P RESENTACIÓN
¿Quién fue Jesús? ¿Qué secreto se encierra en este galileo fascinante, nacido hace dos mil años en una aldea insignificante del Imperio romano y ejecutado como un malhechor cerca de una vieja cantera, en las afueras de Jerusalén, cuando rondaba los treinta años? ¿Quién fue este hombre que ha marcado decisivamente la religión, la cultura y el arte de Occidente hasta imponer incluso su calendario? Probablemente nadie ha tenido un poder tan grande sobre los corazones; nadie ha expresado como él las inquietudes e interrogantes del ser humano; nadie ha despertado tantas esperanzas. ¿Por qué su nombre no ha caído en el olvido? ¿Por qué todavía hoy, cuando las ideologías y religiones experimentan una crisis profunda, su persona y su mensaje siguen alimentando la fe de tantos millones de hombres y mujeres?
¿Por qué he escrito este libro?
No es una idea nueva en mí . Siempre he sentido la necesidad de dar a conocer su persona y su mensaje. Estoy convencido de que Jesús es lo mejor que tenemos en la Iglesia y lo mejor que podemos ofrecer hoy a la sociedad moderna. Más aún. Creo, con otros muchos pensadores, que Jesús es lo mejor que ha dado la humanidad. El potencial más admirable de luz y de esperanza con el que podemos contar los seres humanos. El horizonte de la historia se empobrecería si Jesús cayera en el olvido.
Por eso me hace daño oír hablar de él de manera vaga o diciendo toda clase de tópicos que no resistirían el mínimo contraste con las fuentes que poseemos de él. Jesús se va apagando lentamente en los corazones mientras circulan entre nosotros ciertos «clichés» que empobrecen y desfiguran su persona: ese Jesús no puede atraer, seducir ni enamorar. Me hace sufrir también escuchar un lenguaje rutinario, gastado hace mucho tiempo: no enciende los corazones ni pone en el mundo su fuego; no desencadena conversión.
Me apena asimismo ver cómo se puede desenfocar inconscientemente el anuncio del verdadero proyecto de Jesús, y con qué facilidad se recorta su mensaje mutilando su buena noticia: por ejemplo, ¿cómo se puede hablar y escribir tanto de Jesús olvidando su anuncio del reino de Dios? Mucho más lamentable resulta asomarse a tantas obras de «ciencia ficción», escritas con delirante fantasía, que prometen revelarnos por fin al Jesús real y sus «enseñanzas secretas», y no son sino un fraude de impostores que solo buscan asegurarse sustanciosos negocios.
Mi propósito fundamental ha sido «aproximarme» a Jesús con rigor histórico y con lenguaje sencillo, para acercar su persona y su mensaje al hombre y la mujer de hoy. He querido poner en sus manos un libro que los oriente para no adentrarse por los caminos atractivos pero falsos de tanta novela-ficción, escrita al margen y en contra de la investigación moderna. Pero he buscado mucho más. Quiero despertar en la sociedad moderna el «deseo de Jesús», y sugerir un camino por el que se puedan dar los «primeros pasos» hacia su misterio.
Desde su primera edición, mi libro sobre Jesús ha tenido una acogida mucho más amplia y positiva de lo que yo podía esperar. Desde ambientes cristianos y desde sectores alejados de la fe he recibido el testimonio de cientos de personas manifestándome su gratitud por lo que ha significado su lectura en estos momentos de su vida. Pero mi obra ha recibido también críticas negativas y ha despertado cuestiones y recelos que pueden crear malentendidos. Todo ello me ha llevado a preparar una nueva edición revisando el texto y, sobre todo, ofreciendo una presentación más detallada de mi estudio y una notable ampliación del capítulo conclusivo. Lo hago con el único objetivo de que Jesús siga haciendo el bien a quienes se acerquen a él a través de estas páginas.
¿Qué ofrezco en este libro?
