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Isaac Asimov - La receta del tiranosaurio II

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Isaac Asimov La receta del tiranosaurio II
  • Libro:
    La receta del tiranosaurio II
  • Autor:
  • Editor:
    ePubLibre
  • Genre:
  • Año:
    1992
  • Índice:
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La receta del tiranosaurio II: resumen, descripción y anotación

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Introducción

Los primeros nueve ensayos de este volumen tratan, más o menos, con el futuro, pero el futuro se involucra directamente con el espacio. Casi todas estas piezas fueron escritas después del desastre del Challenger, enero de 1986, cuando las esperanzas que mucha gente tenía en el espacio pasaron durante un triste período de pesimismo. Sin embargo, yo permanecí con un resuelto optimismo, y el extraordinario éxito del viaje del Discovery animó nuestros espíritus; siento que estoy en la vía correcta.

Sin embargo, el optimismo también puede perder su objetivo. Mi ensayo «Todos a bordo para Fobos», que trató de las dos sondas soviéticas hacia los satélites de Marte, fue reducido a la mitad (para decirlo de alguna manera) al poco tiempo de haberse publicado, cuando una de las sondas dejó de funcionar, y después por completo cuando a la otra también le sucedió lo mismo.

«¿Otra vida inteligente?» (Uno de los dos ensayos moderadamente largos de este libro) también podría ser demasiado optimista. Desde que fue publicado he sentido que entre los astrónomos ha habido cierta disminución del entusiasmo respecto a la posibilidad de civilizaciones extraterrestres. Sin embargo, me aferró a la esperanza de que las hay, y por lo tanto incluyo dicho ensayo en este libro, quizá como un pequeño gesto de desafío.

El ensayo de esta sección del que estoy más orgulloso es «El teléfono en el espacio». Cuando se me pidió que escribiera sobre el tema, respondí: «¿Un teléfono en el espacio? Nunca había oído nada así, y nunca había pensado en ello». No obstante, la gente de teléfonos que quería el artículo era terca e insistente, por lo que me senté a pensar en ello y el resultado fue el ensayo que incluyo aquí. Me halagó lo que mi imaginación produjo después del vapuleo apropiado.

Por lo tanto, aquí incluyo la docena del fraile (es decir, trece) de ensayos recientes que he escrito sobre astronomía, física, química y biología para beneficio de usted y, espero, también para su distracción.

Durante casi cuarenta años he estado escribiendo ensayos científicos. Comencé así:

En 1953 ya había decidido que no tenía verdaderas aptitudes para la investigación científica, pero necesitaba disertaciones científicas si quería conservarme en la escuela de medicina donde estaba dando clases.

Así, tuve una brillante idea. Podría escribir ensayos científicos para el Journal of Chemical Education. Contarían como disertaciones, no involucrarían investigación, y me daría gusto hacerlos. Hice media docena.

Después en 1955 tuve otra idea todavía más brillante. Podría escribir precisamente el mismo tipo de ensayos, pero de una manera más informal y un estilo más agradable, para revistas de ciencia-ficción, y que me pagaran por ellos. Después de todo, tenía esposa e hijo, más otro bebé que venía en camino y yo podría darle uso al dinero.

Así, comencé a escribir ensayos científicos profesionalmente, y funcionó bien. Mi reputación aumentó y las revistas que no eran de ciencia-ficción (y que pagaban mejor que las que sí eran) comenzaron a pedirme que escribiera ensayos para ellas, y acepté.

1
El Atractivo de la Exploración

Las primeras criaturas casi humanas vivieron en el sur de África hace unos cuatro millones de años. Poco a poco dichas criaturas y sus descendientes se extendieron sobre la faz de la Tierra. Al principio lo hicieron lentamente y, después, cada vez con mayor rapidez hasta que ahora todos los continentes (hasta la Antártida), todas las islas (hasta las más lejanas), han sido marcadas por pies humanos.

La tierra seca no es la única que han recorrido los seres humanos. Se han zambullido bajo la superficie del océano, a los abismos más profundos. Se han remontado por los aires y más allá. Doce seres humanos han caminado sobre la Luna.

¿Cuál es este atractivo de la exploración? ¿Qué conduce a los seres humanos más y más hacia lo desconocido?

