© Iñaki Porto
Danie l Innerarity es catedrático de Filosofía Política y Social, investigador «Ikerbasque» en la Universidad del País Vasco y director de su Instituto de Gobernanza Democrática. Ha sido profesor invitado en diversas universidades europeas y americanas, recientemente en la Universidad de la Sorbona (Paris I), en el Robert Schuman Centre for Advanced Studies del Instituto Europeo de Florencia y en la London School of Economics and Political Science. Actualmente es Director de estudios asociados de la Maison des Sciences de l’Homme, en París y titular de la cátedra Davis en la Universidad de Georgetown. Doctor en Filosofía, amplió sus estudios en Alemania (como becario de la Fundación Alexander von Humboldt), Suiza e Italia. Entre sus últimos libros cabe destacar Ética de la hospitalidad (premio de la Sociedad Alpina de Filosofía 2011 al mejor libro de filosofía en lengua francesa); La transformación de la política (III premio de Ensayo Miguel de Unamuno y premio Nacional de Literatura en la modalidad de Ensayo 2003); La sociedad invisible (premio Espasa de Ensayo 2004); E l nuevo espacio público; El futuro y sus enemigos; La humanidad amenazad a: gobernar los riesgos globales (con Javier Solana); La democracia del conocimiento (premio Euskadi de Ensayo 2012); Internet y el fut uro de la democracia, y Un mundo de todos y de nadie. Piratas, riesgo s y redes en el nuevo desorde n global . La mayor parte de sus libros han sido traducidos en Francia, Inglaterra, Portugal, Estados Unidos, Italia y Canadá.Es colaborador habitual de opinión en El Paí s y El Correo / Diario Vasco . Eusko Ikaskuntza-Caja Laboral le concedió el premio de Humanidades, Artes, Cultura y Ciencias Sociales 2008. Ha recibido el premio Príncipe de Viana de la Cultura 2013.
Los años de la crisis han llenado las calles de manifestantes indignados (como el 15-M en España) y han sido un revulsivo que ha dado lugar a nuevos movimientos sociales e incluso nuevos partidos. Esta poderosa ola de indignación ha hecho que se tambalearan muchas instituciones, ha desatado las grandes pasiones políticas pero también ha generado un especial desconcierto. Puede que los tiempos de indignación sean también tiempos de confusión. Este libro es un intento de calibrar lo que hay de valioso en todo ello y cuáles son sus limitaciones.
Sólo quien ha entendido bien su lógica y lo que la política está en condiciones de proporcionarnos puede evitar las falsas expectativas y, al mismo tiempo, formular sus críticas con toda radicalidad. Este libro intenta contribuir a que entendamos mejor la política porque únicamente así podemos juzgarla con toda la severidad que se merece.
En una época de indignación, que cuestiona y critica muchas cosas que dábamos por pacíficamente compartidas, Daniel Innerarity repasa nuestra idea de la política preguntándose si hemos acertado a la hora de definir su naturaleza, a quién corresponde hacerla, cuáles son sus posibilidades y sus límites, si siguen siendo válidos algunos de nuestros lugares comunes, y qué podemos esperar de ella. Intenta que esa indignación no se quede en un desahogo improductivo, sino que se convierta en un motor que fortalezca la política y mejore nuestras democracias.
Serie Actualidad
Dirigida por Josep Ramoneda
Se puede optar por un pensamiento crítico que tomará la forma de una ontología de nosotros mismos, de una ontología de la actualidad.
M ICHEL F OUCAULT
D ANIEL I NNERARITY
La política en tiempos de indignación
Prólogo de
Josep Ramoneda
Edición al cuidado de María Cifuentes
Publicado por:
Galaxia Gutenberg, S.L.
Av. Diagonal, 361, 2.º 1.ª
08037-Barcelona
www.galaxiagutenberg.com
Edición en formato digital: septiembre 2015
© Daniel Innerarity, 2015
© del prólogo: Josep Ramoneda, 2015
© Galaxia Gutenberg, S.L., 2015
Diseño de portada: © Estudio Pep Carrió, 2015
Conversión a formato digital:gama s.l.
