No me gustan las introducciones. Siento que tengo que soltar TODO mi mejor material solo para convencerte de que vale la pena leerme. Soy una cuentacuentos hecha y derecha, me encanta relatar historias, así que no quiero SIMPLEMENTE revelar que enfrenté cien… ¡Ay, no me hagas decirlo! ¡Arruinará la historia por completo!
¿Ya te entró la curiosidad? De acuerdo, soltaré la sopa. Hice un proyecto hace no mucho como parte de mi maestría en branding , con la esperanza de convertirme en una persona más valiente: enfrenté cien miedos en cien días. ¡Y funcionó! Me volví más valiente y mi desafío se hizo viral. Mientras enfrentaba mis peores miedos, como aventarme de un avión, bailar sola en pleno Times Square en hora pico y comer asquerosos ostiones frescos (que siguen siendo asquerosos), logré inspirar a millones de personas. Sin embargo, nunca fue parte de mi objetivo. No creas que soy tan buena persona.
Ahora bien, ¿convencer a gente de que lea mi libro? ¿De que compre mis productos? Son cosas que me siguen dando terror. Soy una joven venezolana que vive en Nueva York y se dedica a enfrentar miedos como forma de vida, en especial el miedo a hablar en público, por lo cual me pagan una y otra vez.
Pero justo por eso pienso que mi voz podría importarle a alguien como tú. Esa experiencia me cambió la vida… y quizás este libro cambie la tuya.
Hola, miedos no se trata de un proyecto de cien días, sino de cómo logré pasar de ser la niña temerosa que NO ESTABA DISPUESTA a salir de su zona de confort a ser la niña temerosa que pudo redefinir los conceptos de fracaso, rechazo, el miedo como obstáculo, la crítica y las expectativas ajenas, y que a partir de eso pudo crecer. Sin duda sigo siendo una mujer temerosa, pero ahora palomeo mi propia lista de pendientes y vivo la vida bajo mis propios estándares. A veces me asusta probar cosas nuevas, pero me aterra aún más ni siquiera intentarlo. ¿Te atreverías a enfrentar ese miedo conmigo?
Este libro es personal, tanto para mí como para ti. Aquí comparto historias que nunca antes había contado, digo cosas vergonzosas que me vulneran y espero que tú hagas lo mismo… ¡o sea, #equidad!, ¿no? Entre menos nos engañemos diciendo lo que creemos que otras personas quieren oír, más fácil será descubrir quiénes somos en realidad. Este libro te ayudará a recibir con brazos abiertos ese mensaje y evolucionar hasta alcanzar la mejor versión de ti misma. ¿No crees que es uno de los principales beneficios de estar viva?
Puedes elegir el capítulo que quieras y empezar por ahí. Hay ejercicios que querría que hicieras conforme vayas avanzando, como también hay cosas sobre las que me gustaría que reflexionaras, otras sobre las que quisiera que escribieras y algunas más que me encantaría que pusieras en práctica en tu día a día. No es uno de esos libros que se leen y luego se regalan. ¡No! Que cada quien se compre el suyo, cariño; este es tuyo y de nadie más. Querrás volver a él en distintas fases de tu vida y le sacarás provecho de formas diferentes cada vez que lo consultes.
El miedo siempre estará presente, así que cambiar de forma constante la percepción que tenemos de él nos ayudará a avanzar y a elegir siempre la valentía y el crecimiento. Este libro te hará salir de tu zona de confort, porque ahí afuera es donde ocurre la magia, ¿cierto?
¡Ya sé que todo esto suena muy cliché! Por eso no me gustan las introducciones, así que AQUÍ LO DEJAMOS. ¿Estás lista? Nos vemos en el capítulo 1, 5 o 10, o el que sea que decidas leer primero.
besos,
Michelle
(IMPROVISADORA
DESDE 1988)
un guepardo persiguiendo un conejo. ¡Qué fea imagen te acabo de poner en la cabeza! Perdón, conejito.
En el escenario, la maestra de ceremonias empieza a presentarme: «Si alguna vez se han preguntado cómo sería su vida si no tuvieran miedo…». Mientras dice esas palabras, yo también me pregunto cuál será la respuesta a esa interrogante. Estoy NERVIOSÍSIMA, por decir lo menos. «¡Están por descubrir la respuesta! ¡Démosle la bienvenida a Michelle Poler!».
Sigo entre bastidores, rogando que el control remoto para cambiar las diapositivas funcione, mientras escucho las fuertes ovaciones del público que me recuerdan una vez más que la gente no es el enemigo. No hay *nada* que el público desee más en el mundo que escucharme ser SUPERINCREÍBLE, para luego regresar a casa y conversar con sus seres queridos sobre la extraordinaria oradora que hizo que su día valiera la pena.
En ese instante, Dave, desde la sala de controles, sube el volumen a niveles propios de un concierto, porque ¡AQUÍ VAMOS!
Me conecto con mi propia música introductoria —«Dura», de Daddy Yankee (de la cual no me avergüenzo)— y empiezo a bailar como si estuviera parada junto al mismísimo Daddy Yankee en el escenario de los MTV Video Music Awards. Pero solo soy yo frente a 8 000 mujeres que tienen los ojos desorbitados como nunca porque claro que no esperaban ese tipo de despliegue dancístico un martes a las ocho de la mañana.
Me siento de maravilla. El reguetón es lo único que me calma los nervios. Estoy lista para vulnerarme, para compartirles la historia de cómo logré superar mis miedos e inspirarlas a hacer lo mismo. Porque ver el impacto inmediato que mis palabras tienen en ellas es lo que hace que mi día valga la pena.
Pero… ¡esperen! ¡No siempre fue así! Volvamos unos cuatro años en el tiempo…
Ahí estaba yo, bañándome después de un largo día en la oficina, escuchando mi lista de reproducción llamada «Tranqui» en Spotify, como siempre hago. La primera canción era «I Lived», de OneRepublic. ¿La has oído? Mientras ponía atención a la letra, empecé a llorar… bueno, a sollozar. Lo que la canción describía TRASCENDÍA POR MUCHO cualquier experiencia que yo hubiera tenido. Me di cuenta de que NO había vivido. Bueno, técnicamente llevaba 25 años viva, pero vivir, lo que se dice vivir… pues no. Fue la epifanía que necesitaba para decir: «Hola, miedos».
Todo empezó cuando me mudé a Nueva York en 2014 para estudiar una maestría en branding en la Escuela de Artes Visuales ( sva , por sus siglas en inglés). Debbie Millman, gurú del branding y fundadora del programa, nos hizo una pregunta *muy sencilla* en nuestro primer día de clases: «¿Dónde quieren estar dentro de diez años?».
¿Alguna vez lo has pensado? Es una pregunta *sencillita*, ¿verdad? Sí, ajá. La verdad es que debe ser una de las preguntas más intimidantes que jamás me habían hecho.
Si alguna vez te lo has preguntado, sabrás que para contestarla hay que soñar en grande… ¡pero no demasiado! Querrás sonar ambiciosa, pero modesta. Empiezas soñando con un yate de cincuenta metros y en algún momento terminas conformándote con un mugroso kayak. No te gustaría decepcionar al futuro con TREMENDOS planes que al final no se concreten y entonces sentir que eres un FRACASO, ¿verdad?