Julien Duvivier - Demuestra lo que vales en el trabajo

Julien Duvivier, 2017

Traducción: Laura Bernal Martín

Editor digital: Titivillus

ePub base r2.1

• ¿Problemática? ¿Cómo reafirmarme y sentirme realizado en el trabajo?
• ¿Utilidad? Tener confianza en uno mismo significa dejar que la autoridad natural que emana de nuestro interior se pueda expresar, logrando una seguridad que nos permitirá desarrollarnos profesionalmente.
• ¿Contexto profesional? Gestión profesional, relaciones en el entorno laboral, etc.
• ¿Preguntas frecuentes?
  • ¿Cómo me atrevo a tomar la palabra para dar mi opinión durante una reunión?
  • Mi jefe me menosprecia constantemente. ¿Cómo puedo tener confianza en mí mismo a pesar de todo?
  • ¿Cómo gano seguridad sin llegar a parecer pretencioso?
  • ¿Cómo le pido a mi jefe un aumento salarial o un ascenso si ni siquiera yo mismo estoy convencido de lo que valgo?
  • ¿Cómo gestiono un equipo con experiencia si acabo de graduarme?
  • ¿Cómo puedo no perder la confianza durante un período de desempleo?
  • ¿Qué actitud tengo que adoptar cuando mis colegas se niegan a colaborar conmigo y no dejan de hacer comentarios malintencionados?

La multiplicación de coaches profesionales y de novedosas formas de terapia pone de relieve que el sufrimiento físico y psíquico en el entorno de trabajo se ha convertido en uno de los problemas más graves de nuestras sociedades occidentales. A todos, del gran jefe al simple empleado, nos cuesta sentirnos realizados en el ámbito de nuestras actividades profesionales y todos acumulamos frustraciones, que a menudo se traducen en una falta de autoconfianza.

La cuestión de la confianza en uno mismo en el seno de nuestra actividad profesional implica, en primer lugar, revertir una presuposición que sigue estando muy arraigada en nuestros días. De hacerlo, podremos afirmar, como lo hace el psicólogo y psicoanalista Roland Guinchard, que «el trabajo es una experiencia personal que se vive de manera colectiva, y no a la inversa» (Guinchard 2011, 1).

Aquí se vuelve a la idea cada vez más extendida de que nuestro trabajo debe ser la expresión de una Voluntad íntima y profunda (una fuerza inconsciente que nos empuja a trabajar) para que deje de verse como un «curro», una obligación inexorable a la que todos tenemos que someternos. Para salir de esta lógica de «a galeras a remar», que recuerda a la esclavitud, es conveniente explorar lo que nos gusta y lo que nos define íntimamente para interrogarnos en estos términos: ¿cómo puede ponerse mi trabajo al servicio de mi autoconfianza y convertirse en un lugar de logros?

Este libro tiene por ambición hacer que te plantees las preguntas adecuadas y permitirte explorar con total libertad los caminos que te llevarán a ascender profesionalmente al tiempo que respetas tus más profundas aspiraciones. También encontrarás herramientas prácticas que te permitirán reafirmarte en seguida en tu trabajo del día a día.

Diferentes acepciones

La autoconfianza como concepto aparece por primera vez bajo la pluma de William James (psicólogo estadounidense, 1842-1910), considerado el padre de la psicología en su país, en su obra Principles of Psychology, publicada en 1890.

En su opinión, la autoconfianza sería la opinión que tenemos de nosotros mismos con respecto a lo que nos proponemos. Esto resume a la perfección el estado mental que domina hoy en día el mundo occidental y que tiende a representar al individuo como un objeto desencarnado: así, estaríamos sometidos a las mismas leyes que una empresa o que un Estado, cuyos resultados se miden en volumen de ingresos o en producto interior bruto (PIB). En este sentido, se trata de una autoconfianza completamente exterior, basada en la apariencia, cuyos límites observamos en el mero hecho de que los indicadores de rendimiento de las empresas y de los Estados tienden a integrar cada vez más en sus balances el bienestar de los empleados/ciudadanos que somos.

Abordar la confianza en uno mismo partiendo de este punto de vista behaviorista, como desarrolló William James, supone por tanto definir al individuo como el producto de lo que hace, el producto de un conjunto de comportamientos y de resultados observables desde un punto de vista externo. Aunque sea completamente cierto que nuestros éxitos profesionales, manifestados en resultados concretos y visibles, están íntimamente ligados al sentimiento de autoconfianza, ¿no encierra acaso esta definición una visión demasiado restrictiva que tiende a categorizarnos? ¿Acaso no fueron todos los ganadores perdedores alguna vez, y viceversa?

¿Sabías que…?

El behaviorismo o comportamentalismo es un enfoque psicológico que nace a principios del siglo XX y que consiste en estudiar la psique de un individuo a partir de lo observable de su comportamiento, de su historia y de las interacciones que ha tenido con su entorno.

Existe otra acepción de la autoconfianza que, sin excluir el análisis de los comportamientos externos como índice determinante, prefiere abordar la cuestión alrededor de la noción de «creencia» en uno mismo. A través de esta concepción, podemos relacionar la confianza en uno mismo con un conjunto de características que el primer enfoque no albergaba: al creer en nosotros mismos, adquirimos la posibilidad de confiar en nuestros deseos, esperanzas, fuerzas y puntos de referencia para actuar. Avanzamos con seguridad, con la firme confianza de que nuestro interior alberga una fuerza que no necesita demostrar nada para existir. Y es esta energía la que nos permite tener una influencia positiva sobre el mundo exterior y arriesgarnos a reafirmarnos.

La constelación de la autoconfianza

En su obra Croire en soi ou la confiance perdue et retrouvée («Creer en uno mismo o la confianza perdida y recobrada»), publicada en 2004, el psicoanalista y el psicosociólogo Jean-Claude Liaudet introduce la noción de «constelaciones de la confianza en uno mismo» planteando las siguientes preguntas: «¿Qué diferencia existe entre autoconfianza, autoestima y amor propio? ¿De qué manera contribuye el autoconocimiento a la confianza y la seguridad en uno mismo, a la autoafirmación?» (Liaudet 2004, 35).

En efecto, tendemos a confundir autoconfianza, autoestima y amor propio con el hecho de estar seguro de uno mismo, de reafirmarse, de aceptarse y de conocerse. Tenemos la impresión de que todos estos términos tienen el mismo valor, y este es el motivo por el que a menudo nos cuesta comprender de dónde viene nuestra incapacidad para reaccionar como querríamos ante una situación profesional que nos hace perder la autoconfianza. Intentemos comprender los desafíos de cada uno de los elementos de esta constelación abordándola como un proceso.

Aunque su definición varíe, es evidente que estas nociones se interrelacionan e interactúan. Por consiguiente, nada de lo que acabamos de explicar debe entenderse como un proceso rígido con etapas fijas: dependiendo de la historia y de las especificidades de cada uno, habrá que tomar un camino u otro para ganar autoconfianza.

¿Sabías que…?

La palabra «confianza» proviene del latín «confidentia», formada por el prefijo «con-» (junto, todo) y por el término «fides» (fe, confianza). Por consiguiente, significa «con toda la fe».