A pesar de haber puesto el máximo cuidado en la redacción de esta obra, el autor o el editor no pueden en modo alguno responsabilizarse por las informaciones (fórmulas, recetas, técnicas, etc.) vertidas en el texto. Se aconseja, en el caso de problemas específicos —a menudo únicos— de cada lector en particular, que se consulte con una persona cualificada para obtener las informaciones más completas, más exactas y lo más actualizadas posible. EDITORIAL DE VECCHI, S. A. U.
Traducción de J. Lalarri Estiva.
Diseño gráfico y maqueta de Alessandra Lanza.
© De Vecchi Ediciones 2021
© [2021] Confidential Concepts International Ltd., Ireland
Subsidiary company of Confidential Concepts Inc, USA
ISBN: 978-1-64699-979-8
El Código Penal vigente dispone: «Será castigado con la pena de prisión de seis meses a dos años o de multa de seis a veinticuatro meses quien, con ánimo de lucro y en perjuicio de tercero, reproduzca, plagie, distribuya o comunique públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, o su transformación, interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la autorización de los titulares de los correspondientes derechos de propiedad intelectual o de sus cesionarios. La misma pena se impondrá a quien intencionadamente importe, exporte o almacene ejemplares de dichas obras o producciones o ejecuciones sin la referida autorización». (Artículo 270)
Severino Baraldi - Marco Franchini
DIBUJAR PAISAJES
Índice
INTRODUCCIÓN
Hoy día resulta muy fácil disponer de imágenes gracias a la popularización de la fotografía, no ya por el uso de las tradicionales cámaras clásicas, sino especialmente por la divulgación de las cámaras digitales, incorporadas incluso a los teléfonos móviles; sin embargo, reproducir paisajes y vistas sobre el papel con un lápiz es una actividad divertida que atrae a numerosas personas.
Crear panorámicas, reproducir escorzos y dibujar vistas de ciertos espacios permite no sólo fijar los recuerdos de un viaje, sino también —y sobre todo— recuperar las sensaciones que se experimentaron en aquel momento. Hablamos de «mirar y ver» de una manera diferente y de recuperar una realidad que en un momento determinado despertó en nosotros ciertas emociones. En realidad, no es simplemente una cuestión de reproducir imágenes sobre el papel, sino de continuar percibiendo aquellas impresiones y sensaciones que provocó una luz especial, un juego de sombras o algún sorprendente contraste entre elementos arquitectónicos.
La mayor dificultad parece residir en que no estamos acostumbrados a utilizar este tipo de expresión creativa: sólo dibujamos cuando somos niños. Sin embargo, mientras estamos concentrados en una reunión de trabajo o inmersos en una inacabable llamada telefónica, no es extraño que sujetemos entre los dedos un lápiz o un bolígrafo y empecemos a realizar trazos más o menos hilvanados o esbozos que, a veces, nos maravillan como si los hubiese creado alguien a nuestras espaldas.
Gráciles y distanciados, geométricos y vigorosos, o concentrados y desbordantes en aquella hoja que habíamos preparado para tomar notas y queríamos destinar a cuestiones más «serias», danzan los trazos bajo nuestra mirada mientras surgen imágenes o formas en las que, con frecuencia, se puede reconocer cierta belleza. Esta se asoma de forma involuntaria, a despecho de nuestra habitual torpeza en el dibujo y ante el escepticismo sobre el hecho de que pudiera consolidarse.
La mayor parte de las veces, el auténtico obstáculo surge, para quien quiere cultivar su afición al dibujo y se mueve entre el entusiasmo inicial y la insatisfacción por los primeros resultados obtenidos, por un rígido autocontrol. A este se añaden, además, innecesarias preocupaciones en torno a la verosimilitud de lo representado, considerada muy a menudo el verdadero objetivo de cualquier actividad gráfico-pictórica y un criterio ineludible.
En realidad, lo que verdaderamente cuenta, y no sólo en el terreno de los aficionados al dibujo, es la capacidad para plasmar en el papel las emociones personales y la curiosidad por aquellos aspectos del mundo sobre los que se decide poner la mirada, y ser capaces, desde esa premisa, de ir desarrollando un estilo personal.
Para alcanzar ese punto es necesario, seguramente, volver a ser un poco niños y dejar que la mano se mueva con feliz despreocupación por los resultados, aunque también es necesario practicar un cierto tipo de ejercicios que, comenzando por garabatos, manchas y rasgos, permitan que aparezcan formas inciertas que, a su vez, compongan de forma cada vez más sensible y armoniosa todos los elementos del paisaje.
Ármese de paciencia, olvídese de la timidez y de un pretendido perfeccionismo y trabaje buscando únicamente su propio placer. Paso a paso irán surgiendo sus nuevas habilidades manuales, aprenderá las técnicas y consolidará su maestría para recrear de forma personal momentos, atmósferas, imágenes y escorzos que suscitarán en usted nuevas emociones y sentimientos.
En las páginas siguientes podrá encontrar imágenes creadas por un ilustrador de gran experiencia, consejos para aprender correctamente o mejorar en el dominio de su afición, sugerencias para lograr mejores encuadres y perspectivas, e indicaciones sobre papeles, lápices, tintas o carboncillos que le serán de gran ayuda y le guiarán hasta conseguir alcanzar resultados con los que posiblemente usted mismo se sorprenderá.
PARA COMENZAR: ÚTILES Y MATERIALES
Papel y cartones
El papel es el soporte más utilizado para realizar cualquier tipo de dibujo. Existe una gama verdaderamente amplia que permite encontrar aquel que por sus características se adapta mejor a nuestras necesidades. En función de las características del papel y de la utilización de determinadas herramientas y técnicas, se logrará obtener los resultados deseados. El mismo tipo de lápiz deja trazos que difieren mucho entre sí en función del gramaje y la aspereza del papel. A su vez, este puede tener diferentes grados de aspereza, por lo que sobre dos tipos de papel pueden aparecer signos sorprendentemente diferentes aunque hayan sido trazados con el mismo lápiz.
Es fundamental, por lo tanto, probar muchos tipos de papel para ser conscientes de qué puede plasmarse en cada uno de ellos con los diferentes tipos de lápiz, carboncillo o tinta.
Dada la finalidad de este libro y el tipo de ejercicios que vamos a realizar necesitaremos:
— papel para realizar esbozos;
— papel para crear perspectivas;
— papel para lograr efectos tonales;
— papel para dibujar o tablas para acuarelar;
— cartoncillo y cartulina.
Para realizar esbozos, es adecuado tanto el papel liso como el semiáspero, pero siempre de poco gramaje. En general, es preferible el papel blanco antes que el de color pajizo o blanco mate. Puede elegirse entre el papel de dibujo más sencillo u otro más especializado. Una solución práctica consiste en adquirir el papel en rollos y, posteriormente, cortarlo en casa según la medida que se necesite en cada ocasión. Cuando se están dando los primeros pasos y hay que dibujar mucho antes de obtener algún resultado satisfactorio, se utiliza un papel más sencillo u otro más basto, como el destinado a proteger la mesa de trabajo.
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