Te damos las gracias por adquirir este EBOOK
Visita Planetadelibros.com y descubre una
nueva forma de disfrutar de la lectura
¡Regístrate y accede a contenidos exclusivos!
Próximos lanzamientos
Clubs de lectura con autores
Concursos y promociones
Áreas temáticas
Presentaciones de libros
Noticias destacadas
Comparte tu opinión en la ficha del libro
y en nuestras redes sociales:
Explora Descubre Comparte
compartir mis ideas y experiencias con vosotros.
INTRODUCCIÓN
Queridos lectores, mi objetivo en este libro es compartir con vosotros 303 ideas, entresacadas de las muchas que fui pensando, sopesando y elaborando a lo largo de los años. Son conceptos que me ayudaron y me ayudan a entenderme a mí mismo y a los demás, y me resultan muy útiles a la hora de explicar los pequeños y grandes desafíos que nos plantea la vida en estos tiempos. También me sirven para comprender las fuerzas psicológicas y sociales que motivan la voluntad de las personas y moldean los valores y las decisiones que tomamos.
Algunas de estas ideas, que aquí expongo sucintamente, están basadas en cosas que he aprendido y experimentado personalmente. En ocasiones se sustentan en estudios científicos recientes sobre esas cualidades humanas naturales que nos permiten adaptarnos a los cambios y superar saludablemente los retos que nos depara la vida. Otras son opiniones que he formado a lo largo de décadas de trabajo en el mundo de la medicina y la psicología. Pero quiero subrayar que una parte importante son fruto de experiencias personales y circunstancias que he vivido muy de cerca.
Obviamente, las conclusiones a las que llego tienen una carga importante de subjetividad, al estar moldeadas por mis prioridades y creencias. Sin duda, el cristal con el que observo el mundo que me rodea está teñido por los rasgos de mi personalidad y por las vicisitudes de mi existencia. Mi particular forma de entender la vida está también afectada por el contacto físico, profesional y vital con la ciudad de Nueva York, donde resido desde hace cuarenta y siete años. En esta inmensa urbe, crisol de pueblos y culturas, las oportunidades te persiguen y no al revés. Convivir con un pueblo tan diverso, estimulante y abierto me ha dado la oportunidad de ser protagonista y testigo presencial de innumerables situaciones en las que he visto ponerse a prueba muchas de las aptitudes que nos ayudan a afrontar las adversidades.
He de confesar que desde niño me ha picado la curiosidad por entender y explicar cómo navegamos las personas por los mares turbulentos de la vida. Creo que lo que encendió en mí ese interés fueron las batallas que libré durante la infancia y adolescencia a causa de la hiperactividad, la curiosidad insaciable y la atracción por aventuras de alta intensidad que me dominaban. Por fortuna, en mi pequeño y tormentoso mundo de entonces surgían a menudo padrinos o madrinas espontáneos, unos con nombre y otros anónimos, que me rescataban. Gracias a ellos, no pasaba mucho tiempo sin que brotara en mi mente la idea reconfortante de que un día el buen futuro enterraría al mal pasado.
Nuestro paso por el mundo es cada día más largo y saludable. Los extraordinarios avances sociales y tecnológicos han transformado para bien el curso de nuestra existencia, pero al mismo tiempo nos plantean nuevos desafíos. Por ejemplo, los retos del envejecimiento no existían cuando era casi milagroso sobrepasar los cincuenta años. Ni el tumulto de la adolescencia era perceptible cuando a los ocho o nueve años los niños empezaban a trabajar y la educación era el privilegio. Tampoco la liberación de la mujer era motivo de controversia cuando su única misión era procrear y cuidar de los pequeños. Ni las redes sociales representaban un poder cuando Internet no existía ni en las imaginaciones más fantasiosas. Sin duda, el progreso de la civilización ha transformado aspectos básicos de la forma de pensar, de sentir, de actuar, de relacionarnos y de construir nuestros sueños.
Antes de comenzar, quiero advertiros que, como mi interés en estudiar la capacidad humana para sacarle a la vida lo mejor que ofrece viene de antiguo, algunos de los conceptos que aquí expongo ya aparecieron en escritos anteriores. También debo resaltar que no ofrezco remedios universales ni recetas infalibles para ser felices ni para resolver dilemas existenciales. Mi propuesta en este trabajo es, simplemente, estimular en vosotros la curiosidad y la reflexión sobre cómo los seres humanos construimos, protegemos y explicamos la satisfacción con la vida. Me he servido de las ideas que han brotado de mi mente y de las observaciones sabias que han hecho otros. Algunas de las ideas surgieron de improviso cuando me encontraba ante una circunstancia que no entendía: de repente, ¡ajá!, se encendió una luz interior y comprendí de golpe la situación. Otras fueron el resultado de un largo proceso de estudio y de introspección.
Todos venimos al mundo equipados con genes resistentes que nos impulsan a perseguir la satisfacción con la vida. Es cierto que los avatares diarios pueden fortalecer o debilitar esa tendencia innata. Pero todos podemos aprender a nutrir y vigorizar esas parcelas de la vida que nos proporcionan felicidad. Por eso, siempre he pensado que es una inversión rentable conocer y practicar las ideas y pautas de conducta que favorecen y protegen nuestra dicha.
Por suerte, a la hora de plasmar todo esto en el papel, he vuelto a contar con el cariño, el estímulo y la gramática de mis generosos amigos de siempre: Mercedes Hervás y Gustavo Valverde. Y también, una vez más, quiero expresar mi gratitud a mis amigos de la editorial Espasa Calpe. En especial a Ana Rosa Semprún, por su confianza y apoyo, y a Olga Adeva, por sus sugerencias e inagotable entusiasmo.
A todos, mil gracias.
Lo más importante del mundo es uno mismo
Cuando piensas, sueñas y hablas, los temas que te resultan más interesantes y emotivos son aquellos que tratan de ti, de tu vida y de las cosas que te importan.
Al hablar de nosotros mismos ofrecemos la información más reveladora. Por eso, si quieres conocer a una persona, busca un lugar tranquilo, siéntate cómodamente con ella y, sin prisas, hazle la pregunta clave: «Háblame de ti».
El optimismo es el motor indispensable de la creatividad
Salta a la vista que la creatividad está reñida con la desesperanza y el pensamiento negativo. Estoy de acuerdo con la escritora Helen Keller cuando afirma que «ningún pesimista ha abierto una nueva puerta al espíritu humano».
Quienes se sumergen en actividades creativas e innovadoras protegen su estado de ánimo de las presiones y reveses del día a día . Cuando orientamos la imaginación y la curiosidad a fomentar experiencias placenteras nos ayudan a buscar y disfrutar de las alegrías que ofrece la vida.