porque, sin pretenderlo, me enseñaron el camino a los primeros.
A modo de introducción
Bienvenida a estas líneas.
Hay una guerra.
pero trataré de que te sientas confortable.
No sigas mi conversación
sólo es nerviosismo.
¿No hicimos el amor
cuando estudiábamos juntos en el Este?
Sí, la casa ha cambiado,
el pueblo pronto será tomado.
Me he llevado todo
cuanto pudiera dar confort al enemigo.
Estamos solos
hasta que los tiempos cambien
y aquellos que fueron traicionados
regresen como peregrinos a este preciso instante
en el que resistimos
y llamen a la oscuridad poesía.
L EONARD C OHEN (1972)
Me presento, soy Marcos de Quinto.
No he encontrado una mejor manera de romper el hielo contigo que robando el poema con el que Cohen abría su libro The Energy of Slaves , un libro evidentemente más interesante que el que tienes entre las manos, aunque intentaré no defraudarte.
Estas frases que empiezas a leer existen porque desde hace algunos años diversas personas me han estado persiguiendo para que lo escriba. Lo sorprendente es que cuando finalmente lo he entregado, me han pedido entonces que « explique en la introducción por qué lo he escrito». No es broma, «podría adjuntaros una broma para que vieseis la diferencia».
Y aquí me tenéis, preguntándome a mí mismo ese porqué.
Obviamente, lo he escrito porque la editorial Planeta me lo pidió. Y supongo que lo hizo —dado que en eso consiste su negocio— porque espera que se venda.
Por ese lado entiendo que ellos, expertos en lo suyo, anticipan que hay gente interesada en conocer mis ideas y experiencias sobre el mundo empresarial. Un mundo al que he entregado treinta y seis años de mi vida en primera línea de fuego, y al que, afortunadamente, he podido sobrevivir.
Pero no creo que el hecho de que me lo hayan pedido sea la verdadera razón que me ha movido a hacerlo, sino más probablemente sea que yo necesitaba escribirlo.
Me vienen a la cabeza las últimas palabras del replicante en la película Blade Runner , de Ridley Scott:
«He visto cosas que vosotros, humanos, no creeríais. Naves de guerra envueltas en llamas más allá de Orión. He visto rayos-C resplandecer en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. Tiempo de morir».
A mí no me importa tanto que aquellas cosas que yo haya podido ver o vivir se pierdan para siempre «como lágrimas en la lluvia». Lo que no me gustaría que se perdieran son los aprendizajes que extraje de ellas. Porque de perderse, probablemente me preguntaría a mí mismo: «Y todo eso..., ¿ha valido, de verdad, la pena?».
Por ello este libro no nace desde la nostalgia, sino desde la esperanza. Me gustaría verlo como el testigo que un corredor, en una carrera de relevos, pasa a su compañero para que la continúe con renovadas fuerzas.
La nostalgia es una trampa, puede que dulce, pero trampa al fin y al cabo. Mirar al pasado sólo es un sano ejercicio en tanto lo que busquemos en él sea inspiración, no refugio frente al futuro.
Yo quisiera que este libro resultara ameno y útil. Tan ameno que nadie lo dejara a la mitad, y tan útil que acabara tatuado de notas y subrayados.
Empecé a trabajar sin saber nada del mundo de la empresa. En mi ignorancia, creía que era como una extensión del colegio o de la universidad, que todo estaba reglado, que el mérito y el esfuerzo se recompensaban automáticamente, que nadie iba a suspenderte si tenías bien todas las respuestas del examen y que todo, absolutamente todo en la empresa, estaba más que estudiado. Asumía que los jefes eran jefes y estaban ahí porque eran los más preparados y tenían las cosas bajo control.
La ignorancia da mucha tranquilidad.
De pequeño, mi madre nos llevaba a mis hermanos y a mí al colegio en su coche, un Seat 600, vehículo nada inusual en aquella época en la que no había muchos automóviles. Lo único inusual era que el nuestro (M-340024) era conducido por una de las pocas mujeres que entonces disponía de carnet. En la cabeza de mis hermanos y mía no podía concebirse que nuestra madre pudiese conducir mal o tener un accidente. Nuestro absoluto desconocimiento de la conducción nos protegía de cualquier temor..., y eso que por aquel entonces los vehículos se fabricaban sin cinturón de seguridad.
Décadas después, con toda mi experiencia como conductor y como participante en rallies, ir en un coche conducido por mi madre me ha supuesto una experiencia escalofriante.
Cuanto más entiende uno de algo, emergen más evidentes los defectos, errores y riesgos que nos circundan, por lo que —consecuentemente— se sufre más.
Igual sucede en la empresa: cuando vas adquiriendo mayores conocimientos y experiencia, más consciente eres de todo lo que hay que mejorar, de todo lo que queda por hacer, de que nadie tiene nada « bajo control del todo», y aquellos jefes que creías superhombres infalibles, se nos revelan repentinamente humanos mientras les observamos luchar por sobrevivir ante unos acontecimientos que constantemente les superan.
Al final llega un momento en el que puedes, por fin, subir las escaleras y asomar la cabeza para ver la cubierta del barco en el que llevas tiempo trabajando abajo, en la sala de máquinas. Allí arriba, las olas barren la cubierta y el timón lucha contra las manos que desesperadamente tratan de mantenerlo en rumbo. Parado allí, empapado, uno puede volver corriendo a encerrarse en el camarote a rezar..., o permanecer allí, ayudando a sujetar ese maldito timón.
También a veces, las menos, cuando uno finalmente sube a cubierta puede descubrir que no hay nadie, que nadie está pilotando la nave. Y ahí empieza el vértigo.
Se dice que la experiencia es un peine que te llega cuando ya no tienes pelo. Afortunadamente aún me queda pelo, pero en este libro no me importa compartir mi peine de pensamientos, de ideas surgidas y escritas «desde la trinchera», con la autenticidad de a quien las balas le han silbado cerca, muy cerca, mientras garabateaba estas cosas en sus cuadernos.
Nadie te enseña a vivir, excepto la vida, ni nadie te enseña a gobernar una nave excepto el propio mar.
Ningún libro puede sustituir la propia vivencia..., pero sirva éste para anticiparos algunas de ellas a aquellos de vosotros que iniciáis la travesía a bordo de una empresa.
Para aquellos que estáis llegando al final del camino de vuestra vida profesional, sirva este libro para haceros recordar las vuestras.
P ARTE I
Sobre el éxito y la desobediencia