EL GOZO DEL AMOR COMPROMETIDO - TOMO 1
© 1986 EDITORIAL CARIBE
P.O. Box 141000
Nashville, TN 37214-1000
Publicado originalmente en inglés con el título de
IF ONLY HE KNEW
Copyright © 1979 por Gary T. Smalley
Edición revisada, copyright © 1982 por
The Zondervan Corporation
Grand Rapids, MI, E.U.A.
Versión castellana: Juan Sánchez Araujo
ISBN-13: 978-0-88113-123-9
ISBN-13: 978-0-71802-393-5 (eBook)
Reservados todos los derechos.
Prohibida la reproducción total o parcial, ya sea
mimeografiada o por otros medios, sin la previa autorización
escrita de la Editorial Betania.
A menos que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas
fueron tomadas de la Versión Reina-Valera, revisión de 1960,
© 1960 Sociedades Bíblicas Unidas.
E-mail: caribe@editorialcaribe.com
20ª Impresión, 05/2009
www.caribebetania.com
Dedicatoria
A la mujer número uno en mi vida: Norma Jean; así como a nuestros hijos: Kari, Greg y Michael.
Indice
Agradecimientos
A aquellos que ayudaron con la primera edición:
Bonney Scott:
Por su compromiso amoroso, que hizo posible que este libro se completara en el plazo previsto.
Robert J. Marsh:
Por su visión y estímulo, cosas sin las cuales este volumen no se habría escrito hasta por lo menos tres años más tarde.
Los directores de R.M. Marketing:
Por su valor al comprometer los recursos económicos que hicieron de nuestro sueño una realidad.
Harry Howard:
Por coordinar la preparación del diseño y la producción física de este libro.
Al departamento editorial:
Judy Baggett Thrasher y Linda Allen Fyke, por hacer posible que completáramos en dos meses un proyecto de dos años.
Las mecanógrafas:
Anna Ruth Hart, Betty Snyder, Lisa Bland, Darlene Williams, Janet Perry y Denise Duck, por su empeño y diligencia en su labor.
Palabras de la esposa del autor
Trabajando continuamente con matrimonios, Gary y yo hemos llegado a una conclusión: no existe tal cosa como el problema único en su género. De hecho, la mayor parte de las parejas se sienten aliviadas al saber que sus dificultades son comunes a muchos otros matrimonios —si no a todos. Ya que los problemas conyugales pueden ser tan parecidos, si uno encuentra cierta solución que da resultado con varias parejas, por lo general es efectiva para la mayoría.
Por favor, ten la seguridad de que no eres el primer esposo en la historia de la humanidad que experimenta los problemas a los cuales te enfrentas personalmente. Los principios que Gary comparte en este libro, no sólo han hecho más satisfactorio nuestro propio matrimonio; sino que han tenido resultados parecidos en las vidas de innumerables parejas con quienes hemos trabajado. A medida que vayas aplicando estas reglas a tu relación, deberías comenzar a experimentar un matrimonio más profundo y fructífero.
Norma Smalley
Amando y comprendiendo a tu esposa
Antes de proponer a Gary Smalley que escribiera un “libro para hombres acerca del matrimonio”, sabía que su material era bueno; pero no podía imaginarme cuánto significado tendría para mí personalmente. Después de todo, yo llevaba casi diez años casado y era un esposo poco más o menos “ideal” —por lo menos eso creía. Sin embargo, cuando comencé a trabajar con Gary en el material de este libro, se me hizo cada vez más claro que ni por asomo era un esposo de éxito. Estaba proveyendo a las necesidades materiales de mi esposa y para algunas de sus exigencias físicas, pero ahí terminaba todo.
