Diseño de Tapa: Juanita Gutiérrez M.
NOTAS SOBRE LA OBRA
“Prodigio de Navidad” , de Rubén Cedeño, es un cuento decembrino, cargado con todos los elementos propios de estas fechas. Escrito en un lenguaje y con un contenido capaz de llegarle a personas de todas las edades, narra la importancia de celebrar la Navidad para incorporar los elementos propios de una vida feliz. Los Editores
He leído completo el cuento “Prodigio de Navidad” , ¡y es lo más hermoso, dulce, exquisito, entusiasta, sensible, profundo y exaltante de felicidad que Rubén Cedeño nos haya regalado! Claudia Peppi, Directora de la Editorial Aconcagua
El cuento “Prodigio de Navidad” , de Rubén Cedeño, es hermoso y contagia el Espíritu Navideño. Dan ganas de salir a pegar estrellas en las puertas de las casas, como el personaje principal de la historia. Fernando Candiotto, Director de la Editorial Señora Porteña.
ASTUTO
Astuto era un adolescente muy bien parecido, inteligente, cibernauta apasionado, que se pasaba todo el tiempo libre pegado a su ordenador; sin embargo, aparte de la alegría que le proporcionaba su computadora, transcurría sus días muy apenado. Vivía en un pueblo llamado Tristown.
Astuto
TRISTOWN
Tristown era un pueblo muy extraño, donde sus habitantes solo se vestían de negro, gris y marrón, y de esos mismos colores tenían pintadas sus casas, por dentro y por fuera. De iguales tonos era toda la decoración de sus cortinas, muebles y alfombras. La gente que vivía allí era muy rara: pasaba el día y la noche oyendo por la radio solo canciones de lamento, dolor y despecho; jamás se reía, y tenía las cejas en acento circunflejo; los perfumes no eran conocidos; tampoco sabían bailar, porque nunca hacían fiestas. Pero lo más curioso es que nunca habían celebrado una Navidad, porque no la conocían.
Figuras del Belén
PRIMERA NAVIDAD
Un día, navegando por el ciberespacio, Astuto se enteró de la existencia de la Navidad, de lo que la gente compraba y hacía en ella. Esto le gustó muchísimo y se entusiasmó con celebrar una. Así que vio en el almanaque cuándo era el próximo mes de Diciembre, y con unos ahorros que tenía en su tarjeta de crédito, pidió desde Canadá que le enviaran uno de esos hermosos, frondosos y aromáticos pinos canadienses que se usan en Navidad, y cajas de bombillitos y bolas de colores para adornarlo. Astuto también pidió que le mandaran desde España un bellísimo Belén con las figuras de San José, la Virgen y el niño Jesús, el Arcángel Gabriel y los Reyes Magos, hechas con unas hermosas tallas; de Alemania, pidió que le enviaran una “Rueda de Adviento” con sus cuatro velas; a Venezuela, mandó a pedir discos de canciones navideñas muy alegres, llamadas aguinaldos; de Argentina, pidió que le mandaran el delicioso pan dulce navideño; de los Estados Unidos, encargó una figura gigantesca de Santa Claus, de esos que parecen reír de verdad.
Pan dulce argentino
Árbol de Navidad
FRUSTRACIÓN DE NAVIDAD
Todos los motivos navideños que Astuto pidió, comenzaron a llegar, paulatinamente, por correo. Para mediados de Diciembre, comenzó a ponerlos en el recibidor de su casa, y todos en su familia los miraban con extrañeza y asombro. ¡Pero más vale que no! Cuando sus padres y su hermano vieron el árbol con los bombillitos de colores, armaron un escándalo, como si fuera una blasfemia, y, por el cable, halaron el enchufe que hizo corto circuito e incendió el arbolito, asunto que hizo que el papá de Astuto agarrara el árbol y de un solo tirón lo lanzara por la ventana, quebrando el vidrio, para que la casa no se quemara. El tocadiscos con los aguinaldos se estropeó y dejó de sonar. Al pesebre, que ya Astuto había puesto de lo más bonito, su mamá le fue quebrando las piezas, una por una, con el rodillo de amasar; y la rueda de Navidad, su hermano terminó encasquetándosela por la cabeza hasta el cuello, quedando como un pobre buey para arar.
Astuto, sorprendido por los acontecimientos y deprimido a la vez, no pudo soportar esa situación tan terrible. Entonces, fue a su habitación, tomó la ropa que pudo y la metió en su mochila, agarró cierto efectivo que tenía por allí y su tarjeta de crédito con los pocos ahorros que le quedaban, y decidió irse de su casa a un lugar donde la gente fuera feliz por celebrar la Navidad.
Incendio
ASTUTO BUSCA OTRA NAVIDAD
Al llegar al aeropuerto, Astuto se tomó el primer avión que saliera a un lugar donde se celebrara la Navidad. Así fue como llegó a la Argentina. Cuando aterrizó en Buenos Aires, lo sorprendió que hiciera tanto calor, ya que la idea que él tenía de la Navidad era con nieve, trineos y pinos nevados. Allí le dijeron que de eso, en la Argentina, nada, que allí la Navidad era caliente, que si quería frío se fuera para el norte. Los ahorros de Astuto no le daban para mucho; así fue como decidió irse a dedo por toda Sudamérica, atravesó Centroamérica, hasta el norte, y tardó meses. Cuando llegó a Alaska, ya era julio y, esperando ver nieve, encontró un calor tan sofocante como en Argentina. Preguntó por los trineos, las casas decoradas con lucecitas de colores, y le contestaron que faltaban meses para ello, que donde hacía frío era al sur de Australia.
Buenos Aires
Alaska
A Astuto no le quedó más remedio que irse a Australia, pidiendo un préstamo al banco, con su tarjeta de crédito, para poder ver la Navidad. ¡Pero nada que ver! Cuando llegó allá sí encontró frío, pero no eran los meses de las festividades, y así fue como un viejo, de forma despectiva y con risa socarrona, le dijo: “Si quieres ver Navidad, vete a Belén”.
Australia
Astuto, ya cansado, desilusionado, cabizbajo, con la ropa ajada y desteñida de tanto lavarla y ponerse la misma a diario, con muy poco dinero, casi con lo último que le quedaba, se fue a Israel. Preguntó dónde quedaba Belén y hasta allí fue a parar. Cuando Astuto llegó a la Basílica de la Natividad, donde está la Gruta donde nació Jesús, era medianoche, todas las luces estaban apagadas, las puertas de la iglesia, cerradas, y no había ni un alma en toda la explanada.