Depósito legal: DL B 17398-2015
ISBN Galaxia Gutenberg: 978-84-16495-08-5
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A José Andrés Torres Mora, compañero republicano y socialdemócrata, de quien no he conseguido discrepar más que en lo accidental. Me hubiera gustado escribir aquella dedicatoria que alguien dirigía a su maestro «a quien debía lo poco que sabía de esa materia», con la que no quedaba claro quién era más inútil, si el maestro alabado o el humilde alumno. En este caso, no hay ni desprecio involuntario ni humildad fingida porque, efectivamente, de política no sabemos casi nada, ambos dos y la humanidad entera, que tiene aquí uno de sus más enigmáticos misterios y tal vez el oficio más inexacto del mundo.
«La tarea prácticamente irresoluble consiste en no dejarse entontecer ni por el poder de los otros ni por la propia impotencia.»
THEODOR W. ADORNO ,
Minima Moralia & 34.
Índice
Prólogo: la política y sus enemigos
Escribe Jürgen Habermas en un artículo titulado «La escandalosa política griega de Europa»: «Los políticos de Bruselas y Berlín se niegan a endosar su papel de políticos cuando encuentran a sus colegas atenienses. Mantienen ciertamente la apariencia, pero cuando hablan lo hacen exclusivamente en su papel económico, el de acreedores. Se convierten así en zombies en un sentido: se trata de dar al procedimiento tardío de declaración de insolvencia de un Estado la apariencia de un proceso apolítico, susceptible de ser objeto de un procedimiento privado ante un tribunal. De este modo, es más fácil negar su responsabilidad política». Y añade: es la manera de «evitar rendir cuentas por un fracaso que se ha traducido en cantidad de vidas rotas, de miseria social y de desesperación». Esta dejación de los políticos, usual en los tiempos que corren, está en el origen de un libro como La política en tiempos de indignación . No es la única causa del malestar con la política en tiempos de mutaciones profundas. La sumisión a este dios menor llamado mercados (que no es lo mismo que el mercado) y las nuevas tecnologías de la información, con sus efectos de contracción del espacio (globalización) y aceleración del tiempo, juegan un papel decisivo en la confusión reinante sobre el futuro de la política, de la democracia y de la gobernanza del mundo.
Daniel Innerarity se plantea este libro como un ejercicio para «entender mejor la política», combatiendo los argumentos de quienes quieren destruirla, de quienes viven en la indiferencia hacia ella y de quienes practican la indignación pasiva desde la superioridad crítica. Y lo hace desde el presupuesto de que el principal problema de la política es su debilidad. Lo que la convierte en culpable óptima de todos los males y centro de tópicos y lugares comunes. El problema no es tanto la política como la mala política: el enemigo está en casa.
La indignación se hizo carne, a partir de 2011, dando una dimensión política a una crisis que se presentaba como estrictamente económica, por razones parecidas a las que denuncia Habermas. Si sólo era económica, la resolución quedaba en manos de los expertos y los políticos eludían su responsabilidad amparándose en el obsceno discurso del «No hay alternativa» que, como dice Hans Magnus Enzensberger, «es una injuria a la razón, pues equivale a una prohibición de pensar. No es un argumento, es una capitulación». Los movimientos sociales acabaron con la utopía de la invisibilidad que pretendía esconder las víctimas y los destrozos de la austeridad y pusieron de manifiesto el carácter político, social, cultural y moral de esta crisis. Las crisis tienen siempre un efecto revelador. Y en este caso lo que emergió fue el delirio nihilista que condujo al estallido: los años en que la utopía cambió de bando, en que el poder económico hizo suya la ensoñación de que no había límites, de que todo era posible, y en pleno desvarío un economista tan distinguido como Robert Lucas llegó a proclamar el fin de los ciclos económicos. La política quedó marcada por el sello de la impotencia, al ser incapaz de controlar esta fuga hacia adelante, basada en un capitalismo financiero capaz de estar en todas partes y en ninguna al mismo tiempo, desenraizado de la sociedad, a diferencia del capitalismo industrial. El nihilismo es una categoría bifronte: la creencia de que todo es posible (la pulsión destructiva como principio de salvación) conduce a la creencia de que la acción es lo que redime. «En este comienzo de milenio», escribía Claudio Magris en 1996, «muchas cosas dependerán de cómo resuelva nuestra civilización este dilema: si combatir el nihilismo o llevarlo hasta sus últimas consecuencias.»