ÍNDICE
A los que luchan por ser ellos mismos
y no se dan por vencidos.
Ser diferente no es bueno ni malo... simplemente significa que tienes el suficiente coraje para ser tú mismo.
A LBERT C AMUS
Desde esta hora me declaro libre de todo límite
y de toda línea imaginaria,
Voy donde me plazca, soy mi señor total y absoluto,
Escucho a los demás, considero lo que ellos me dicen,
Me detengo, investigo, acepto, contemplo;
Dulcemente, pero con innegable voluntad, me liberto
de las trabas que quieren retenerme.
W ALT W HITMAN
E ste es un libro que pretende activar en ti la capacidad que posees de ofrecer resistencia (rebelarte) a lo que afecte negativamente a tu humanidad. La sorpresa es que muchos de esos limitantes están en tu cabeza y los aceptaste; allí fueron puestos con mucho cuidado por el aprendizaje social, por las agencias y los agentes de socialización. No me refiero a organizar una insurrección política o tumbar el Estado, sino a una «insubordinación psicológica» contra aquellos preceptos y mandatos que te impiden ser tú mismo y poder así desarrollar los aspectos más importantes de tu personalidad. Limpiar la mente de agentes contaminantes y quitar la cantidad de irracionalidad que te mantiene atado a paradigmas mentales que cada día te van quitando energía y fuerza vital. Todo lo que se oponga a tu esencia y te exija asumir actitudes que no corresponden al contenido de tu consciencia merece tu objeción (claro está, respetando a los demás y sus derechos). Una resistencia pacífica, pero resistencia al fin. Cada vez que dejas sentado un precedente a favor de tu independencia psicológica y emocional, se afianza el autorrespeto que necesitas para ser persona.
¿Te atreves? ¿Eres capaz de ser quien eres, en pleno ejercicio de tu autenticidad, aunque corras el riesgo de no gustarles a los demás? Al intentarlo, quizá no tomes el camino de la mayoría y no sigas algunas de las convenciones socialmente aceptadas. Te saldrás del montón, quieras o no, y tus particularidades se hará manifiestas: estarás con tus semejantes sin ocultaciones ni camuflajes y con la tranquilidad que otorga el ser genuino.
Existe un elemento que le da cohesión a tu manera de actuar, pensar y sentir, un elemento básico y casi instintivo que te define como sujeto y como ser humano. Me refiero a tu individualidad , a esa singularidad última que te pertenece por derecho y facilita que la autodeterminación psicológica te acompañe en cada acto de tu vida. La dependencia de los demás y el acatamiento irreflexivo de cualquier mandato te esclavizan. La emancipación y la autoafirmación de tu «yo» te dignifican. Cuando cada célula de tu cuerpo se adhiera incondicionalmente a la autonomía, el bienestar no tardará en llegar.
Esta individualidad es el conjunto de tus actitudes, esquemas, creencias, opiniones, motivos, deseos, pensamientos, sentimientos, sueños, en fin, de todo aquello que plasme en ti una visión del mundo única e irrepetible y en pleno crecimiento, es decir, flexible. Tu ser siempre evoluciona y se recrea. Asumir esta singularidad conlleva que te hagas cargo de tu persona y la transformes las veces que lo consideres. Eres tú quien se define a sí mismo. No aceptes pasivamente las etiquetas que te han colgado, arráncatelas de encima y que no se peguen a tu cerebro.
Cuando entiendas, sin ningún tipo de dudas, que eres el último juez de tu propia conducta, tu autopercepción y la percepción que tienes de lo que te rodea y del universo cambiarán. Podrás ver las cosas como son, sin injerencias extrañas ni coacciones. No necesitarás que nadie te valide como ser humano, no habrá maestros que te iluminen, ya que, como decía Buda, tú serás quien lleve su propia lámpara: saborearás tu libertad interior como nunca lo habías hecho. ¿Te animas a tomar el poder de ti mismo y a soltarte de esos lastres que te quitan movilidad psicológica y emocional? ¿Te animas a ser auténtico?
