Vianna Stibal - ThetaHealing: Sube y busca a Dios & Sube y trabaja con Dios

VIANNA STIBAL es abuela, pintora y escritora. Su carisma y compasión por todos los necesitados también le han merecido ser llamada sanadora, intuitiva y maestra.

Después de recibir el conocimiento que la llevó a conectarse con el Creador para cocrear y facilitar ese proceso único llamado ThetaHealing, Vianna supo que debía compartir este regalo con el mayor número posible de personas. Su gratitud y amor a Dios y al prójimo le han permitido desarrollar la habilidad de ver dentro del cuerpo humano y ser testigo de numerosas sanaciones instantáneas.

Su conocimiento enciclopédico de los sistemas del cuerpo y su profunda comprensión de la psique humana, basada en su propia experiencia y en los conocimientos que le ha transmitido el Creador, convierten a Vianna en la persona idónea para utilizar esta asombrosa técnica. Vianna ha logrado el éxito en su trabajo con retos como la hepatitis C, el síndrome Epstein-Barr, el sida, el herpes y varios tipos de tumores y cáncer, así como otras muchas dolencias, enfermedades y defectos genéticos.

Vianna sabe que la técnica ThetaHealing se puede enseñar, y más allá de eso sabe que es necesaria enseñarla. Por ese motivo imparte seminarios en todo el mundo para enseñar a personas de todas las razas, creencias y religiones. Ha capacitado a maestros y practicantes que trabajan en catorce países, pero su trabajo no se detendrá ahí. Vianna está firmemente comprometida con la tarea de llevar este paradigma de sanación al mundo entero.

La Formación de la Técnica ThetaHealing™

Desde la concepción de la Técnica Orian en 1994 hasta lo que ha llegado a ser actualmente la técnica ThetaHealing™ ha sido toda una experiencia. Este viaje lo he compartido con maravillosos practicantes y maestros que han apoyado este trabajo. Hoy la técnica ThetaHealing continúa creciendo como un bello árbol en primavera, alimentándose por el interés de tantas y tantas personas alrededor del mundo.

Me llamo Vianna. Soy la fundadora de lo que hoy conocemos como ThetaHealing, que significa “Sanación en Theta”. Nací con habilidades intuitivas, aunque no estaba dentro de mis planes en un principio utilizar estas habilidades para sanar. Comencé estudiando el Taoísmo, y motivada por problemas personales de salud, también realicé estudios en el campo de la nutrición y la herbolaría. Esto me llevó gradualmente por el camino de lo natural “Nature’s Path”, nombre de mi negocio. Este camino comenzó en 1990 cuando me divorcié de mi esposo de un matrimonio de 10 años y con tres hijos para criar y mantener.

Había oído decir que el gobierno tenía por ley la obligación de emplear a un determinado número de mujeres en el Departamento de Energía. Las instalaciones se encontraban relativamente cerca de donde yo vivía en Idaho Falls, en el estado de Idaho. Mi plan era trabajar en lo que comúnmente se llama un “centro”, en el área de seguridad nuclear, mientras continuaba explorando mi verdadero interés en el arte. Sabía que el viaje en autobús al trabajo sería largo, pero el sueldo y los beneficios merecían el esfuerzo.

En 1991 comencé mi adiestramiento para el puesto de guardia de seguridad nuclear. La competencia en las sesiones de capacitación era feroz y tuve que aprender destrezas que me llevaron al límite de mis fuerzas. Después de terminar el curso de adiestramiento —durante todo un año— conseguí un empleo en una fábrica cercana. Mientras esperaba que concluyera el proceso de verificación de seguridad y me dieran la autorización que me permitiría trabajar para el gobierno sin dejar a un lado mis otros intereses. Durante los recesos en el trabajo, hacía retratos y breves lecturas intuitivas de los empleados de la fábrica. El trabajo era por turnos y a veces me tocaba trabajar desde la medianoche hasta la mañana.

