Vere Gordon Childe - Los orígenes de la civilización
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- Libro:Los orígenes de la civilización
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- Editor:ePubLibre
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- Año:1936
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Los orígenes de la civilización: resumen, descripción y anotación
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Los orígenes de la civilización — leer online gratis el libro completo
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Con este libro no se tuvo el propósito de hacer un manual de arqueología, ni menos de historia de la ciencia. Tratamos de que resultara legible a quienes no se interesan por los problemas de detalle que los especialistas discuten con calor. Por tanto, el libro ignora tales problemas y evita, además, los términos técnicos y los nombres raros, los cuales dan carácter científico a los textos sobre prehistoria (incluyendo a los del autor), pero los hacen más difíciles de seguir. Ahora bien, para simplificar los temas y el vocabulario hemos tenido que sacrificar precisión. Tratándose de prehistoria, casi todos los enunciados tendrían que ir acompañados de la frase; “Con los testimonios de que disponemos hasta ahora, la probabilidad favorece la opinión de que”… En consecuencia, pedimos al lector que añada esta reserva, o alguna otra semejante, a la mayoría de nuestros enunciadas. Ni siquiera con esta restricción, resultarán aceptadas por todos, la totalidad de nuestras aseveraciones; pero, ha sido imposible embrollar el texto con explicaciones minuciosas, ajenas a la tesis principal. Sin embargo, sostenemos que los hechos han sido establecidos con precisión suficiente a los propósitos de este libro, y que las enmiendas admisibles no afectarían a las explicaciones en manera alguna. Por último, confesamos que, mientras los capítulos IV, V, VI y VII se basan en estudios de primera mano sobre los objetos o los testimonios originales, en cambio, para el capítulo VIII empleamos exclusivamente traducciones y comentarios hechos por las competentes autoridades que se citan en las notas.
Nave egipcia del Reino Antiguo.
VERE GORDON CHILDE (1892-1957) es uno de los más notables historiadores de nuestro tiempo. Se le otorgaron numerosas distinciones académicas y fue mimbro de la British Academy. Se le deben algunas de las contribuciones más importantes del siglo XX en el campo de la arqueología.
Título original:Man Makes Himself
Vere Gordon Childe, 1936
Traducción: Eli de Gortari
Editor digital: Titivillus
ePub base r1.2
[1] Deberíamos hacer una distinción entre los instintos y los actos reflejos; pero ello implicaría aquí la introducción de diferencias sutiles, que carecen de importancia para nuestra argumentación inmediata.
[2] Leakey, Adam’s Ancestors. p. 224.
[1] En la actualidad se conviene en reconocer que la llamada cultura auriñaciense corresponde, en realidad, a tres culturas distintas. Pero, para los propósitos de «le libro, esta nueva complejidad puede ser convenientemente ignorada.
[1] No obstante, algunas comunidades “neolíticas” actuales reconocen derechos de propiedad de individuos o familias sobre modelos, ceremonias o procesos especiales.
[1] Es de esperar que la persona sepa el significado del nudo hecho en su pañuelo; pero, no se puede esperar que un policía descubra al registrar un cadáver y encostrar un pañuelo anudado, cual haya sido la Idea por recordar, entre las innumerables posibilidades existentes.
El principal propósito de este libro es examinar la historia y la prehistoria humanas desde el punto de vista del progreso alcanzado en el curso de los tiempos. Para nuestro autor, la prehistoria es, hasta cierto punto, la continuación de la historia natural, lo que le permite establecer una analogía entre la evolución biológica y el progreso cultural. A la aparición de nuevas especies mejor adaptadas para sobrevivir, más aptas para conseguir alimentos y para multiplicarse, corresponde, en el marco de la historia humana, la creación de nuevas industrias y nuevas economías, que han traído aparejado el crecimiento numérico de la especie y, con ello, han probado el mejoramiento de su capacidad para la lucha por la existencia. Así como la indagación de la evolución de las especies biológicas es el objeto de la historia natural, la investigación del progreso cultural constituye el tema central de la historia humana.
Vere Gordon Childe
ePub r1.0
Titivillus 20.11.2017
HISTORIA HUMANA E HISTORIA NATURAL
En el siglo pasado, el “progreso” era aceptado como un hecho. El comercio crecía, la productividad de la industria iba en aumento y la riqueza se acumulaba. Los descubrimientos científicos prometían un avance ilimitado del dominio humano sobre la naturaleza y, por consiguiente, infinitas posibilidades de ampliar la producción. La creciente prosperidad y la profundización del conocimiento inspiraban la atmósfera de optimismo, sin precedente, que se respiraba en todo el mundo occidental. En nuestros días, este optimismo ha recibido una ruda sacudida. La primera guerra mundial y las crisis subsecuentes, que produjeron, en medio de una horrible miseria, un exceso aparente de mercancías, han socavado sus fundamentos económicos. Y ahora han surgido muchas dudas acerca de la realidad del “progreso”.
Para esclarecer sus dudas, los hombres han acudido a la historia. Pero los propios historiadores no dejan de estar influidos por la situación económica actual. Como lo ha puesto al descubierto el profesor Bury, la idea misma de progreso constituyó una novedad, enteramente ajena a quienes se ocuparon de escribir la historia en la edad media y en la antigüedad. En nuestros días, se advierte una actitud pesimista o mística en los escritos de autores muy leídos, en el campo de la historia como en el de la ciencia natural. Algunos se inclinan, como los antiguos griegos y romanos, a buscar ansiosamente en el pasado una “edad de oro” de primera simplicidad. La “escuela histórica” alertaría de misioneros católicos y sus maestros en arqueología y antropología, ha resucitado la doctrina medieval de la “caída del hombre” por haber probado el fruto del árbol del saber, revistiéndola con términos científicos. Un punto de vista análogo se encuentra implícito en algunos escritos de los divulgadores ingleses. Por otro lado, la filosofía fascista, expuesta más abiertamente por Herr Hitler y sus defensores académicos, y disimulada a veces bajo el disfraz de eugenesia en Gran Bretaña y en los Estados Unidos, identifica el progreso con una evolución biológica concebida en forma no menos mística.
Uno de los propósitos de este libro es el de señalar cómo, la historia, enfocada desde un punto de vista científico impersonal puede aún justificar la confianza en el progreso, tanto en los días de depresión como en el apogeo de la prosperidad del siglo pasado. Pero, para hacernos con la necesaria actitud científica, tenemos que estar dispuestos a modificar nuestra concepción, tanto de] progreso como de la historia. En su esencia, la actitud científica, consiste, realmente, en abandonar los prejuicios personales, así como la subordinación a las preferencias y aversiones particulares. “La función de la ciencia es la clasificación de los hechos y el reconocimiento de su concatenación y de su significación relativa”. La actitud científica se muestra en el hábito de formular juicios imparciales sobre los hechos, dejando a un lado los sentimientos personales. “El hombre de ciencia”, dice Karl Pearson, “tiene que esforzarse por eliminarse a sí mismo de sus juicios”. Por cierto que la importancia atribuida por los hombres de ciencia al número y a la mensuración, no deja de tener relación con la exigencia de adoptar una actitud impersonal. “Los resultados de la mensuración”, según hace notar en determinada página el profesor Levy, “serán enteramente independientes de cualquier prejuicio religioso, ético o social. Ya sea que el lector simpatice o no con el texto de esta página, estará de acuerdo en que su número es 322”.
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