A Marcela Luza, mi editora del alma.
INTRODUCCIÓN
“No tengo tiempo”, “está difícil”, “no lo merezco”, “esto no es para mujeres”, “los hombres no lloran”, “tiene mala voluntad para conmigo”, “mañana empiezo sin falta”, “no me di cuenta de la hora”. Quizá una o todas las frases anteriores te resulten conocidas y seguramente has empleado alguna de ellas más de una vez, pues nuestros días están poblados de excusas.
Las respuestas que damos a los demás oscilan entre verdades, semiverdades y excusas. Algunas de ellas nos permiten salir del paso con elegancia, aunque en muchos casos existe un pacto implícito por el cual nos damos cuenta de que hay una nota en falso, pero decidimos mirar hacia otro lado.
¿Será que las excusas nos hacen la vida más fácil? Analicemos esta posibilidad. A veces no deseamos responder a una invitación y preferimos inventar una semiverdad: “No puedo cenar contigo porque esta noche trabajo hasta muy tarde”. “No puedo ir” es la parte de verdad, pero “tengo mucho trabajo” es la excusa que oculta que en realidad me aburro contigo. Esta salida evita decir en voz alta una verdad que se transformaría en una ofensa gratuita en caso de ser expresada crudamente.
En cambio, la excusa como forma de vida, la que conlleva la imperiosa necesidad de esconder lo que de verdad sentimos, como si fuera algo de vida o muerte, nos presenta un escenario totalmente distinto. Si adoptamos esta actitud, llega el momento en el que este ocultamiento termina por incorporarse a nuestra vida cotidiana como un hábito malsano que queda adherido a nuestra forma de ser y dificulta nuestro crecimiento, nos entrampa, nos amordaza y no permite que nuestra identidad se despliegue en toda su potencia. Al final, dejamos de sentirnos libres; la realidad se vuelve opaca hasta desaparecer, y es reemplazada por un convincente entramado de excusas.
El verdadero drama ocurre cuando terminamos por creer que la excusa es la verdad. Así que para no caer en este juego perverso de sustituciones, necesitamos desenredar el ovillo, y para hacerlo exploraremos los pensamientos y emociones involucrados en cada uno de estos pretextos.
Las excusas se van conformando a modo de defensas contra situaciones insoportables de la vida, sobre todo en la primera infancia, y la sociedad las ha aceptado como válidas, a costa del dolor que producen.
“Me proponen un trabajo y automáticamente digo que no puedo hacerlo, pongo la excusa de que no tengo tiempo pero en realidad no me siento capacitado para encararlo; ni siquiera dudo: simplemente lo rechazo”.
“Otra vez estoy dejando que otro imponga su deseo y me haga actuar a contramano de lo que siento. Es verdad que nunca he podido contradecirlo, porque sus enojos ¡son de terror!”.
“Cuando estoy por llamar a una amiga que siempre encuentra algo para criticarme, decido que urgentemente necesito salir a comprar la comida para el domingo y, ya que estoy afuera, paso por la lavandería. Lo dejo para mañana, un día más no importa. Y veo que ese día se transforma en la semana que viene o cuando tenga un momento libre, o el lunes, ¡sin falta!”.
Solo a partir de un análisis concienzudo podremos desarmar cada una de las excusas, para abrirle paso a la verdad que encierran. Cada descubrimiento nos dará pistas para recuperar valores olvidados que parecen haberse perdido en el camino, pero que en realidad están disponibles para enriquecer nuestra vida y la de quienes nos rodean. ¡Solo necesitan ser rescatados!
“¡Ahora que dejé de decirle que sí a todo, he recuperado mi autoestima!”.
“Si respeto a los demás, veo que me quieren y me agradecen, y eso me caldea el corazón”.
“He dejado de ser ese monstruo tiránico y descubro mi talento como líder, que no necesita inspirar temor para organizar un excelente equipo de trabajo”.
La propuesta del libro que tienes en tus manos es visitar algunas de las excusas más habituales que empleamos y reconocer la manera en la que las expresamos, con la finalidad de poner en evidencia cómo las utilizamos para defendernos, e identificar la justificación que parecen otorgarnos.
“Me parece que lo que dejo para mañana no lo hago nunca”.
“¿Será que lo que es bueno para mí no es bueno para otra persona?”.
“¿Es lógico que siempre sea víctima de las circunstancias?”.
El paso siguiente será descubrir lo que hay detrás de la excusa y desarmar su estructura, lo cual ejercerá una acción profundamente liberadora que nos va a permitir recuperar el valor esencial de nuestra identidad, descubrir una capacidad que no creíamos tener y revelarnos el don oculto que dará un impulso gigantesco a nuestro crecimiento interior.
“¡Ah!, ¿será que estoy repitiendo el modelo de las mujeres de la familia, siempre complacientes...?”.
“¡Cómo no me había dado cuenta de que, porque tantas veces me dijeron que no iba a parar hasta conseguir el premio Nobel, cuando hago un buen trabajo, todos lo alaban pero yo lo califico de mediocre!”.
“¡Me siento tan culpable por no poder ayudar a esa persona! Me desvivo por solucionarle sus problemas, pero no lo logro. ¿Tendrá algo que ver con mi historia de hacerme cargo de mi padre alcohólico?”.
El comprender estos mecanismos nos permitirá ampliar nuestra manera de vincularnos con los demás, de modo que nuestras relaciones sean más auténticas, más libres, más gozosas.
Para que tu trabajo sea más intenso, comprometido y, sobre todo, para que puedas plasmarlo en acciones cotidianas, concretas y palpables, te sugerimos que tengas a mano una libreta o un cuaderno en donde puedas volcar tus descubrimientos, tus dudas y tus logros. Para ello, en cada capítulo, encontrarás una guía de preguntas y sugerencias para aprovechar al máximo el material de trabajo, incorporando a tu manera de pensar, a tus emociones y vivencias todo aquello que te resulte útil.
Podrás verificar cómo vas cambiando día a día y te asombrarás cuando aparezcan en ti recursos que desconocías.
Más importante aún, al darte cuenta de tus posibilidades y de tus límites irás explorando tu particular, individual y específica modalidad de cambio, que será la que, en definitiva, guíe tu transformación.
Y, por último, verás que cada capítulo se abre con el relato de una experiencia completa que resume en su desarrollo los pasos para pasar de la supuesta necesidad de la excusa a la prescindencia de ella. Te sugerimos leerla al principio y luego releerla al final de la elaboración. Es nuestro deseo que actúe como un paso inspirador para tu crecimiento.
En síntesis, al final de este camino buscamos que puedas transformar el ¡basta de excusas! por un resonante ¡ya no necesito excusas!
Capítulo
Cuando el tiempo no alcanza
Lo que digo y lo que me digo:
“No tengo tiempo”
Aída vive con su marido y sus tres hijos en una casa que han comprado luego de mucho esfuerzo y diversas vicisitudes laborales. Ambos siguen trabajando con ahínco para lograr el estilo de vida que han elegido, que incluye colegios privados, medicina prepaga, vacaciones de invierno y de verano en destinos nacionales y, ¿por qué no? internacionales; agitada vida social, con salidas al cine y al teatro, apoyo escolar para los niños, con educación musical y plástica, y actividades deportivas.