A pesar de haber puesto el máximo cuidado en la redacción de esta obra, el autor o el editor no pueden en modo alguno responsabilizarse por las informaciones (fórmulas, recetas, técnicas, etc.) vertidas en el texto. Se aconseja, en el caso de problemas específicos —a menudo únicos— de cada lector en particular, que se consulte con una persona cualificada para obtener las informaciones más completas, más exactas y lo más actualizadas posible. EDITORIAL DE VECCHI, S. A. U.
El Código Penal vigente dispone: «Será castigado con la pena de prisión de seis meses a dos años o de multa de seis a veinticuatro meses quien, con ánimo de lucro y en perjuicio de tercero, reproduzca, plagie, distribuya o comunique públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, o su transformación, interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la autorización de los titulares de los correspondientes derechos de propiedad intelectual o de sus cesionarios. La misma pena se impondrá a quien intencionadamente importe, exporte o almacene ejemplares de dichas obras o producciones o ejecuciones sin la referida autorización». (Artículo 270)
C. Grande
INTRODUCCIÓN
¿Quién no ha echado nunca una ojeada a su horóscopo en el periódico? ¿Quién no ha levantado nunca la mirada hacia el cielo para plantear preguntas sin respuesta a las estrellas? Incluso los más escépticos y los más racionales conocen su signo del zodiaco, y muchos son los que se debaten entre el instinto y la razón, entre la necesidad de dar una respuesta científica a todo y el deseo de dejarse guiar por su destino.
La conciencia de un profundo vínculo que une la vida humana con la naturaleza, y en particular con la bóveda celeste, nos acompaña desde hace miles de años. La inmutable armonía del cosmos nos da confianza y refuerza nuestra convicción de que las estrellas jamás se equivocan y conocen nuestro camino desde siempre. Las fuerzas que gobiernan el cielo e influyen sobre los acontecimientos terrestres son: el Sol, la Luna, Mercurio, Venus, Marte, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno y Plutón. Desde un punto de vista astrológico, todos estos cuerpos celestes se consideran planetas. Cada uno de ellos tiene un significado particular, teniendo en cuenta los demás planetas y la Casa astrológica por la que transita.
Gracias a complejos cálculos y a la utilización de tablas especiales (efemérides), la astrología estudia el paso de los planetas por los signos del zodiaco y por las distintas esferas de la vida (las Casas). Se trata de cálculos largos y complicados que, a pesar de su gran atractivo, a menudo desaniman a los más curiosos debido a su dificultad. El presente libro, gracias a sus explicaciones simples y claras y mediante un juego de cuarenta cartas, tiene como objeto permitir a todo el mundo acceder al arte de la adivinación, de modo que todos los que lo deseen puedan tener una idea del futuro.
Las cartas de nuestro juego están divididas del siguiente modo: veinte representan los planetas (diez con un significado positivo y diez con un significado negativo); dos cartas representan el tipo de situación (favorable o desfavorable: la Cabeza y la Cola del Dragón); dos, la Suerte y la Mala Suerte; doce, las Casas, es decir, las distintas esferas de la vida donde los astros pueden ejercer su influencia; y por último, cuatro representan los elementos (agua, tierra, aire y fuego).
Las cartas están escritas e ilustradas claramente y son fáciles de memorizar. Una vez haya aprendido su significado, y efectuado los juegos propuestos, podrá utilizarlas para interrogar a los planetas sobre los temas que más le interesen. Cuando haya penetrado en el mágico mundo de las cartas de los planetas nada le impedirá, además, inventar juegos completamente nuevos.
LA CARTOMANCIA
La adivinación por las cartas es una manera especialmente atractiva de predecir el futuro y exige una participación mucho más activa de la persona que consulta que los demás sistemas utilizados comúnmente. En efecto, el consultante escoge las cartas y puede ver y entender por sí mismo los símbolos representados en el juego, lo que no sucede con otros métodos de interpretación del destino.
Las cartas más antiguas y el tarot
Las primeras cartas de las que se tiene conocimiento en la historia eran treinta y dos tablas de oro, que fueron ofrecidas a un emperador chino alrededor del año 1120. Esas cartas fueron reproducidas y difundidas por todo el país y el juego se llamó «mil veces diez mil». En esas cartas se representaban un gran número de símbolos cuya suma era el número de estrellas. En la India, incluso hoy en día, se juega con una baraja muy antigua compuesta por diez series de doce cartas (ciento veinte en total), que corresponden a las diez encarnaciones de la divinidad Vishnu y a sus símbolos. Este juego se llama dasavatara y cada serie comprende un rey y un visir, más diez cartas numeradas en las que se repite el símbolo de la encarnación de Vishnu. Algunos símbolos pueden corresponderse con signos de nuestras cartas actuales: por ejemplo, los discos pueden considerarse como equivalentes a los oros, y las jarras, a las copas de la baraja española. En el siglo XIV , en Italia, se extendieron los nabíes (del árabe «profetas»), basados en cinco series de diez cartas, dedicadas a las musas, los planetas, las ciencias y las virtudes. Esas cartas probablemente influyeron en los arcanos mayores del tarot, las cartas más utilizadas para adivinar el destino. A finales del siglo XIV se inventaron las primeras barajas de cartas para juegos, inspiradas muy probablemente, en el caso de las cartas numeradas, en el juego de dados, mientras que la sota, el caballo y el rey seguramente estaban relacionados con el ajedrez.
Algunas personas atribuyen orígenes extremadamente lejanos al tarot, que, según ellos, se remontaría al Egipto antiguo. Afirman incluso que este juego corresponde, de hecho, al libro más antiguo del mundo. Nada prueba la veracidad de esta aseveración, pero es evidente que las ideas que inspiraron los símbolos del tarot son considerablemente antiguas. Todas las fases de la existencia humana —nacimiento, muerte, amor, soledad, pruebas, conocimiento, selección, engaño, esperanza, tentación y caída: en resumen, toda la sabiduría adquirida a lo largo del camino de la vida— están simbólicamente representadas en los veintidós arcanos mayores del tarot, que representa la síntesis de las ciencias ocultas, y ofrece un punto de salida a una reflexión que debería permitir entender las grandes verdades de la vida humana.
Los arcanos mayores reproducen temas de origen bíblico, como el Ángel, el Diablo, la Torre, así como elementos esenciales de la bóveda celeste (el Sol, la Luna y las Estrellas), los poderes más importantes de la época (el Papa y el Emperador, en masculino y femenino) y otras figuras como el Amor, la Muerte, el Mundo, la Ermita que desprecia el mundo, el Carro del conquistador, el Colgado, la Rueda de la fortuna y el Loco. Teniendo en cuenta su riqueza simbólica, se considera que los arcanos, en su origen, eran cartas adivinatorias, y no un simple grupo de cartas de la baraja.