Ricardo Silva Romero
Ficcionario
Ilustraciones de Hernán Sansone
Lumen
Para Carolina López Bernal, mi esposa
‟Puede ser que las cosas pasen porque sí, pero yo me he jugado la vida por el drama. He creído, porque en algo hay que creer, que todo sucede por algo y para algo. Y que cada historia del mundo puede ser contada en tres actos”.
Lo primero que el lector debe saber sobre este Ficcionario es que no es, precisamente, un libro de ensayos sobre literatura. Sí es, en cambio, una colección de respuestas a treinta y cinco sospechas que Ricardo Silva Romero ha venido despejando a lo largo de su vida como escritor, sobre las formas en las que el drama —o la ilusión de que todo tiene sentido— está presente en la vida y en las distintas manifestaciones del arte.
A modo de bestiario de la ficción, y con ilustraciones de Hernán Sansone para abrir cada capítulo, aquí el autor realiza un inventario de sus pasiones —el cine de Alfred Hitchcock, de Martin Scorsese, de Woody Allen, de Mike Nichols; la literatura de Alejandro Dumas, de Paul Auster, de los hermanos Grimm; la poesía de César Vallejo; la música de Paul Simon, entre muchas otras—, que ejemplifican de manera brillante una amplia gama de temas relacionados con las decisiones que hay detrás de cada historia y de cada personaje.
Escrito con un profundo respeto por el oficio, Ficcionario es un libro esencial para lectores, espectadores, directores, escritores o cualquier persona interesada en descifrar el arte de contar historias.
RICARDO SILVA ROMERO
Nació en Bogotá en 1975. Es autor de las novelas Relato de Navidad en La Gran Vía, Walkman, Tic, Parece que va a llover, Fin, El hombre de los mil nombres, En orden de estatura, Autogol, Érase una vez en Colombia —compuesta por Comedia romántica y El Espantapájaros—, El libro de la envidia, Historia oficial del amor y Todo va a estar bien. Su obra la completan dos colecciones de relatos, dos poemarios, un par de libros sin género y la página de internet www.ricardosilvaromero.com. Es columnista del diario El Tiempo y de El País de España.
Foto: © Camilo Rozo
HERNÁN SANSONE
(Buenos Aires, 1967) estudió Artes y Diseño Gráfico en la Universidad de Buenos Aires. Desde 1996 vive y trabaja en Bogotá. Se ha desempeñado como director de arte de las revistas Gatopardo, Mundo, Plan B y Larrivista. En la actualidad es director creativo de las revistas Semana y Arcadia. Desde hace dos años publica la tira "Cita a ciegas", en la que reseña libros a partir de dibujos. Todos los días sube un dibujo a su cuenta de Instagram:@elciclopemiope.
Título: Ficcionario
Primera edición: octubre de 2017
© 2017, Ricardo Silva Romero
c/o Indent Literary Agency
www.indentagency.com
© 2017, de las ilustraciones, Hernán Sansone
© 2017, de la presente edición en castellano para todo el mundo:
Penguin Random House Grupo Editorial, S. A. S.
Cra 5A No 34A – 09, Bogotá – Colombia.
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Diseño de cubierta: Penguin Random House Grupo Editorial
Ilustración de cubierta: © Hernán Sansone
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ISBN 978-958-54-0413-7
Conversión a formato digital: Libresque
Dos
Todas las artes son, a la larga, una sola
D iscutir la realidad es un arte y un juego de palabras y un ocio —y es, sin lugar a dudas, una tentación que persigue al libro que usted tiene en sus manos—, pero en este capítulo y en los siguientes la realidad sólo es lo que se vive y el mundo en donde se vive. “Otro busca en el fango huesos, cáscaras / ¿Cómo escribir, después, del infinito?”, se pregunta a sí mismo el poeta César Vallejo en una página de 1937 como recordándonos que la realidad es el sitio en donde uno tiene hambre y cuentas por pagar y ganas de morirse, y punto. Y eso es la realidad en este párrafo y en los siguientes: es el mundo que vamos aprendiendo y llevamos adentro cada día más, pero también es el mundo que pisamos y cruzamos: “Este mundo…” que no tiene arreglo.
Uno nace, se da cuenta de que es alguien y empieza a ponerle nombre a lo demás. Pronto se carga, se llena, se hastía de realidad. Y para digerirla y desecharla, que es lo que suele hacerse con lo que se traga antes de enfermarse y estallar, pronto se aprende la ficción como si en realidad se recordara. Ficción significa fingir, inventar. Cada quien lo hace, por supuesto, a su manera. Se puede parodiar la realidad, documentar la realidad, probar la realidad, articular la realidad, recrear la realidad, poner en escena la realidad, legislar la realidad, calcular la realidad, barajar la realidad, pero algo hay que hacer con lo que se vive —reducirlo a alguna frase o a alguna ecuación, y comunicarlo— para seguir viviendo.
Canta Paul Simon en 1995: “You are moving on a crowded street / Through various shades of people / In the summer’s harshest heat / A story in your eye / Well, speak until your mind is at ease”.
El hombre es el animal capaz de la ficción. Cuando mi papá lee el tarot, cuando cambia su voz y mira por encima de las gafas, se vale de aquella serie de personajes mayores llamados arcanos para leerle a uno la vida que le está pasando ahora. De pronto tiene una historia en los ojos. Y entonces se vale de lo que tiene en las manos, del siete de espadas, el caballo de oros o la rueda de la suerte que le dan forma a la nube de la realidad, para contar el pasado, el presente y el futuro a su manera. Su relato recrea y retrata, pero también predice, pues es, como cualquier narración, el empeño de que la vida no suceda impunemente y la ilusión de vencer la incertidumbre.
La ficción es una carrera y un pulso con el tiempo. El dramaturgo italiano Ricciotto Canudo reconoció, en la última versión de sus reflexiones sobre el cine, que las siete artes vienen de la necesidad de encontrarle el ritmo a la realidad. Canudo el barbado, obsesivo e italiano, fue el primero en pronunciar la frase “el séptimo arte…”. Pensó, sí, que el cerebro humano necesitaba precisar “todo lo efímero de la vida”, requería inventarse “algo que completara la vida elevándola sobre las realidades fugaces”, perseguía afirmar “la eternidad de las cosas ante las que los hombres experimentaban una emoción” e irradiar “el goce de una personalidad múltiple que cada uno puede crearse al margen de la propia”.