Título original:
DZIENNIKI GWIAZDOWE
Traducción: Jadwiga Maurizio
1ª edición en Libro Amigo: junio, 1979 2ª edición: diciembre, 1985
La presente edición es propiedad de Editorial Bruguera, S. A.
Camps y Fabrés, 5. Barcelona (España)
© 1971 by Stanislaw Lem
Traducción: © Editorial Bruguera, S. A. • 1978
Presentación: Carlo Frabetti - 1985
Diseño de cubierta: Neslé Soulé
Printed in Spain
ISBN 84-02-06511-2 / Depósito legal: B. 35.503 - 1985
Impreso en los Talleres Gráficos de Editorial Bruguera, S. A.
Carretera Nacional 152, km 21,650. Parets del Vallès (Barcelona) 1983
Dividida en una primera parte de «Viajes» y una segunda de «Memorias», DIARIOS DE LAS ESTRELLAS narra las sorprendentes peripecias del viajero estelar Ijon Tichy, protagonista también de «Congreso de futurología», por otros mundos y civilizaciones. Con un enorme sentido del humor y un gran sentido de la sátira, Stanislaw Lem hace una lúcida radiografía del antropocentrismo que domina nuestra sociedad. La ironía y sutileza que despliega sobre los más trascendentales temas filosóficos y los comportamientos y contradicciones del ser humano hacen de esta obra una de las más destacadas de este maestro de la ciencia ficción.
Stanislaw Lem
Diarios de las estrellas
II. Viajes y Memorias
ePUB v1.0
ALRA08.08.11
NOTAS
Nos acabamos de enterar de que la sentencia ordenó la pulverización de ambos prometidos y la reconstrucción ulterior de uno solo. Un auténtico juicio de Salomón.(Nota de la reed.)
En polaco:'silencioso'.(N. del T.)
Se refiere al viaje undécimo.(N. del Ed.)
Utilizado en elgunos países para indicar el váter.(N. del T.)
VIAJE VIGESIMOPRIMERO
A mi retorno del siglo XXVII, cuando conseguí mandar a I. Tichy con Rosenbeisser para que ocupara el puesto de director de OTHUS, dejado vacante por mí, lo que me costó una semana de discusiones, riñas y escenas bastante violentas dentro del círculo temporal pequeño, me encontré ante un dilema grave.
He de decir que estaba hasta la coronilla de los perfeccionamientos de la historia; sin embargo, cabía la posibilidad, si ese Tichy hiciera nuevos estropicios en el Proyecto, de que Rosenbeisser lo enviara a buscarme otra vez. La mejor solución era no esperar con los brazos cruzados y largarme cuanto antes, y lo más lejos posible, a un largo viaje por la Galaxia. Hice los preparativos con una prisa febril, por miedo a que MOIRA se interfiriera en mis planes para retenerme, pero, por lo visto, en mi ausencia reinaba allí un desorden tan enorme, que todos se descuidaron de interesarse por mi persona. Como no quería irme a un sitio cualquiera, me llevé un montón de las guías más recientes y todos los números del Almanaque Galáctico editados mientras estuve fuera. Después de alejarme del Sol a una cantidad respetable de parsecs, ya tranquilo, me puse a estudiar toda esa literatura.
Pronto pude darme cuenta de que traía muchas novedades. Así, por ejemplo, el Dr. Hopfstosser, hermano de aquel otro Hopfstosser que era un tichólogo de renombre, compuso una tabla periódica de la civilización del Cosmos en base a tres principios, que permiten descubrir sin fallo las sociedades más adelantadas: son las Leyes de Basura, Ruido y Manchas. Cada civilización en fase técnica empieza a hundirse lentamente en los desperdicios, sufriendo por su culpa graves trastornos, hasta que consigue llevar los muladares al espacio cósmico. Para que éstos no entorpezcan demasiado la cosmonáutica, se los coloca en una órbita espacial, calculada para el caso. De este modo va creciendo en torno al planeta un anillo de vertederos de basura, cuya presencia demuestra una era superior del progreso alcanzado.
No obstante, al cabo de cierto tiempo los vertederos sufren unos cambios, ya que, a medida que se desarrolla la técnica, hay que tirar cantidades cada vez mayores de chatarra de computadores, sondas viejas, satélites artificiales, etc. Esos desperdicios pensantes no quieren girar infinitamente en un anillo de basura y se escapan de él, llenando las regiones cercanas al planeta o, incluso, todo el sistema planetario. Sobreviene en este caso la polución del medio ambiente por el intelecto. Cada civilización se esfuerza en combatir el problema a su manera; hubo quien se sirvió del computerocidio: para ello se colocan en el espacio unos artificios especiales, trampas, lazos, cepos y trituradores de pecios psíquicos. Sin embargo, dicho método da pésimos resultados, ya que sólo se dejan cazar las basuras más atrasadas mentalmente, salvándose las más listas, que se juntan luego en pandillas y bandas contestatarias para reclamar cosas imposibles de conceder, tales como piezas de recambio y espacio vital. Al ser rechazadas sus peticiones perturban con la mayor mala fe las emisiones radiofónicas, se interfieren en los programas, radian sus propias proclamas y saturan el éter de ruidos y rugidos, insoportables para los timpanos. Es por esos ruidos precisamente por los que se puede distinguir, aun a grandes distancias, las civilizaciones atormentadas por la plaga de polución intelectual. Lo más sorprendente es que los astrónomos terrestres hayan tardado tanto en comprender por qué el Cosmos, escuchado con radiotelescopios, estaba lleno de chasquidos y otros varios sonidos sin sentido; ahora ya sabemos que son precisamente las perturbaciones provocadas por los mencionados conflictos, las que dificultan seriamente el establecimiento de contactos intersiderales.
En cuanto a las manchas, la teoría de Hopfstosser se refiere a las de los soles, no a todas, sino a las que tienen forma y composición química especiales, fáciles de descubrir por el método electroscópico. Su presencia es inseparable de las de unas civilizaciones de grado de desarrollo más elevado, que ya han superado la Barrera de Basura y la de Ruido. Las manchas en cuestión aparecen cuando grandes masas de detritus, acumuladas durante siglos, se arrojan solas, como falenas, en las llamas de un sol local, para morir en ellas de muerte suicida. Se les hace contraer la manía de auto exterminio esparciendo en las regiones afectadas drogas depresivas, que sólo influyen, e irremediablemente, en los seres cuyo funcionamiento mental es eléctrico. El método es muy cruel, pero hay que recordar que la existencia en el Cosmos y, particularmente la elaboración de civilizaciones dentro de él, no son, por desgracia, nada idílicas.
Según el doctor Hopfstosser, estas tres etapas consecutivas del desarrollo constituyen reglas férreas de la civilización de los homínidos. En lo que se refiere a otras especies, la tabla periódica del doctor demuestra todavía algunas lagunas. Sin embargo, esto no tenía para mí ninguna importancia, ya que, por razones muy comprensibles, me interesaba precisamente la existencia de los seres que más se nos parecían. Por lo tanto, después de haberme confeccionado (en base a una descripción publicada por Hopfstosser en el Almanaque), un detector «VC». (vértice de civilización), me adentré, al poco tiempo, en el gran grupo de las Híades. Escogí aquella constelación porque de allí llegaban unas perturbaciones particularmente fuertes; allí, igualmente, había la mayor cantidad de planetas rodeados de un anillo de basura y, finalmente, era allí donde varios soles estaban cubiertos de una erupción de manchas cuyo espectro certificaba la presencia de elementos raros, señal patente del exterminio de intelectos artificiales.