bernard Shaw, con el que hemos empezado, que el hombre ha confiado en su Pigmalión. Barack Obama ha moldeado su propio mito. Él lo dice: «El cambio no llegará si esperamos a otra época u a otra persona. El cambio somos nosotros».
PRIMERA PARTE
EL CUERPO COMUNICATIVO
1
Limpio por fuera, limpio por dentro
E s cierto. El hábito no hace al monje: no por acicalarte o lucir determinados elementos en tu indumentaria te vas a ver —ni te van a ver— como quien no eres. Por eso, es mucho mejor que emplees tu ingenio y tu energía en encontrar tu imagen, la que refleja tu personalidad. Con esta afirmación, sin embargo, no estamos restándole importancia a los consejos de un buen estilismo para cada ocasión. Más que «aparentar», debemos enfocarnos a «proyectar».
Y, no cabe duda, uno de los adjetivos que mejor te proyectan es «limpio». Cuando alguien se presenta limpio y cuidado —como el nuevo inquilino de la Casa Blanca—, nos embarga un sentimiento de que no tiene nada que esconder: se encuentra tan a gusto consigo mismo como nosotros con su presencia.