Al dar consejo al amigo, no intentes complacer sino ayudar.
Quiero dar las Gracias a todas las personas que formáis parte de mi vida y me ayudáis con vuestros consejos y sinceridad. Sois muchos y conocéis mi gratitud por teneros en mi vida. De manera especial quiero agradecer a mi padre, mi madre y mi hermano. Habéis sido y seguís siendo mis maestros. También habéis sido mis principales fuentes de ese dolor tan sano que es el dolor de crecimiento; lo sabéis y os amo por ello.
También quiero dar las Gracias a aquellos que han contribuido y contribuís a que cada día todos podamos sentir mayor libertad de mostrar nuestra esencia y nuestra autenticidad sin miedo a ser juzgados, criticados o aislados.
Por último, Gracias a esas personas que me han acompañado e inspirado en mi proceso de autoconocimiento y crecimiento personal. Gracias a maestros como Armando Dalverny, Mónica Fusté, Sergi Torres, Joe Dispenza, Masha Mikhailova, Tino Fernández y a todos los compañeros que con sus vivencias y apoyo tanto me han hecho crecer.
Gracias a la vida y Gracias a ti.
P RÓLOGO
El binomio mente-cuerpo. ¿Cuánto nos hemos preguntado por la relación que existe entre ambos conceptos? ¿Somos mente, cuerpo, alma, espíritu…? ¿Es el cerebro el que dirige toda nuestra vida?
Pero más allá de qué somos, hay otra pregunta que a la mayoría nos persigue durante toda la vida: ¿cómo ser más felices? ¿Por qué la mente no me deja en paz? ¿Por qué repito viejos patrones una y otra vez? ¿Por qué me cuesta relacionarme con otros de manera saludable? ¿Por qué me machaco por dentro, me trato tan mal? ¿Por qué me resisto a los cambios que la vida constantemente me ofrece?
Ciencia, religión, psicología, terapias alternativas, coaching y sus diversas modalidades… No hemos dejado de buscar respuestas para llegar a un mismo lugar: queremos vivir mejor, disfrutar en plenitud esta vida que, hasta donde sepamos, es la única que tenemos.
El libro de Eduardo Llamazares Mente, ¡déjame vivir! es ante todo un manual práctico para responder a muchas de estas preguntas. Preguntas que nos llevan a la comprensión, al autoconocimiento y, sobre todo, a la acción. Porque no hay cambio sin acción en esta vida.
Se ha escrito mucho sobre el bienestar y la felicidad, pero a menudo nos faltan instrucciones precisas, sencillas, cercanas a nuestra manera de vivir y entender la vida. Nos hemos vuelto tan profundamente racionales que nos hemos olvidado de nuestra esencia, de esa autenticidad y esa parte inalterable que nos une a todos los seres humanos.
A diario, los mensajes en los medios, televisión, internet… nos inducen a sentir miedo, a padecer ansiedad, a tratar de controlarlo todo… Lo mismo ocurre con nuestro entorno más tradicional: antiguas creencias sociales y culturales que ya no nos sirven, pero que nos mantienen bajo el yugo del miedo y nos inculcan una mentalidad esclava de las circunstancias externas.
Aprender a liberarse de estas ataduras, a retomar el control de la mente desde el amor, la aceptación y la gratitud son claves para una vida más plena, más libre, más auténtica y, en definitiva, mucho más feliz.
Las estrategias que nos propone Eduardo en su libro parecen sencillas a simple vista —y es maravilloso que sea así, para que cualquier persona, sea cual sea su situación, pueda aplicarlas— y, al mismo tiempo, nos proporcionan claves esenciales para cambiar de raíz la actitud ante la vida. Porque los más grandes cambios empiezan con un primer paso.
Lo hemos olvidado o no nos han informado bien. Pero nosotros somos creadores de la realidad que vivimos. La ciencia se va acercando cada día más a esta afirmación. Los pensamientos negativos o positivos influyen de manera directa en el estado de salud, en nuestras células y en nuestra predisposición ante la vida. Si aprendemos a cambiar a voluntad los pensamientos, sentimientos y comportamientos nos sorprenderemos gratamente de los cambios tan increíbles que llegaremos a experimentar.
En este libro Eduardo nos ofrece un viaje por los tres jardines de nuestra vida: el interior, el compartido y el exterior. Si queremos una vida completa lo primero es regar nuestro jardín interior, ocupándonos de la autoestima, valoración y crecimiento personal.
Después el autor nos invita a compartir nuestro jardín con otros: nuestros seres queridos, amigos y el resto de las personas. En este segundo jardín aprenderemos actitudes que nos permitirán llevar relaciones sanas con los demás, pues somos seres sociales y necesitamos del contacto humano.
Por último, el viaje culmina en nuestro jardín exterior, que es la vida misma, muchas veces incierta y difícil de controlar. Aprenderemos a aceptar, desapegarnos, desarrollar la gratitud y ganar la libertad y la confianza para vivir de una manera más plena y más auténtica.
Querido lector, querida lectora, te invito a que te sumerjas en este apasionante viaje interior para conectar con tu esencia, tu valía, tu confianza y, sobre todo, para que te des cuenta de que no eres víctima de la vida, aunque esta no sea fácil, sino que eres el creador de tu propia existencia. Eres un ser libre, abundante y mereces tener la vida que sueñas. ¡Y estoy convencida de que en este libro encontrarás las respuestas!
Por último, quiero agradecerle a Eduardo, alumno, compañero y amigo, el darme la oportunidad de prologar su primer libro. Me hace muchísima ilusión ver cómo, pese a la incertidumbre, cuando apostamos por nosotros mismos, nuestra vida cambia de raíz y nos convertimos en personas valientes y llenas de energía para alcanzar los más preciados sueños. Eduardo ya ha dado los primeros pasos y le auguro un porvenir lleno de éxitos y realización en todos los sentidos.
¡Un cálido abrazo!
M ARÍA M IKHAILOVA
Coach estratégica y mentora
I NTRODUCCIÓN
Tu mente es la responsable de la dirección que lleva tu vida. Lo sé, a veces nos cuesta reconocerlo. Y tu mente no es sino un filtro integrado por las ideas, pensamientos y creencias formados como consecuencia de las experiencias que has vivido.
El cerebro es el órgano encargado de gestionar tu mentalidad. Asimismo, como probablemente sabrás, es el responsable del equilibrio del organismo. De ahí, la intrínseca relación entre cuerpo y mente y sus consecuencias.