PRÓLOGO
El presente libro, Volviendo a la normalidad. La invención del TDAH y del trastorno bipolar infantil, viene a ser una extensión al ámbito de la infancia de un libro anterior centrado en el ámbito adulto: La invención de trastornos mentales (González Pardo y Pérez Álvarez, 2007). Se estudian ahora, a fondo, dos «trastornos» psiquiátricos o psicológicos de la infancia que puede que sean también invenciones, en vez de las supuestas entidades clínicas como a menudo se presentan y «tratan». Se refiere, en particular, al Trastorno por déficit de atención con hiperactividad, ya conocido por las siglas TDAH y al Trastorno bipolar infantil, denominado en el DSM-5 como Trastorno de desregulación disruptiva del humor. Mientras que el trastorno bipolar infantil es más reciente y todavía en «proceso» de introducción, procedente del ámbito adulto, el TDAH ya está instalado en la infancia, de donde es nativo y, curiosamente, su proceso de introducción es ahora en el ámbito adulto.
Aparte de estas extensiones que, seguramente, tienen más que ver con la búsqueda de nuevos mercados que con hallazgos científicos, la cuestión está en analizar la entidad de estos presuntos trastornos: si se trata de entidades clínicas o en realidad son problemas normales con los niños o ni siquiera problemas que, sin embargo, se patologizan. Lo cierto es que esta cuestión es controvertida, al extremo de dividir a la comunidad científica, clínica y educativa. Los propios padres están sometidos a informaciones contradictorias, sin saber a qué atenerse.
Las instancias políticas han tomado cartas en el asunto, en particular en relación con el TDAH, con miras a su reconocimiento y provisión de medios para su diagnóstico y tratamiento «adecuados». Pero al hacerlo así, las instancias políticas, empezando por el Parlamento Europeo con su «libro blanco» sobre el TDAH y el Congreso de los Diputados de España con su iniciativa para la declaración de un día internacional del TDAH, y terminando por su inclusión en la Ley Orgánica de Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE), puede que estén dando carta de naturaleza a algo cuya naturaleza está por determinar y, de hecho, es controvertida. Puede que las instancias políticas estén haciendo como aquel que fletara un barco para explorar el polo Oeste, sin aclarar previamente qué es un polo terrestre. Mucha gente puede sentirse a gusto en este barco desnortado, incluido el personal de la industria farmacéutica, muchos profesionales (clínicos y educativos) y quizá también bastantes padres, pero acaso estén explorando algo que no existe, más que en su hoja de ruta. Y lo que sería peor: a costa de patologizar problemas y aun comportamientos normales de los niños. Es de la mayor importancia establecer las coordenadas sobre las que situar los problemas relacionados con la atención, la actividad y el humor de los niños, antes de empaquetarlos, etiquetarlos y embarcarlos como si fueran trastornos o enfermedades.
El motivo de este libro viene, como se decía, del anterior, a cubrir el ámbito de la infancia, más flagrante e inquietante, si cabe, que el del adulto para la invención de trastornos. La ocasión se debe al momento actual en flagrante proceso de patologización de la infancia, tomada ya como diana de la industria farmacéutica, sin asumir que la educación de los niños es seguramente «más difícil de lo que se pensaba», reutilizando el socorrido eslogan de la susodicha industria, según el cual el trastorno de turno a introducir es «más frecuente de lo que se creía», etc.
Ponerse manos a la obra ya fue cosa del nuevo coautor (Fernando García de Vinuesa), quien tras encontrarse, por un lado, con la problemática del TDAH (usos y abusos del diagnóstico y la medicación) y, por otro, con el libro anterior de La invención de trastornos mentales, planteó si no estaríamos en presencia de un proceso similar, con el agravante de la infancia. Se daba la circunstancia, además del libro anterior, de que de una manera u otra, el TDAH había estado presente en las actividades de los otros coautores: clínica y educativa (Marino Pérez) y de investigación neurobiológica básica con modelos experimentales y psicofármacos (Héctor González). Por lo que respecta al emergente trastorno bipolar infantil, salía al paso como un ejemplo más —sin ser el único— de esta misma problemática de la patologización de la infancia, conocida la «manía bipolar» de nuestro tiempo. Este trastorno emergente se ha incluido aquí debido a las dimensiones que ya está alcanzando, por si todavía estamos a tiempo de repensar la carrera psiquiátrica a la que se ven abocados muchos niños y que no se sabe muy bien dónde podría acabar.
Aparte de congratularnos del encuentro, agradecemos a la Universidad de Oviedo, donde trabajamos dos de los coautores y donde nos hemos reunido los tres las veces que fueron necesarias, las facilidades para la realización del libro. Estamos también agradecidos a muchas personas que han sido contactadas para discutir aspectos del libro, intercambiar impresiones, pedirles materiales, solicitar opiniones sobre algunas partes, etc., entre otras, a Fred Baughman, Alan A. Baumeister, Florentino Blanco, Lawrence Diller, José Errasti, Jay Joseph, Stuart L. Kaplan, Christopher Lane, Jonathan Leo, Rick Mayes, Tomás Ortiz, Demitri Papolos, Sami Timimi, Nora D. Volkow y Robert Whitaker. Agradecemos a Alianza Editorial su interés por el proyecto del libro, antes de que estuviera terminado.
INTRODUCCIÓN
CÓMO ECHAR A PERDER A LOS NIÑOS: VARIOS MÉTODOS
El tema de este libro se refiere a ciertos problemas que tienen los adultos con la atención, la actividad y el humor de los niños, conocidos como TDAH y trastorno bipolar o desregulación disruptiva del humor. Hay dos grandes maneras de enfocar el tema. Una consiste en tomar estos problemas como supuestas entidades clínicas definibles por sí mismas, poniendo los focos y la lupa sobre el niño. Se trata de un enfoque clínico descontextualizado, sobre el telón de fondo de sistemas diagnósticos, ellos mismos, hoy día, en entredicho por su falta de validez. No obstante, el enfoque clínico es el dominante. Se entiende que sea así por el predicamento científico que se arroga y, por supuesto, por el prestigio que tienen las ciencias en que se basa (neurociencia, genética, psicofarmacología) y los investigadores que lo estudian. Habrá que examinar a fondo sus fundamentos, hallazgos e implicaciones, cosa que haremos a lo largo del libro.
La otra manera de enfocar esta problemática es contextualizarla sobre el telón de fondo de las formas de vida actuales y las repercusiones que tienen en la educación de los niños, empezando por el contexto familiar (tiempo disponible, modos de entretenimiento, etc.). Más específicamente, vamos a revisar aquí, en la Introducción, ciertas prácticas educativas, familiares, escolares y sociales, que se ciernen sobre los niños, como si fueran lo mejor para ellos, sin serlo en realidad. Nos referimos a prácticas establecidas sin mayor cuestionamiento, difíciles de discutir, si es que no indiscutibles, que se llevan a cabo, sin duda, por el bien del niño y de la sociedad, pero que en realidad pueden ser más que nada modos de «echar a perder» a los niños. Formulados con ironía, estos modos que tal parecen métodos, son los siguientes: 1) los niños van a la escuela a divertirse, 2) tienen que ser alabados, 3) se ha de desarrollar su autoestima, y 4) hay que enseñarles a ser felices.