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No dejes de respirar por Waleska Orellana
Publicado por Casa Creación
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No se autoriza la reproducción de este libro ni de partes del mismo en forma alguna, ni tampoco que sea archivado en un sistema o transmitido de manera alguna ni por ningún medio –electrónico, mecánico, fotocopia, grabación u otro– sin permiso previo escrito de la casa editora, con excepción de lo previsto por las leyes de derechos de autor en los Estados Unidos de América.
A menos que se exprese lo contrario, todas las citas de la Escritura están tomadas de la Santa Biblia Reina-Valera Revisión 1960 © Sociedades Bíblicas Unidas, 1960. Usada con permiso.
Otra versión utilizada es la Santa Biblia, Nueva Versión Internacional ©1999 por la Sociedad Bíblica Internacional (marcada NVI). Usada con permiso.
Las escrituras marcadas como (TLA) son tomadas de la Traducción en Lenguaje Actual. Copyright © Sociedades Bíblicas Unidas, 2000. Usada con permiso.
Editado por: Nahúm Sáez
Diseño de la portada: Luis Zeno y Bill Johnson
Director de diseño: Bill Johnson
Foto de portada: José “Manolo” Hernández
Copyright © 2011 por Waleska Orellana
Todos los derechos reservados
Visite la página web de la autora: www.waleskaorellana.com
Library of Congress Control Number: 2011923157
ISBN: 978-1-61638-119-6
E-book ISBN: 978-1-61638-340-4
11 12 13 14 15 * 5 4 3 2 1
Impreso en los Estados Unidos de América
Q UIERO HACER PÚBLICO, lo que ya tú sabes, quiero decir en voz alta lo que en secreto siempre te he dicho…que no tan solo este libro, sino mis sueños, todo lo que poseo, mi vida entera, siempre te las he dedicado a ti, mi Dios…¡siempre he sido tuya!
Tuve que pasar un largo proceso para llegar hasta aquí. Hubo tiempos de rebeldía, de poca paciencia, dolor, desesperación y llanto, pero muchos más de formación, crecimiento, madurez, alegría, regocijo, abundancia y paz. Recibe lo que te pertenece Dios, acepta este libro como ofrenda de gratitud, es dedicado a ti que has sido todo para mí.
Te dedico una pasión escrita, que brota de mi corazón, para dejar plasmado un legado; dejo escrita una voz, que libremente está consagrada a alabarte y seguir proclamando que eres mi Dios.
Puedo hoy gritarles con estas palabras impresas que valió la pena haber esperado su tiempo. ¿Pueden escucharme reír? ¿Pueden sentir mi respirar? ¡Es que son nuevos comienzos! Grandes aventuras en una carrera de fe, que solo los que vemos al Invisible, podemos ser invencibles en Él.
—WALESKA
¡C ÓMO NO SER agradecida!
Como no comenzar dándote las gracias a ti, esposo mío, por haber sido mi más grande apoyo, mi confidente, mi amigo, ¡el amor de mi vida! Gracias porque siempre viste en mí lo que muchas veces apenas creí tener. Nos ha tocado difícil, pero ¡aún no hemos visto un imposible! Nuestras lágrimas han sido abundantes, aunque nunca tanto como para ahogarnos en ellas. Nuestras risas han sido muchas, sin olvidar la seriedad de nuestro compromiso con el llamado que juntos recibimos del Señor. Nuestro caminar juntos por la vida ha sido lo mejor que me ha podido ocurrir, todos los días le doy gracias a Dios por ti, amor mío, porque eres el mejor esposo que alguna Waleska pueda desear. Te amo Roberto…¡gracias por ser parte de mi vida!
