Pocos escritos exploran la vida amorosa de una mujer con tanto detalle y sutileza como estos diarios no censurados de Anaïs Nin. En ellos se abordan abiertamente los aspectos físicos y psicológicos de esta autora que buscó actuar con plena libertad desde sus deseos sexuales y emocionales.
En Incesto (1932-1934) aparecen por primera vez todos los fragmentos omitidos en publicaciones anteriores de sus diarios. Destaca la decisiva transgresión que supuso el incesto con su padre, y que subyace en la mente de una mujer en apariencia tan libre de ataduras y prejuicios.
En Fuego (1934-1937), Anaïs Nin prosigue el apasionante relato de su vida. Esta vez la acción transcurre entre París y Nueva York, y aborda sus ya conocidas relaciones con Henry Miller y el psicoanalista Otto Rank. También escribe en estos diarios sobre la guerra civil española, Rafael Alberti, Alejo Carpentier o Constantin Brancusi.
Anaïs Nin
Diarios amorosos
Incesto (1932-1934) - Fuego (1934-1937)
ePub r1.0
Titivillus 27.07.16
Título original: From a Journal of Love: IncestFrom a Journal of Love: Fire
Anaïs Nin, 1992
Traducción: José Luis Fernández-Villanueva
Cubierta: © The Anaïs Nin Trust, 1992
© De las Introducciones, Rupert Pole, 1966 y 1995
© De las Notas biográficas, Gunther Stuhlmann, 1992 y 1995
Editor digital: Titivillus
ePub base r1.2
ANAÏS NIN
DIARIOS AMOROSOS
Incesto (1932-1934)
Fuego (1934-1937)
Introducciones de
Rupert Pole
Notas biográficas de
Gunther Stuhlmann
Traducción del inglés
José Luis Fernández-Villanueva Cencio
Diarios amorosos
Diarios amorosos |
Incesto (1932-1934) |
Fuego (1934-1937) |
Incesto (1932-1934)
Introducción
En Incesto Anaïs Nin continúa el relato iniciado en Henry y June (1986). Abarca el agitado periodo de su vida entre octubre de 1932 y noviembre de 1934 y completa el primer volumen (1966) de El Diario de Anaïs Nin, del cual, por razones legales y personales, la autora excluyó buena parte de su vida amorosa. Ahora que prácticamente todas las personas aludidas en Incesto han muerto, no hay razones que impidan la publicación del diario de forma íntegra, tal como ella deseaba. El material se ha ordenado para que de él resulte un libro de extensión legible, sin que se haya omitido nada relacionado con la peripecia emocional de Anaïs.
Para Anaïs Nin, el diario fue su confidente último y lo escribió ininterrumpidamente entre 1914 y 1977. Hasta 1931 no aparecen en él profundas emociones amorosas. Luego, en 1932, conoce en París al escritor-amante que había buscado durante largo tiempo: Henry Miller. Este amor, cuyas fases iniciales describe en Henry y June, fue causa de un doble despertar, como mujer y como escritora, y se refleja con frecuencia de modo desordenado en el diario íntegro, con una prosa que algunos lectores, sin duda, encontrarán sorprendentemente distinta a la prosa poética y pulida del diario expurgado. Pero conviene tener en cuenta que Anaïs escribió su diario al calor del momento, inmediatamente después de los acontecimientos que describe.
La aventura amorosa con Henry Miller continúa en Incesto, pero nunca con la misma intensidad. Anaïs ha llorado la dolorosa experiencia de convertirse en mujer y, ahora, «sus ojos se han abierto a la realidad, al egoísmo de Henry».
La relación fundamental que se examina en este volumen es entre Anaïs y su padre, famoso pianista y donjuán, divorciado de la madre de Anaïs y casado con una rica heredera cuando Anaïs era todavía una niña. De hecho, Anaïs empezó a escribir su diario en forma de cartas dirigidas al padre, suplicándole que volviera a la familia. A diferencia de su madre y hermanos, Anaïs se negó a juzgar a su padre, a verlo solamente en blanco y negro, sino que resuelve «desvelar su juego». La relación es de algún modo tragicómica: el padre cree que culmina su carrera de donjuán intentando seducir a su hija, pero Anaïs sabe que ella actúa por consejo de su psiquiatra (y amante), el doctor Otto Rank, para seducir a su padre y luego rechazarlo como castigo por haberla abandonado siendo niña.
