A pesar de haber puesto el máximo cuidado en la redacción de esta obra, el autor o el editor no pueden en modo alguno responsabilizarse por las informaciones (fórmulas, recetas, técnicas, etc.) vertidas en el texto. Se aconseja, en el caso de problemas específicos —a menudo únicos— de cada lector en particular, que se consulte con una persona cualificada para obtener las informaciones más completas, más exactas y lo más actualizadas posible. EDITORIAL DE VECCHI, S. A. U.
© Editorial De Vecchi, S. A. 2016
El Código Penal vigente dispone: «Será castigado con la pena de prisión de seis meses a dos años o de multa de seis a veinticuatro meses quien, con ánimo de lucro y en perjuicio de tercero, reproduzca, plagie, distribuya o comunique públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, o su transformación, interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la autorización de los titulares de los correspondientes derechos de propiedad intelectual o de sus cesionarios. La misma pena se impondrá a quien intencionadamente importe, exporte o almacene ejemplares de dichas obras o producciones o ejecuciones sin la referida autorización». (Artículo 270)
INTRODUCCIÓN
Amarrar el navío en el puerto, colgar las defensas en el costado de la embarcación, estibar las mercancías a bordo de forma que no se muevan con los movimientos de la navegación, tensar cuerdas… se trata de operaciones habituales a bordo de cualquier barco. No podemos concebir un barco, a vela o a motor, que no esté equipado con las maromas y cuerdas necesarias (llamadas cabos por los profesionales del sector) para realizar las actividades propias de la navegación.
El cordaje debe transmitir, mediante su flexibilidad, la tracción ejercida por cualquier fuerza de un extremo al otro, incluso cuando forme ángulos. Por tanto, de acuerdo con las leyes de la física, debe atarse de tal forma que se puedan ejercer fuerzas opuestas. Por lo general, las manos del marinero son una de estas fuerzas, mientras que el otro extremo debe estar necesariamente atado a un objeto, fijo o móvil, al que la cuerda o cabo transmite la tracción.
El ser humano aprendió muy pronto a hacer diferentes nudos en función del uso a que se destinasen. No obstante, todos deben presentar un rasgo en común: garantizar un agarre óptimo de la carga y la posibilidad de soltarlos en el menor tiempo posible, con independencia del peso a que estén sometidos, hasta en las condiciones meteorológicas más extremas. Así pues, los marineros inventaron nudos dóciles e inteligentes que, por ejemplo, se sueltan por sí solos cuando la tracción cesa, y que son capaces de ayudar al ser humano en alta mar.
En los veleros modernos, muchos nudos se han visto sustituidos o integrados por accesorios, argollas o mosquetones, que permiten realizar todo tipo de operaciones sin que sea necesario deshacerlos cada vez.
Con este libro, aprenderá a realizar los tipos más importantes de nudos: gazas, nudos de afirmado, nudos para colgar o atar, nudos de empalme, de boza, de tope y de refuerzo, acortamientos, nudos para alpinistas, así como ayustes y ligadas.
Este manual está dirigido a los enamorados del mar. Dada la importancia que tiene para ellos una expresión clara y sintética, el vocabulario utilizado en este libro es, específicamente, el de la náutica, el único que puede garantizar una precisión sin parangón.
LOS NUDOS
Aspectos generales
Antes de empezar a trabajar con cabos (cuerdas), primero analizaremos los sistemas más adecuados para colocarlos, es decir, cómo enrollarlos y adujarlos para que no se enreden y evitar encontrarlos entremezclados o enmarañados cuando los necesitemos. Como es evidente, en este libro hablaremos del cordaje utilizado en la navegación lúdica, que posee unas dimensiones medianas.
Si disponemos de un espacio adecuado, bien resguardado, como por ejemplo pañoles, una bodega o pozos en el barco, disponibles para almacenar un solo cabo, podremos enrollarlo e ir disponiéndolo en espiras superpuestas de una amplitud equivalente a la del espacio disponible. Es lo que suele hacerse, por ejemplo, con el cable o la cadena del ancla. Tan sólo se pueden almacenar los cabos en porciones derechas y paralelas si se dispone de una superficie lo suficientemente amplia.
Si, por el contrario, debemos almacenar varias cuerdas juntas, se recomienda adujarlas, entre la mano y el codo, en una espiral que abarque la práctica totalidad de la cuerda, para a continuación azocar las adujas formadas con el chicote libre.
Si una driza o escota tiene hebras largas que deben atarse por separado, deberemos proceder como con las otras cuerdas, comenzando a enrollar por la gaza y apretando todo el conjunto con el cabo libre, que a continuación amarraremos a una cornamusa o a una bita.
Los nudos constituyen el sistema más sencillo de usar cuerdas. Permiten atar dos cabos juntos o amarrar uno a un soporte u objeto, así como atar dos o más objetos.
A continuación presentaremos una primera clasificación bastante sencilla basada en las definiciones inglesas:
— bend: nudos para unir dos cabos, ayustes o nudos de empalme;
— hitch: nudos de amarre o afirmado;
— knot: nudos utilizados para anudar el cabo en sí mismo.
No obstante, las denominaciones utilizadas no siempre se corresponden con esta subdivisión.
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Cuerda bien enrollada en una superficie plana | Adujas preparadas para ser colocadas en un baúl o colgadas de un soporte, como por ejemplo el mástil (), durante la navegación |
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Anudar una aduja para colgar | Anudar una aduja para apoyar |
Por ello, es más lógico agrupar los nudos en función del uso a que se destinan, con la excepción del as de guía, destinado a usos muy diferentes. En el epígrafe «Nudos diversos» hemos reunido todos aquellos nudos característicos de actividades deportivas y profesionales no relacionadas con el ámbito náutico, así como determinados nudos náuticos que poseen una función decorativa o estética.
En primer lugar identificaremos algunas partes de la cuerda que dan nombre a numerosos nudos: medio bucle, bucle, vuelta, vuelta corrediza, vuelta muerta y espiral. Cuando una cuerda forma una curva de 180°, tenemos un medio bucle, que se convertirá en un bucle entero cuando se dé toda la vuelta. Si el bucle se forma de manera involuntaria, originando el riesgo de que la cuerda se cierre, se dice que la cuerda se enreda. Si, por el contrario, se ha hecho de forma voluntaria, decimos que se ha realizado un bucle. Cuando el bucle se hace alrededor de un apoyo, como por ejemplo una bita, hablamos de una vuelta. La vuelta se deshace cuando se suelta el cabo. Un bucle tan sólo puede formar una vuelta corrediza: no es suficiente para realizar una vuelta muerta, ya que debe ser bloqueado mediante una serie de operaciones de las que hablaremos en el capítulo dedicado a los nudos de afirmado. Como su propio nombre indica, la espiral se compone de una serie de bucles sucesivos.