© 2018 Fideicomiso familiar de Bradley Ray Wilcox y Deborah G. Gunnell Wilcox
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Datos de catálogo y publicación de la Biblioteca del Congreso
Nombres: Wilcox, Brad, autor.
Título: Gracias al Mesías en un pesebre / Brad Wilcox.
Descripción: Salt Lake City, Utah: Deseret Book, [2018] | Incluye referencias bibliográficas.
Identificadores: LCCN 2018018738 | ISBN 9781629724652 (encuadernado: papel alcaloide)
Temas: LCSH: Navidad. | Jesucristo —pesebre. | Jesucristo —interpretaciones mormonas. | La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días —doctrinas. | Iglesia mormona —doctrinas.
Clasificación: LCC BX8643.J4 W55 2018 | DDC 263/.915 —dc23
Registro LC disponible en https://lccn.loc.gov/2018018738
Impreso en los Estados Unidos de América
Lake Book Manufacturing, Inc., Melrose Park, IL
10 9 8 7 6 5 4 3 2 1
Diseño del libro © Deseret Book Company
Director de arte, Richard Erickson
Diseñadora, Shauna Gibby
Ilustración de la portada © Adyna/Getty Images
Cuando tengo la oportunidad de hablar con los niños sobre el proceso de redactar, les recuerdo que escribir es como jugar al básquetbol —se requieren muchos intentos y todo un equipo para salir triunfante. Deseo expresar mi sincero reconocimiento a los magníficos integrantes de mi equipo. Ante todo a mi esposa, Debi, y a mis hijas, Wendee Rosborough y Whitney Laycock. Agradezco sus cuidadosas revisiones e inquebrantable apoyo, así como su incondicional amor. Gracias a toda mi familia por vivir conmigo tantas de las historias que comparto en este libro. Ustedes me hacen dichoso en la Navidad, y a lo largo de todo el año.
También agradezco en forma especial al Élder Craig A. Cardon, Jake Busby, Brett Sanders, Vicky Davenport, Jeanne Thompson, y Larry Laycock por permitir que me haga eco de comentarios hechos por ellos, y también a Janice Kapp Perry por su generosidad al autorizarme a emplear una canción de Navidad que ella compuso con mi madre, Val C. Wilcox.
Vaya también mi gratitud a Lisa Roper de Deseret Book, ante todo, por respaldar la idea de escribir este libro sobre el tema de la Navidad, y por apoyarme en esta empresa de principio a fin. También valoro el apoyo de Sheri Dew, Laurel Christensen Day, Shauna Gibby, Tracy Keck, Malina Grigg, y Michelle Lippold de Deseret Book, así como la ayuda de Chrislyn Woolston, Tennisa Nordfelt, Laura Korth, y del resto del equipo de Time Out for Women (Tiempo para las mujeres). Dave Kimball y quienes colaboran con él en publicidad son increíbles profesionales. Todos ustedes son “las confiables voces de luz y conocimiento” descritas en la declaración de la misión de Deseret Book.
En una ocasión, en el mes de diciembre, vi un cartel muy interesante frente a una iglesia cristiana en el que se leía: “¡En la Navidad no celebramos tú cumpleaños!”. Comprendí el mensaje que trataban de dar pero, de todos modos, no podía estar de acuerdo con él, porque yo nací precisamente un 25 de diciembre. Cuando yo era un jovencito, a mis padres les preocupaba que mi cumpleaños pasara desapercibido en medio de las fiestas, así que colgaron un enorme cartel en la sala de la casa que decía: “Feliz cumpleaños a Jesús y a Brad”. También empezaron una tradición de armar dos árboles —uno para Jesús y el otro para mí. La idea era que mis hermanos pusieran un regalo para mí debajo de cada árbol, algo que dio buenos resultados hasta que el mayor me compró un par de guantes y puso uno debajo del árbol de Navidad y el otro debajo del árbol de cumpleaños, y de allí en adelante se terminó la tradición. En estos días, la mayoría de los regalos vienen acompañados por una tarjeta con ornamentos de Navidad, en la que se lee, “¡Feliz cumpleaños y también Navidad!”, a fin de cubrir ambas ocasiones. Esta es una que recibí de un primo:
Nacer en la Navidad
crea problemas a granel,
pues no sabes si los regalos vienen de amigos
o tal vez de Papá Noel.
A pesar de las desventajas, mi cumpleaños el 25 de diciembre siempre ha aportado brillo a las fiestas y ha hecho que la Navidad sea más dichosa. Sin embargo, para algunas personas, la Navidad no es la época más feliz del año. Piensen, por ejemplo, en los padres que esperan en una larga fila para que sus alborotados niños puedan ver a Papá Noel; en los empleados de comercios que ven a la gente en medio de una estampida humana, quitando del paso a otras personas para poder conseguir ese juguete que todos quieren comprar. ¿Qué tal las maestras que tienen que lidiar con niños que han estado consumiendo cantidades industriales de azúcar desde Halloween? Piensen en los conductores de camiones que tienen que hacer frente a personas furiosas cuando sus encomiendas llegan tarde, o en los empleados de las aerolíneas cuando se cancela algún vuelo.
Hablando ahora más en serio, la Navidad no es siempre una festividad feliz para quienes están solos, los que viven lejos de su familia, o para aquellos que perdieron un ser querido recientemente o en un diciembre pasado. Temo que para ellos, los augurios de “felicidad y dicha” no coincidan con sus sentimientos en esa época del año, por lo que deben hacer un esfuerzo consciente para experimentarlos.
Me encanta enseñar en eventos de “Tiempo para las mujeres”. En algunos lugares también se llevan a cabo programas llamados “Tiempo para las jóvenes”. Abuelas, tías, madres y líderes de las Mujeres Jóvenes hacen todo cuanto pueden para llevar a sus jovencitas a disfrutar la música y escuchar a los oradores. Lo primero que las chicas hacen en la mañana es escribir preguntas en tarjetas a las cuales los presentadores se refieren más tarde ese día. A mí me gusta leer esas preguntas, ya que me permiten distinguir la diferencia de edad y el grado de madurez de cada jovencita. Una de ellas escribió, “¿Alguna vez le da dolor de cabeza el solo meditar en cuanto a la Creación, pensar que en el espacio no hay principio ni fin, y que la materia no se puede crear ni destruir?”. La siguiente pregunta era, “¿Le gusta el pollo frito?”.
En uno de tales eventos en Portland, Oregón, una joven preguntó: “Si al Plan de Salvación se le llama también el plan de felicidad, ¿cómo es que me siento tan triste y abatida? #Propagandafalsa”. Ella no fue la única en hacer tal pregunta cuando las realidades de la vida son causa de estragos. Algunos adolescentes se enfrentan a la intimidación y el abuso; otros a trastornos físicos, emocionales, y mentales. También están los que padecen debido a las malas decisiones de personas que les rodean, mientras que otros sufren las consecuencias de sus propias acciones imprudentes. La baja autoestima se ve acentuada por la comunicación deficiente y por la incapacidad de lidiar eficazmente con la presión y el estrés. Si a todo eso agregamos debilidad espiritual, terminamos preguntándonos si el plan de felicidad es realmente una propaganda falsa.