Serie Autoayuda y Desarrollo Personal
Cómo ganar amigos e influenciar a las personas
en el siglo 21
Lecciones transformadoras que le permitirán a cualquiera conseguir relaciones duraderas y llevarse bien con personas en todos los ámbitos de la vida moderna
Por Josué Rodríguez
Copyright 2012 by Josué Rodríguez
Digital Edition v. 2.5.7.13
© 2013 Editorial Imagen, Córdoba, Argentina
Editorialimagen.com
ISBN: 9781465996992
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Tabla de Contenido
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Prefacio
Últimamente he oído con mucha frecuencia el dicho “Una persona es conocida por la compañía que tiene”. Casi todas las formas de lenguaje en la tierra tienen alguna forma de equivalente para este proverbio.
Esto es un claro indicio de lo importante que es elegir a los amigos correctos. De hecho, podríamos extrapolar este enunciado y decir que es muy importante elegir a la correcta clase de personas con las que te rodeas.
En este libro vamos a analizar este concepto desde su base. Vamos a ver la importancia de codearse con las personas correctas, mantener amistades significativas, y vamos a ir a un nivel incluso más básico que ese. También veremos cómo deberíamos ganarnos a las personas e influenciarlas. Lo que hace a este libro distinto del resto es que nos vamos a enfocar específicamente en un tipo de amistad acorde al siglo 21.
A estas alturas seguramente te habrás dado cuenta que la amistad ha cambiado drásticamente en estos tiempos modernos. Ya no se trata de tener gente alrededor tuyo físicamente para que puedan ser considerados amigos…de hecho, personas que nunca has conocido podrían tener una amistad duradera contigo. El Internet, y más recientemente el fenómeno de la Web 2.0, ha cambiado la manera en la que el mundo percibe la amistad.
Mientras ojeas las páginas de este libro, seguramente experimentarás una gama de emociones. A medida que lees y aprendes los conceptos que compartiré contigo, te darás cuenta de muchas cosas. Podrás sentirte feliz y satisfecho de tener a los amigos adecuados, o tal vez puedas sentirte decepcionado por no tenerlos. Seguramente te darás cuenta que las personas que te rodean son bien intencionadas y son beneficiosas para ti, o podrías ver que algunos de ellos no son lo que parecen. De cualquier manera, vamos a decirte cómo puedes aprovechar lo que tienes en este momento, y cómo puedes juntarte con las personas correctas.
Anímate, este libro de seguro será un viaje de auto descubrimiento para ti. ¡Mucha suerte!
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Capítulo 1: Los Seres Humanos Son Criaturas Sociales
"Si hay algo que he aprendido, es que la piedad es más inteligente que el odio, que la misericordia es preferible aún a la justicia misma, que si uno va por el mundo con mirada amistosa, uno hace buenos amigos."
Philip Gibbs (1877- 1962) Periodista y novelista británico
Hemos aprendido en la escuela que los seres humanos somos criaturas sociales, así como lo son las hormigas o las abejas. No podemos vivir en soledad. Tenemos que vivir en la compañía de otras personas. Las personas que viven en soledad son consideradas algo “poco normales” y la verdad es que el mundo no trata a estas personas tan amablemente. Al mismo tiempo, la gente que vive en compañía de otros no siempre sabe cómo aprovecharlo al máximo.
Los Seres Humanos son frecuentemente descritos como criaturas sociales. Casi nunca se nos encuentra solos, e incluso cuando estamos físicamente solos, estamos constantemente pensando acerca de otras personas que comparten nuestra vida. ¿Cuándo fue la última vez que se te ocurrió hacer algo que no involucrara a otra persona?, ¿Cuándo fue la última vez que tuviste un sueño en el cual no había otras personas además de ti? Todo lo que hacemos, consciente o inconscientemente, necesita incluir a otras personas. Ese es el modo por el cual la naturaleza ha dispuesto que seamos.
Desde que nacemos hasta nuestro último respiro, queremos tener personas alrededor nuestro. Tal vez el único momento en nuestras vidas en el cual no queremos tener personas alrededor es cuando dormimos, aunque sin embargo eso no es enteramente cierto, ¿verdad? Incluso cuando dormimos “solos”, queremos que otras personas duerman en el mismo cuarto en el que nosotros dormimos. ¡Conozco a tantas personas que no pegarían un ojo durante la noche si tuvieran que dormir solos en un cuarto!
Pero lo que encuentro más asombroso acerca de esta sociabilidad en nuestro comportamiento, es que podemos inducir hábitos en otras personas. La manera en la cual vivimos —la parte social de nuestro vivir— influencia a las demás personas sin importar si queremos que suceda o no. De hecho, ocasiona algún cambio en sus vidas, por más pequeño que sea.
Hubo una etapa en mi vida durante la cual mi familia vivía en un campo exuberante, con todo el verde que uno pudiera encontrar. Era un lugar idóneo para vivir y realmente disfruté los pocos años que pasé en ese refugio silvestre. Todo acerca de ese lugar era verdaderamente precioso, pero había algo en particular que me molestó en mis primeros días allí. Siempre me gusta comenzar el día con una taza de café caliente y un periódico del lugar para leer, que todavía tenga consigo el olor a la prensa de impresión. Es mi costumbre. No me agrada demasiado poder saber qué sucede en el mundo exterior —confío más en el Internet para eso— pero leer el diario es un hábito de la niñez del cual no puedo deshacerme incluso ahora. Entonces, cuando vivía en esa hermosa casa, todo satisfacía muy bien mis necesidades, pero mi abastecimiento frecuente de periódicos había sido eliminado por completo. Ningún vendedor de periódicos se trasladaría tan lejos como para entregar un diario en mi casa, aunque el pueblo cercano tenía buen abastecimiento de ellos.
Cuando ya no pude soportarlo más, fui hasta el pueblo una tarde y me encontré con los chicos de reparto de periódicos de la zona. Hablé con algunos de ellos y les pedí que entregaran el periódico en mi casa. Tuve que convencerlos e incluso al principio se negaron. Pero eventualmente, conseguí encontrar a un chico que estuvo de acuerdo en ir todas las mañanas a entregar el periódico.
¿Cómo describir la mañana siguiente? Fue pura y exclusivamente una dicha celestial. Tengo otro hábito molesto, el de levantarme a las 6 en punto cada mañana, y para las 6:15, este muchacho vino en su bicicleta, pedaleando hacia la entrada al camino de mi casa, y arrojó el periódico, apuntando perfectamente hacia mi porche. El café supo mucho mejor ese día.
Durante los tres meses que permanecí allí luego de hablar con él, el chico no dejó de entregar el diario ni un solo día. Tal vez lo convencí demasiado bien, diciéndole que no podía empezar bien mi día sin leer el Daily Times. De todos modos, y que Dios lo bendiga, nunca dejó de venir ni un solo día.