Isaac y Roberto…mis dos amores. Dios sabía que mi corazón era tan grande que iba a ser muy fácil que ustedes dos cupieran en él. Por eso los mandó en un solo embarazo a mi vida. Siempre han sido los niñitos de Cristo, ¿verdad? Los bebés de mami, aunque ya son todos unos adolescentes. Gracias por esas oraciones en las noches, por sus palabras de aliento y tanto amor. A mi bebé, que llevo dentro de mí. Hace solo unos días que nos enteramos de que estás con nosotros y ya te amamos; anhelamos verte. Mis tres hijos preciosos, con ustedes aprendí lo que es amar intensamente y ser amada incondicionalmente. Recuerden siempre que ustedes son ministros del Señor y que serán los mayores ganadores de vidas para el reino de Dios, porque su llamado es grande. Alcanzarán muchas naciones con la música, con su testimonio y la predicación de su Palabra…los amo mucho, estoy muy orgullosa de ser la mamá de ustedes.
A mi abuelita Lola, a todos mis tíos, a Iris, Sandra, Janice y toda nuestra familia en Puerto Rico, gracias por estar siempre apoyándome, por sus fuerzas y palabras de ánimo. A mi amada suegra Esterlina, a Débora, Carmen, Juan Carlos y toda nuestra familia en Chile. Gracias por sus oraciones y por la ayuda que siempre nos han brindado, los amo a toditos.
A Doris, mi señora madre, gracias por haberle creído a Dios, por no haber dejado de respirar en los momentos más duros de tu vida. Gracias por enseñarme el camino de la fe, el cual heredaste de nuestra matriarca, abuela Nilka, la cual pasó a morar con el Señor a sus 94 años de edad, cuando aún terminaba de escribir este libro y a quien mi prima Vanessa Ortiz le escribió este poema:
Te pienso
Te pienso una vez más
Y vuelvo a llorarte
Te imagino sentada en tu sillón
Tarareando una canción a media tarde
Acompañada por la brisa que se escurre
Entre las ventanas a medio abrir.
Te figuro meciéndote armoniosamente
Cautivada por el acompasado ir y venir de tu cuerpo
Ajena a la tierna mirada de aquellos
Que te forjan detenida en el tiempo.
Ya somos cuatro generaciones de fe, y seguimos declarando y reclamando que todas nuestras siguientes generaciones le pertenecen a Cristo. Somos casa de levitas y ministros del Señor, entre quienes se incluyen mis dos bellas sobrinas: Alba Marie y Lyann Marie, joyas del Salvador.
A mis hermanos Pedro y Albert…los amo. A mi cuñada Alba y a mi padre Carmelo, su esposa Zulma y sus tres hijos que se han sumado a mi vida. Le doy gracias a Dios por ustedes, los amo a todos.
Quiero agradecer igualmente a los pastores y sus maravillosas congregaciones por recibirnos siempre con tanto amor; a nuestros amigos y hermanos en la fe que por tantos años han apoyado y patrocinado nuestro ministerio, a ustedes damos las gracias.
A nuestro equipo de trabajo, a la Editorial Casa Creación y en especial a la señora Lydia Morales por creer y respaldar esta pasión.
Aquellos que no he podido mencionar, pero cuyos caminos en algún momento se encontraron con el mío, recuerden que hay mucha gratitud en mi corazón por el aporte que hicieron a mi vida. Por las risas, por las lágrimas, por el aprendizaje, por las vacaciones, por los cumpleaños, por sus visitas y por nuestros encuentros…¡gracias!
F UE EN UNA cárcel fría en el sur del mundo, allá en mi país natal, Chile, donde recibí a Jesucristo como mi Señor y Salvador. Para ese tiempo cantaba música de protesta en contra del gobierno militar de Pinochet y había caído preso por culpa de las malas amistades con las que andaba.
Como estaba encerrado en aquella cárcel, le prometí al Señor que cuando saliera de ese lugar iría a contarle y a cantarle a todo el mundo lo que Él había hecho conmigo. Prometí dedicarle toda mi juventud a Él, pero entre esas promesas, venía incluida una petición: “Señor, cuando tenga 27 años, regálame a mi esposa, dámela de cualquier rincón del mundo”. Aunque oraba de esa forma, siempre imaginé que estaba en el Caribe.
Al salir de la cárcel, comencé a caminar con mi guitarra. Desde el sur del mundo, viajé rumbo al norte. Siempre tuve claro que a los 27 años ella iba a estar en mi camino, pero en ese tiempo solo contaba con 22.
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