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SINOPSIS
En La mente de los justos el psicólogo Jonathan Haidt explora la naturaleza e historia humana desde el punto de vista de la psicología moral, centrando su pionera investigación en los orígenes de la moralidad y las razones por las que las personas están divididas por la política y la religión. La respuesta no es, como muchos creerían, porque algunas personas son buenas y otras malas. La investigación de Haidt muestra que nuestras mentes fueron diseñadas para la justicia grupal. Somos criaturas profundamente intuitivas y son nuestros instintos los que guían nuestro razonamiento. Esto hace que sea complicado conectar con aquellos que viven en otras matrices, que a menudo son construidas en un subconjunto diferente de los fundamentos morales. Pero si queremos entendernos a nosotros mismos, nuestras divisiones, nuestros límites y nuestro potencial, necesitamos dar un paso atrás, dejar a un lado el moralismo, utilizar cierta psicología moral y analizar este juego al que todos estamos jugando.
La mente de los justos pretende disminuir la ira y la división que producen estos temas y reemplazarlos con asombro y curiosidad. Tenemos la suerte, dice Haidt, de haber desarrollado una compleja psicología moral que ha permitido a nuestra especie salir de la vegetación y adentrarse en las comodidades de las sociedades modernas en tan solo unos miles de años. El objetivo de Haidt es conseguir que las conversaciones sobre moralidad, política y religión sean más comunes, más civilizadas y más divertidas.
La mente de los justos
Por qué la política y la religión
dividen a la gente sensata
JONATHAN HAIDT
Traducido por Antonio García Maldonado
EDICIONES DEUSTO
A la memoria de mi padre,
Harold Haidt
He cuidado atentamente de no burlarme de las acciones humanas, no deplorarlas, ni detestarlas, sino entenderlas.
B ARUCH S PINOZA ,
Tractatus Politicus, 1676
Introducción
Imagina que una civilización alienígena hubiera puesto un satélite en órbita alrededor de la Tierra hace cuatrocientos millones de años, justo en el momento en el que las plantas y los animales empezaban a aparecer en el planeta. El satélite está programado para emitir una imagen de alta resolución de la superficie terrestre a los extraterrestres cada diez mil años. La serie de imágenes desvela muchos cambios graduales; continentes que se separan, casquetes polares que se expanden y luego se contraen. Tras algunos impactos de asteroides hay cambios drásticos en los patrones vegetales.
Después de examinar todas y cada una de las cuatrocientas mil imágenes, los extraterrestres seguramente se maravillarían especialmente con las últimas diez. Las imágenes inmediatamente anteriores a esas diez mostrarían los bloques de hielo retirándose, como lo han hecho muchas veces antes. Pero justo después de este último movimiento (que marca el comienzo de lo que los terrícolas llaman el Holoceno), nuevos y maravillosos objetos comenzarían a brotar entre la vegetación. En las primeras imágenes, los extraterrestres verían las primeras aldeas humanas, rodeadas de los primeros cultivos. En la quinta imagen, ya verían canales, grandes plataformas de piedra y templos mesopotámicos; en la sexta, las pirámides de Egipto. En las siguientes tres imágenes verían ciudades que emergen a lo largo y a lo ancho, que crecen y se conectan por caminos. Verían acueductos y estadios; verían miles de barcos en el mar.
Sin embargo, todas estas cosas serían profundamente triviales comparadas con la transición entre la novena y la décima imagen. En la décima imagen, la mayor parte de los terrenos y de los bosques, e incluso alguna de las regiones desérticas, se habrían transformado en vastos tableros de cultivos alineados, conectados por caminos y rieles a ciudades gigantes cuyos espacios aéreos estarían inundados de aviones y helicópteros.
De glaciares en retirada a civilización global en sólo un par de imágenes. ¿Cómo ocurrió?
La respuesta obvia es la tecnología, comenzando por la agricultura y continuando progresivamente con la metalurgia, la ingeniería, la química y otras ciencias. Puedes leer libros como Armas, gérmenes y acero (Debolsillo, Barcelona, 2007), de Jared Diamond, o What Technology Wants, de Kevin Kelly, para comprender esa parte de la historia.
Ahora bien, hay una historia psicológica de fondo que debe contarse antes de que la historia tecnológica pueda comenzar. Si esos extraterrestres hubiesen arrojado arados, paquetes de semillas y tarjetas con instrucciones ilustradas sobre África hace un millón de años, nuestros antepasados homínidos no se habrían convertido antes en agricultores. Se necesita mucho más que tecnología para cultivar; se necesita cooperación. Muchas personas deben trabajar juntas con un alto nivel de confianza que les permita dividir tareas y trabajar durante muchos meses sin recompensa. Cuando finalmente la cosecha llegue, los agricultores deben ser capaces de compartirla, guardarla, defenderla y hacer que una parte dure hasta que sea hora de la siembra el próximo año. Se necesita una aldea entera para levantar un cultivo. ¿Cómo lograron nuestros ancestros llegar al punto de poder trabajar juntos en aldeas, luego en ciudades-Estado y finalmente en naciones?
El parentesco es la forma favorita de la naturaleza de crear comunidades cooperativas. Las colmenas de abejas y los nidos de hormigas son muestras geniales de cooperación. Ellas permanecen unidas en parte porque son familia, casi todas hermanas. Y esto funciona de maravilla para abejas y hormigas, cuyas reinas pueden poner millones de huevos, pero obviamente no es una forma viable para que los humanos pueblen ciudades y construyan pirámides. Entonces, ¿cómo nos mantenemos juntos para hacer cosas grandiosas? ¿Cuál es nuestro «pegamento»?
Las personas que han dedicado su vida a estudiar algo específico suelen creer que el objeto de su fascinación es la clave para entenderlo todo. Muchos libros se han publicado en años recientes acerca del papel transformador en la historia humana que ha jugado la cocina, la maternidad, la guerra… incluso la sal. Éste es uno de esos libros. Yo estudio la psicología moral, y para mí la moralidad es la extraordinaria capacidad humana que ha hecho posible la civilización, e intentaré probar mi caso. Con esto no quiero decir que la cocina, la maternidad, la guerra o la sal no fueran también necesarias, pero en este libro te guiaré en un recorrido por la naturaleza humana y la historia desde la perspectiva de la psicología moral.
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