A medida que iba profundizando en el contenido de este volumen, me fui dando cuenta de que durante años no me había percatado de muchas de las necesidades emocionales de mi esposa. Por bastantes años, ella había tenido que aguantar a un esposo cuya insensibilidad e indiferencia la obligaba a sufrir día tras día por no tener satisfechas de un modo amoroso sus necesidades más profundas. Estoy sumamente agradecido por todo lo que he aprendido durante los dos meses pasados. Finalmente, se me han abierto los ojos y veo a mi esposa como el individuo único y precioso que es en realidad. Voy a dedicar el resto de mi vida a llegar a ser el esposo que ella merece. El contenido del presente libro, no sólo me hizo comprender a mi esposa y sus necesidades; sino que también me proporcionó formas concretas de satisfacer estas últimas. Si recibes una décima parte del valor que yo he recogido de las páginas de este volumen, será éste el libro más valioso que hayas leído jamás acerca del matrimonio.
Steve Scott
“Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente” (1 Pedro 3:7).
Al otro lado de la línea telefónica, una voz, temblorosa dijo: —Tiene que ayudarme. Ella ha planteado una demanda judicial contra mí—. Jorge estaba recurriendo a mí para que le ayudara después de que su relación conyugal se encontraba ya hecha pedazos. —Llevamos casados más de veinte años, y ni siquiera me deja volver a casa. No acierto a creer que me trate de esta manera después de todo lo que he hecho por ella. ¿Puede usted ayudarnos a arreglar nuestra relación?
Antes de contestar a su pregunta, yo quería hablar con su esposa.
—No hay forma de que pueda hablar con Bárbara —dijo—. Ella no conversaría con usted. En cuanto diga que me representa de alguna manera, colgaría el teléfono.
—Hasta ahora ninguna esposa ha rehusado hablar conmigo —le aseguré—. No hay razón para que no viéramos si habría de ser ésta la primera vez. ¿Podría darme su número de teléfono?
Para ser sincero, con lo sombrías que parecían las cosas, me preguntaba de veras si no sería la primera esposa que no estaría dispuesta a hablarme acerca de su conflicto matrimonial. Pero mis dudas eran infundadas: estaba más que deseosa de discutir sus problemas.
—¿Qué sería necesario para que estuviera usted dispuesta a permitir que su esposo volviera a su vida? ¿Qué tendría que suceder antes de que intentara reconstruir una relación matrimonial con él? —esas eran las mismas preguntas que había hecho a otras muchas esposas las cuales pretendían que no querían que sus esposos volvieran.
Su respuesta fue típica.
—Me resulta imposible contestar a esa pregunta. Es el peor esposo del mundo; así que no pensaría en recibirle de nuevo. Ya no soporto más su personalidad ni sus hábitos insultantes —y añadió que el mandato judicial se haría cargo de él; terminando con un: “¡Sólo manténgale alejado de mí!”
Le pregunté amablemente si me podía decir qué cosas había hecho él que la hubieran ofendido. Cuando oí su respuesta, expresé: —Parece que no ha sido un esposo muy sensible ni muy tierno, ¿no es cierto?
De nuevo le pedí que hiciera un esfuerzo de imaginación y pensara acerca de los cambios que serían necesarios para que pudiera recibirle otra vez.
La mujer me dijo que había mucho que se podía mejorar. En primer lugar, el hombre era muy mandón y crítico con ella. Segundo: Intentaba con una garra posesiva controlar cada uno de sus movimentos. Tercero: Pisoteaba su sentido de dignidad propia ridiculizándola constantemente. Y cuarto: Aunque él siempre tenía tiempo para los negocios y otros intereses, pocas veces dedicaba ratos a escucharla. Además, por si esto no fuera bastante, la espiaba y no le dejaba ninguna libertad.
—Sin embargo, no se haga ilusiones —me dijo al final de nuestra conversación—; porque, pase lo que pase, seguiré adelante con el divorcio.
Cuando transmití aquellas quejas a Jorge, supe que había tocado algunos puntos sensibles. Entonces, el hombre se defendió acusándola a ella. Le dejé despotricar por un rato, y luego le pregunté: —¿Quiere que su esposa vuelva?
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