Al principio no había nada misterioso: la gente buscaba alimento y agua. Sequías o aumentos de población dificultaban que se pudiera encontrar y reunir suficiente comida y bebida, así que tenían que aventurarse en búsqueda de lo que necesitaban.

O pudo haber sido el miedo. Eran probables las invasiones de animales de rapiña o, todavía peor, podrían llegar otros seres humanos en busca de comida y agua. Los ya presentes eran empujados y tenían que encontrar nuevos hogares.

Pero, cualquier cosa que fuera, también debió haber sido el estímulo de nuevas tierras, la belleza de nuevos paisajes, la delicia de encontrar un nuevo paraje que pudiera convertirse en un nuevo hogar.

Así, poco a poco, los cazadores siberianos de mamut siguieron las manadas migratorias que cruzaron el Estrecho de Bering (que entonces era tierra seca) y entraron al continente americano hace unos 25 000 años, después penetraron cada vez más al sur hasta que hubo seres humanos en la Tierra del Fuego, la isla frente al extremo sur de Sudamérica. Del otro lado del mundo los seres humanos siguieron su camino de isla en isla hacia el enorme archipiélago indonesio hasta que llegaron a Australia y, más allá, a las lejanas islas de Tasmania. Todavía después, seres humanos en naves primitivas se atrevieron a buscar por las solitarias y vacías enormidades del Pacífico, el océano más grande de la Tierra, y poblaron la gran isla de Nueva Zelanda y todas las islillas distribuidas en toda su extensión.

Casi no sabemos nada respecto a dichas epopeyas exploratorias, a excepción de que tuvieron éxito. No sabemos que individuos tan osados dirigieron los equipos de exploración, a qué peligros se enfrentaron, qué dificultades superaron, cuántas muertes sufrieron; pero, por supuesto, debió haber habido peligros, dificultades y muertes.

Hasta la historia más reciente de Europa y el Medio Oriente, que conocemos mucho mejor, sabemos poco de las primeras exploraciones. Fueron los fenicios, que vivieron en la costa de lo que ahora es El Líbano, los primeros exploradores marinos de los tiempos históricos, aproximadamente en los años 1000 a. C. Los marineros aprendieron a navegar guiados por las estrellas y, así, podían alejarse de la vista de la tierra (un ejemplo inicial de la forma en que el desarrollo del conocimiento aumentó la seguridad). Sus naves recorrieron todo lo largo del Mediterráneo y llegaron al Océano Atlántico. En la búsqueda de nuevas fuentes de materiales necesarios, los fenicios localizaron las Islas del Estaño (frente a las costas de lo que ahora es Inglaterra), material esencial para la fundición del bronce. Hasta existen narraciones de que en el siglo VI a. C. una expedición fenicia rodeó toda el África en un viaje que duró tres años.

Casi dos mil años después los vikingos de Escandinavia, del año 800 d. C. en adelante, salieron a borbotones desde su cruel península barrida por los inviernos, incursionando en las costas de Europa y estableciéndose en las islas británicas, norte de Francia, sur de Italia, y a lo largo de las rutas ribereñas de Rusia. También descubrieron nuevas tierras: Islandia, Groenlandia, y hasta las costas del norte de América.

Sin embargo, la Era Dorada de la Exploración comenzó en el siglo quince, con el liderazgo de Portugal que entonces era una nación pequeña. Las embarcaciones europeas —que aprovechaban por completo la brújula— podían navegar aunque el cielo estuviera cubierto de nubes y ni el Sol ni las estrellas estaban visibles para dar una idea de la dirección. Cruzaron los océanos a lo largo y a lo ancho, establecieron nuevas naciones de herencia europea en las Américas, Australia y sur de África, y llegaron a dominar en las tierras ya pobladas de África y Asia. Durante un período de cuatro y medio siglos la Tierra se volvió cada vez más europea. Tan sólo es en nuestra época cuando las naciones sumergidas han vuelto a ser libres.

La fuerza impulsora detrás de las exploraciones todavía era muy práctica. Europa necesitaba seda, azúcar, especias y otras mercancías de Oriente. Sin embargo, las rutas terrestres eran difíciles y, además, estaban obstruidas por naciones musulmanas enemistadas con Europa. Lo que se necesitaba era una ruta marítima directa hacia Oriente que rodeara las tierras musulmanas.

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