Lo dicho hasta aquí no significa que te alejes de la sociedad y tengas el «síndrome del ermitaño», sino que estés en ella de manera sosegada y constructiva, sin entregar tu individualidad y sin que tu mente se deje idiotizar por nadie. Somos humanos por cuanto estamos con otros humanos, pero sin tener que renunciar a nuestra esencia personal. Por tal razón, el amor propio no es incompatible con el amor a otros, la empatía y la compasión. Estar con los demás sin olvidarse de uno mismo tampoco es una forma de egoísmo, como intentan hacernos creer los amantes de la uniformidad: no necesitas despersonalizarte para entrar en contacto con la cultura. Eres un centro de vivencias personalizadas que se relaciona con otros «centros» que también experimentan por su cuenta. Pero lo interpersonal no debe anular lo que es privativo de ti. Si pierdes tu punto de referencia interior y congelas tu «yo», serás un autómata, un robot vestido a la moda.
No importa qué digan las convenciones sociales y los modelos ejemplares que quieren corregir tu comportamiento a toda costa: cuando se trata de ti, eres tú quien tiene la última palabra. Asúmelo, aunque la ansiedad te haga temblar de pies a cabeza, que tu consigna sea: «Yo soy quien decide sobre mí», y punto. En el mismo sentido, Epícteto afirmaba: «Yo soy yo, estoy ahí donde está mi elección de vida».
Una vez que empieces a empoderarte de ti mismo, habrá más de uno que se inquiete. Habrá individuos y grupos sociales a los que no les guste nada que pienses por tu cuenta y reestructures tu mente a tu buen parecer y entender. Con toda seguridad se preguntarán qué hacer contigo. Dirán con preocupación: «¿Cómo controlarlo entonces, cómo hacer para que no se “descarríe” y contamine a los demás?». Serás una especie de anomalía o un desajuste, alguien que no encaja en el patrón concebido. Una oveja que no sigue instrucciones hace que el pastor entre en crisis y suelte al perro para que la reubique en el rebaño. Pero no importa que te ladren; serás tú, en plena autoafirmación y autodescubrimiento, aunque no les guste.
Escucha bien, no es cuento. Hay un espacio vital, exclusivamente tuyo, un fortín interior (todos lo tenemos) donde puedes estar cara a cara con tu humanidad tal cual eres, con lo bueno y lo malo a cuestas, al desnudo y sin engaños. Y lo más importante, eres el único que posee la llave para entrar. Cada vez que estés allí, crecerás un poco más, aunque te bombardeen desde fuera.
Este libro pretende ser una guía para que la gente trabaje activamente en el desarrollo de su libre personalidad , sin sentirse intimidada y, una vez más, sin dejar de respetar los derechos ajenos (puedes hacer lo que quieras, si no es dañino para ti ni para nadie). Se trata de sacar toda la información basura (trash out) que enturbia tu sistema psíquico para poder desarrollar el verdadero potencial que posees. Si a veces sientes un cierto desespero porque no encuentras tu lugar en esta vida, no te preocupes, no habrá más angustias al respecto: descubrirás que tu lugar en el mundo está en ti. No necesitas que nadie te cuelgue medallas ni que te elogien a rabiar, sino estar bien contigo mismo. Presta atención a la siguiente frase de Nietzsche para que lo veas más claro:
El hombre que no quiera pertenecer a la masa únicamente necesita dejar de mostrarse acomodaticio consigo mismo; seguir su propia conciencia que le grita: «¡Sé tú mismo!».
¿Quién eres entonces? Un ser dotado de razón que es consciente de sí mismo, poseedor de una identidad propia y capaz de crear su propia existencia. Desde la profundidad de tu ser llega un mensaje que a veces no escuchas y es pura sabiduría: en lo posible no dependas psicológicamente de nadie, bástate a ti mismo. Préstale atención y hazle caso, no tienes que seguir la melodía que llega desde fuera. Si tu música interior es otra, baila tu propio baile, y si no encuentras pareja, baila solo.