Al igual que el primer volumen de los diarios íntegros, este acaba con la ya famosa historia del nacimiento de Anaïs. Pero aquí aparece en un nuevo contexto y a una nueva luz que nos permiten ver con entera claridad la relación con Henry Miller y con el padre.
Cuando la serie del «Diario amoroso» de Anaïs Nin esté acabada en su versión íntegra, dispondremos del extraordinario relato del desarrollo emocional de la vida de una artista creativa, una escritora dotada de la técnica necesaria para describir sus emociones más profundas y del coraje para exponerlas a la luz pública.
Rupert Pole
Albacea, Legado de Anaïs Nin
Los Ángeles, febrero de 1992
Nota
El contenido de Incesto está tomado de los libros treinta y siete a cuarenta y seis del diario, tal como los numeró Anaïs Nin. Los títulos de estos diez libros son: «La Folle Lucide», «Équilibre», «Urano», «Schizoïdie et Paranoïa», «El triunfo de la magia blanca y de la magia negra», «Flagelación», «“Y al séptimo día descansó”, cita negligente del libro I nunca leído», «Audaces», «La última aparición del Demonio» y «Flujo, infancia, renacimiento».
Aunque Incesto fue escrito casi todo en inglés, hay varios pasajes extensos en francés y español. Quiero agradecer a Jean Stewart la desinteresada traducción de esos pasajes, que están debidamente señalados.
R. P.
Siempre creí que era la artista que llevo dentro la que hechizaba. Creía que era mi casa esotérica, los colores, las luces, mis vestidos, mi trabajo. Siempre estuve dentro de la concha de la gran artista que trabaja, temerosa e inconsciente de mi poder. ¿Qué ha hecho el doctor Allendy? Ha dejado de lado a la artista, ha manejado y amado mi alma interior, sin sus antecedentes, sin mi creación. Incluso me ha inquietado su desinterés por la artista y me asombra que se haya apoderado así de mí, tan dépouillée de artificios, de ropajes, de encantos, de elixires. Y esta noche, a solas, a la espera de los visitantes, contemplo esta alma renacida y pienso en cómo han contribuido a ella los regalos de Hugh*, Allendy, Henry* y June*. Recuerdo el día en que di unas joyas a Ethel*, la hermana de Hugh. Y hoy, la prima Ana María* me da piedras para mi acuario y un pez, nuevo y humorístico, con aletas verdes.
—Quiero ir a Londres contigo —me dice—. Quiero librarte de June.
Y yo me tiendo de espaldas y lloro con gratitud infinita.
Me voy a Londres. Tengo nuevas fuerzas y necesito vencer el dolor que sigue atormentándome. Necesito muchos días para aliviar un poco mi vida o para moverme dentro de mi diario, de mi historia. No puedo, en un día, librarme de la locura. Todavía me quedan horas para retorcerme de dolor, como en un horno, y me sucede cuando Henry me llama por teléfono para preguntarme si estoy bien y le contesto que sí. O cuando se cae una chincheta de un ángulo de la fotografía de «H. V. Miller, gángster-autor», y me doy cuenta de cuánto me he alejado del verdadero lesbianismo y que es sólo la artista que llevo dentro, la energía dominadora, la que se expande para fecundar a las mujeres bellas en un plano difícil de aprehender y que no tiene en absoluto nada que ver con la actividad sexual ordinaria. ¿Quién creerá en el aliento y la altura de mis ambiciones, cuando perfumo la belleza de Ana María con mi conocimiento y experiencia, cuando la domino y la cortejo para enriquecerla, para crearla? ¿Quién creerá que dejé de amar a June cuando descubrí que ella destruye en lugar de amar? ¿Por qué no me sentí arrobada cuando June, una mujer magnífica, se hizo pequeña en mis brazos y me descubrió sus miedos, sus miedos de mí y de la experiencia?