Siendo madre soltera con tres hijos pequeños que mantener, decidí que mi empleo como guardia de seguridad no me ofrecería el futuro que yo quería para mi familia. Sabía que algo tenía que cambiar. Problemas de salud surgieron y me motivaron para concentrarme en el estudio de la medicina Naturopática. En marzo de 1994 al terminar medicina Naturopática, abrí un negocio de masajes, asesoría sobre nutrición y consultas de naturopatía.

Me di cuenta de que estaba siguiendo el propósito de mi vida y las puertas comenzaron abrirse. Conocí a un psíquico que me sugirió que hiciera lecturas y cobrara por ellas. Como por arte de magia apareció la oficina donde podría trabajar y desde el primer día siempre tuve clientes. Durante la primera semana conocí a mi mejor amiga y conseguí una buena clientela para hacer lecturas. Fueron estas lecturas las que me llevaron a entender que, siempre que yo escuchara con atención, la voz del Creador me daría las instrucciones necesarias. Desarrollé una gran destreza en las lecturas y me pidieron que diera clases sobre la técnica que estaba usando. Así me inicié como médico intuitivo. A partir de este momento mis experiencias metafísicas aumentaron en forma exponencial para potenciar lo que yo llegaría a ser.

Mientras tanto se me presentó un grave problema en la pierna derecha, intermitentemente se me hinchaba hasta alcanzar el doble de su tamaño normal. Debido a la hinchazón y al dolor tan fuerte que tenía, me pareció prudente buscar asistencia médica convencional. En agosto de 1995 me diagnosticaron cáncer de hueso. Me dijeron que tenía un tumor en el fémur derecho. Al principio todas las pruebas que se hicieron confirmaron que así era. El especialista me dijo que solo había visto otros dos casos como el mío. También me dijo que en su opinión la amputación de la pierna sería mi mejor opción. Esto me daría un poco más tiempo de vida.

Sentí que la oscuridad me envolvía, pero la pesadilla aún estaba por comenzar. Mi médico me mandó a la Universidad de Utah para hacerme una biopsia. Me dijeron que el procedimiento requería abrirme la pierna y permitirle al doctor que me raspara el fémur para obtener una muestra de tejido del interior del hueso. No tuve más alternativa que viajar por cuatro horas, con un dolor intolerable, para someterme a la biopsia. Blake, mi esposo en ese momento, me llevó a Utah y me ingreso en el hospital. Era necesario estar despierta durante el procedimiento de la biopsia, forzada a escuchar los golpes del martillo y del taladro. Me aconsejaron que pasara la noche en el hospital, pero Blake, le dijo al personal del hospital que no nos era posible quedarnos porque no teníamos seguro médico. Yo estaba demasiado débil para discutir con él y con un dolor insufrible me metió al auto y me llevó a casa de su hermano a pasar la noche, antes de emprender el largo recorrido a casa.

Al salir del hospital los médicos me dijeron que si apoyaba la pierna para caminar, me la rompería. Si eso sucedía, no habría otra alternativa que amputarla para evitar que el cáncer se extendiera. Me informaron que tal vez solo me quedarían un par de meses de vida. Tuve que usar muletas por seis semanas, durante las cuales nada consiguió aliviar el insoportable dolor que me causaba el tumor.

Parecía que mi vida se estaba deshaciendo en pedazos. Vivía con un dolor constante, saltando de aquí para allá en las muletas, y me preguntaba cuánto más tiempo lograría sobrevivir en esta situación. Aun así seguí adelante, continué viendo a mis clientes, no por valentía o resistencia, sino porque tenía obligaciones económicas y mis pequeños hijos me necesitaban. Sentí que no tenía a nadie que pudiera hacerse cargo de ellos en caso de mi muerte. La idea de que mis hijos pudieran ir a parar a casa de algún pariente o aun a la de su padre (que estaba parapléjico y enfermo), era insoportable para mí. Estos pensamientos me dieron el valor de vivir. A pesar de estar recién casada con Blake, la relación estaba lejos de ser una verdadera unión, y en realidad era otra carga más para mi precaria salud. No podía simplemente darme por vencida y dejar solos a mis hijos. Sencillamente, no podía.