Soy cristiano y me esfuerzo por seguir a Jesús, no siempre con la fidelidad que yo quisiera, en el seno de la Iglesia católica. En ella alimento y celebro mi fe en Jesucristo, y desde ella trato de vivir al servicio del reino de Dios inaugurado por él. Sin embargo, no he escrito este libro para estudiar y exponer el contenido de mi fe en Jesucristo, Hijo de Dios encarnado por nuestra salvación.
Tal como dice el subtítulo, es una «aproximación histórica» a la figura de Jesús, utilizando la metodología y los medios que se emplean en la moderna investigación. Los lectores encontrarán en estas páginas un estudio histórico sobre Jesús que trata de responder a preguntas como estas: ¿cómo era?, ¿cómo entendió su vida?, ¿cuáles fueron los rasgos básicos de su actuación y las líneas de fuerza o contenido esencial de su mensaje?, ¿por qué lo mataron?, ¿en qué terminó la aventura de su vida?
Desde hace algunos años, los expertos hablan del «Jesús histórico» y del «Cristo de la fe» como dos formas o caminos diferentes de acceder a Jesús. Cuando decimos «Jesús histórico», estamos hablando del conocimiento de Jesús que los historiadores pueden obtener utilizando los medios científicos de la moderna investigación histórica. Cuando, por el contrario, decimos «Cristo de la fe», estamos hablando del conocimiento al que llega la Iglesia respondiendo con fe a la acción reveladora de Dios encarnado en Jesús. No hay que confundir mi investigación sobre «Jesús histórico» con un estudio sobre el «Cristo de la fe» en el que creemos los cristianos.
Pero ¿qué necesidad tenemos los creyentes de acudir a la investigación histórica si, por la fe, conocemos el misterio que se encierra en Jesús? ¿Es legítima esta investigación? ¿Es necesaria? Pues bien, no solo es legítima, sino que es un trabajo al que la Iglesia no puede renunciar. La razón es sencilla. Si en Jesús confesamos al Hijo de Dios encarnado en nuestra propia historia, ¿cómo no vamos a utilizar todos los medios que estén a nuestro alcance para conocer mejor su dimensión histórica y su vida humana concreta? Nuestra misma fe lo está exigiendo .
Sin embargo hemos de ser modestos y realistas en este acercamiento a Jesús. Mediante la investigación histórica no es posible acceder a la «realidad total de Jesús»; solo podemos ir recuperando un retrato incompleto y siempre mejorable de su actuación en la Galilea de los años treinta del siglo I . Por eso es claro que la investigación histórica de la vida de Jesús no puede, por sí misma, despertar la fe en Jesucristo, Hijo de Dios encarnado por nuestra salvación. La fe de la Iglesia en Jesucristo no depende de los avances de los investigadores. Si los cristianos creemos en Jesucristo, no es por los estudios que van publicando J. P. Meier, J. Gnilka, R. E. Brown, J. Schlosser y otros .
Pero, dicho esto, hemos de afirmar que la investigación histórica, llevada a cabo con rigor, puede despertar la atracción, el interés y la admiración de no pocos por Jesús. Conocerlo de manera más viva y concreta puede ser para muchos hombres y mujeres de hoy, sumidos en la crisis y el desconcierto religioso, el primer paso para iniciar una relación más viva, real y profunda con él. A los creyentes les puede ayudar a reavivar su fe en Jesucristo. A los menos creyentes o a los poco o nada creyentes les puede invitar a buscarlo de manera más sincera.
¿Por qué tiene la figura histórica de Jesús tanto poder de atracción? Sencillamente porque nos acerca a un Jesús «de carne y hueso», dando concreción y vida a su humanidad. Los cristianos confesamos que Jesús es «verdadero Dios y verdadero hombre». Las dos cosas. Sin embargo, con frecuencia sucede que subrayamos con mucha fuerza que es Dios. Y hemos de hacerlo así, pues de lo contrario quedaría destruida nuestra fe. Pero, si por acentuar su condición divina olvidamos que Jesús es hombre e ignoramos su vida humana concreta, disolvemos igualmente nuestra fe .
¿Cómo he trabajado el acercamiento a la historia de Jesús?