Karmadharaya
QUIROMANCIA
EDITORIAL DE VECCHI
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ISBN: 978-1-68325-642-7
El Código Penal vigente dispone: «Será castigado con la pena de prisión de seis meses a dos años o de multa de seis a veinticuatro meses quien, con ánimo de lucro y en perjuicio de tercero, reproduzca, plagie, distribuya o comunique públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, o su transformación, interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la autorización de los titulares de los correspondientes derechos de propiedad intelectual o de sus cesionarios. La misma pena se impondrá a quien intencionadamente importe, exporte o almacene ejemplares de dichas obras o producciones o ejecuciones sin la referida autorización». (Artículo 270)
Índice
Introducción
Plinio, famoso historiador romano, escribe que Aristóteles no dudaba de la veracidad de los signos de la mano. Él mismo explica que algunas líneas mal trazadas indican una salud enfermiza y una mala disposición interior, mientras que si aparecen en el centro de la mano pronostican una vida breve.
Los filósofos griegos recogieron tales creencias de la India, cuna de los grandes movimientos filosóficos de la Antigüedad, pero la época en la que triunfan las prácticas quirománticas, imbuidas de misticismo y de esoterismo, es la Edad Media. Es bien comprensible el interés por estas doctrinas, puesto que es una época en la que fermentan oscuras creencias y tenebrosos mitos de una religiosidad en algunos aspectos todavía oscurantista y supersticiosa, y en otros ligada a influencias orientales. Hay que recordar entre los primeros grandes cultivadores a Paracelso.
Durante la Edad Media, el hombre vive un atormentadísimo periodo de separación de lo antiguo, que provoca en él todo tipo de miedos, locuras y angustias. Pululan los magos, los buscadores de oro y de la aún más ilusoria piedra filosofal, y los evocadores de fantasmas a los que inútilmente se opone el rigor de la Iglesia católica. Es preciso llegar al siglo XVIII y a sus revoluciones políticas y filosóficas para que se derrumben muchas barreras que ahogaban la natural ansia de investigación del espíritu humano. Y es a partir de este siglo cuando todas las ciencias se liberan de los dogmas del pasado.
También la quiromancia modernamente entendida puede ser considerada una ciencia, puesto que es el resultado de observaciones y estadísticas sobre hechos controlados. Más aún, es sin duda una ciencia antigua. Queiro, en uno de sus viajes por la India, descubrió un tratado encuadernado en piel humana y celosamente guardado por los brahmanes en el que ya se hablaba del estudio de las manos. La quiromancia se difundió más tarde por otros países (China, Persia, Japón, Egipto, Grecia). Una prueba de su antigüedad radica en la misma palabra utilizada para designarla: quiromancia, de χειρομαντεια, «adivinación de la mano». Pero ¿qué significa este vocablo? Con un mismo término indicamos la ciencia y el arte de, por una parte, conocer determinadas características y aspectos físicos y morales de una persona y, por otra, de extraer razonables deducciones de su futuro mediante el examen de la forma y de los signos de su mano. Huelga decir que en este campo es preciso moverse con extremada cautela. No conviene dar a un determinado signo un significado preciso, fijo e inalienable (como hacían algunos de los más fanáticos quirólogos del pasado), ya que en este sentido sería fácil entrar en divagaciones falsas e incluso peligrosas.
Debe recordarse que cada signo ha de ser «leído» en relación con los demás, precisamente de igual modo como se lee o interpreta la escritura, en la que el significado de una línea puede variar según su relación con otras líneas. Si no fuera así, la quiromancia no sería más que una «ciencia» de barracón de feria. Sin embargo, existen también en este campo tradiciones y símbolos bastante míticos, de los que se hablará igualmente en este libro; pero no olvidemos nunca que su significado debe buscarse en un conjunto de «impresiones» que, interpretadas conjuntamente, pueden ayudar a ver y definir determinados aspectos de una mano. En resumen, la mano del hombre ha de ser considerada como un «símbolo total» que nos ofrece la naturaleza; no busquemos en ella certezas absolutas que resultarían aleatorias.
La quiromancia no es una ciencia exacta como las matemáticas, sino un conocimiento en evolución que hay que interpretar mezclado con elementos poéticos. Si bien es cierto que existen personas (algunos médicos, por ejemplo) que consiguen diagnosticar a través de la «lectura» de la mano (a partir del color, forma, tejidos, signos de diversas clases) el estado de salud y las principales características psicofísicas de un individuo, no está de más insistir que en estas observaciones toda precaución será poca. Muchery dice justamente que la interpretación de los signos de una mano es una labor de síntesis y, por lo tanto, no puede darse un valor probativo, en pro o en contra, a ningún signo: sólo del resultado de las indicaciones de diferentes signos podrá deducirse una respuesta digna de crédito.
En definitiva, podría resumirse así el moderno concepto de quiromancia: «La mano revela un cuadro completo de la figura moral de un individuo, de sus tendencias, de sus defectos, de sus medios para luchar en la vida y de su futuro inmediato, es decir, de todo aquello que la vida le depara en el momento presente; pero sólo de él depende el porvenir; sólo él puede eliminar determinadas causas y prevenir algunos defectos». De acuerdo con nuestro conocimiento quiromántico actual, podemos afirmar con Muchery que «aún estamos lejos de poder dar una razón materialmente probada a la formación de las líneas y de los signos que caracterizan una mano». Aún todo es posible: he aquí por qué la quiromancia sigue siendo una práctica fascinante, susceptible del desarrollo más increíble.
El lector entenderá que, a lo largo de esta obra, insistamos repetidamente sobre la actitud de prudencia y moderación con la que se deben afrontar los problemas relativos a la lectura e interpretación de los signos de la mano.
Por lo que respecta al método utilizado, el criterio seguido ha sido el de proporcionar una guía segura en una materia tan compleja y, en más de un aspecto, en fase todavía crítica. Hemos buscado, entre la gran diversidad de elementos, supersticiones, mitos y tradiciones, un camino «recto» que nos llevase a una exacta y lógica interpretación de los hechos. Partiremos del examen externo de la mano (quirognomía), que nos ayudará a comprender el carácter del individuo. Esta será la primera etapa. Llegaremos luego a la quiromancia propiamente dicha, es decir, al estudio de las líneas, de los signos y de la formación de los montes en la palma con todas sus formas secundarias: argumento asombroso al que van ligados los sucesos y sus épocas. En último lugar trataremos el aspecto astrológico, examinando los influjos de los astros sobre las líneas de la mano en el momento de nacer.
Ciertamente es esta la parte más misteriosa de la quiromancia y también aquella en la que los hombres de todos los tiempos han dado mayor rienda suelta a la imaginación. Naturalmente, no nos será posible un examen profundo del tema astral o planetario (que nos llevaría demasiado lejos) hasta implicar conocimientos mucho más amplios que los estrictamente quirománticos; además, en la actualidad se tiende a dar cada vez mayor importancia a la síntesis general y menos a los detalles aislados. Como cierre, el lector hallará un utilísimo apartado de astroquiromancia en el que, en cualquier momento y con suma facilidad, podrá encontrar todos los datos que le pueden interesar acerca de las principales enfermedades, estados de ánimo, debilidades y vicios humanos, con su descripción o la relación de las líneas y signos que indican su presencia en la mano.
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