CONTENIDO
PARTE I.
TE AMO, PERO YA NO TE AGUANTO
PARTE 2.
¿DE QUÉ NOS CANSAMOS?
SIETE VIACRUCIS
Los amorosos callan.
El amor es el silencio más fino,
el más tembloroso, el más insoportable.
Los amorosos buscan,
los amorosos son los que abandonan,
son los que cambian, los que olvidan.
Su corazón les dice que nunca han de encontrar,
no encuentran, buscan.
J AIME S ABINES , Los amorosos
Hay un cansancio físico que te obliga a reposar, porque el cuerpo se cuida y te cuida. Es como si dijera: «Ya está bien, no te pases de revoluciones», y también existe un cansancio emocional/afectivo que te empuja a actuar cuando te saturas de una relación o de alguien. Este hastío te repite: «Ya basta, vete de ahí, no continúes». Sin embargo, no siempre hacemos caso a esa información de supervivencia básica, ya sea porque no podemos o bien porque no queremos.
Por ejemplo, un adicto al trabajo ( workaholic ) ignora el aviso protector que llega de su organismo debido al esfuerzo por trabajar más de la cuenta y no sacar tiempo para el descanso o la recreación; estos adictos están tan enajenados en su necesidad de trabajar, que no le prestan atención a las señales que envía el cuerpo (dolores musculares, pesadez, agotamiento físico y mental, migrañas, problemas de sueño) y que les indican: «Estás al límite de tus fuerzas». En vez de parar y encarar el trabajo de una manera más relajada y menos perturbadora, ponen el pie en el acelerador.
La consecuencia es que estas personas, al desconocer las advertencias que llegan de distintas partes de su biología, incrementan la probabilidad de tener problemas cardio y cerebrovasculares.
Un dependiente afectivo funciona de manera similar. Si su organismo, su mente o su ser le dicen que «ya no más» ignora el aviso, lo niega o lo olvida, porque su atención está focalizada en mantener la relación a cualquier costo, no importa qué tan insoportable y dañina sea. ¿La causa? Pura adicción al amor, al otro o a las dos cosas. En estos casos el pensamiento «Me cansé de sufrir» no se procesa o se transforma en el gerundio «Me estoy cansando », un aviso a navegantes que en muchos casos no prospera, ya que la decisión de cortar o alejarse del vínculo tóxico se aplaza indefinidamente y más allá de toda lógica. En el amor hay personas que tocan fondo y reaccionan positivamente saliendo a la superficie, y hay otras para las que el fondo parece estar del otro lado del planeta.
Habrás escuchado a algunos de tus amigos o amigas quejarse de su vida amorosa una y otra vez y, sin embargo, no actúan; se quedan anclados en el «Me estoy cansando » y nunca lo resuelven. ¡Cuánta resistencia a liberarse muestran los enamorados del amor! Algunos se aferran con manos y pies a una relación enfermiza bajo el argumento de que le temen a la soledad o que se debe conservar hasta lo imposible, así sea toda una vida. La meta es morir con las botas puestas, como si el aguante afectivo fuera un valor por sí mismo.
Insisto: cuando estás metido en una relación disfuncional, insatisfactoria, dañina, tóxica, insana o peligrosa (aunque en apariencia no lo parezca), el cansancio que te llega es un cansancio constructivo , ya que te induce a romper la mala relación y a salir del atolladero. Es como un darse por vencido inteligente y sensato, un antídoto ante la obstinación, sobre todo si ya has dado infinidad de oportunidades y la cuestión no se soluciona. Hacer las armas a un lado y decir desde lo más profundo de tu ser: «Esta lucha ya no es mía, me cansé de ti» hace que ese hartazgo sea salvador.
La gente que lo ha sentido sabe a qué me refiero. Cuando te cansas hasta con los huesos, el desapego te murmura al oído: «Acepta lo peor que pueda pasar». El cansancio positivo te lleva a encontrarte a ti mismo y lo maravilloso es que, cuando te encuentras, el otro ya no está. Emancipación y restitución de lo que eres.
No hablo de los hartazgos normales (los que no afectan tus principios, tu dignidad o tu autorrealización), de los que se dan en cualquier pareja y se encaran hablando esos problemas y sin poner el amor en entredicho, me refiero a un agotamiento esencial , a un hastío radical que te hace pensar: «Te amo, pero te dejo, porque no le vienes bien a mi vida» o «A mi humanidad no le conviene estar contigo». Esta fatiga es casi una redención que hace ver la realidad sin sesgos, es un despertar. Ya no invertirás más tiempo en una relación absurda, decidiste a tu favor, pensaste en tu bienestar y comprendiste que un amor que golpea el alma no vale la pena. Mejor una soledad reparadora, estar con los buenos amigos o con la familia; mejor disfrutar de uno mismo en paz, sin nadie que nos amargue la vida.
Me cansé de ti tiene dos partes. En la primera, «Te amo, pero ya no te aguanto», hago un elogio al hartazgo, mostrando cómo el hastío puede abrirnos las puertas para reinventarnos afectivamente. Luego hablo de un cansancio acumulativo y de la decepción como un cansancio inmediato que te lleva sin tantos argumentos de narices al desamor. Continúo con «Ocho razones por las cuales aguantamos a una pareja que es motivo de sufrimiento», en la que destaco algunas causas por las cuales la gente se opone al cansancio liberador (no siempre de manera consciente) e impide que este siga su curso. Frenos que nos impiden tomar la decisión de «no más» y mandar todo al diablo.
En la segunda parte, «De qué nos cansamos: siete viacrucis», seleccioné siete tipos de relaciones mal avenidas y el factor clave que determina cada disfuncionalidad. A lo largo de estos apartados encontrarás una serie de reflexiones y sugerencias para vencer la resignación que muchas veces nos atrapa y nos hace perder el norte. También encontrarás siete cartas de despedida, según sea el caso, que, a manera de ejemplo, te pueden servir para elaborar la tuya.
Este libro va dirigido a cualquier persona que no es feliz en su relación de pareja y se siente aprisionada; especialmente a los enamorados que evitan, por diversas razones, hacerle frente a una experiencia afectiva tóxica y se consuelan con el autoengaño. El contenido del texto está hecho para que el realismo se imponga y dejemos de sufrir inútilmente. Espero que si te encuentras en un vínculo afectivo absurdo, irracional o peligroso, después de la lectura de estas páginas puedas tomar la mejor decisión.
TE AMO,
PERO YA NO TE AGUANTO
Los amores son como los imperios: cuando desaparece la idea sobre la cual han sido construidos, perecen ellos también.
M ILAN K UNDERA
Cuando una puerta se cierra, otra se abre; pero muchas veces miramos tanto tiempo y con tanto pesar hacia la puerta cerrada, que no vemos la que se ha abierto para nosotros.
A LEXANDER G RAHAM B ELL
En las relaciones de pareja que no funcionan bien, perseverar no siempre es conveniente. Cuando la relación es realmente mala y/o enfermiza la insistencia testaruda te llevará a un callejón sin salida, retrocederás emocionalmente, en vez de evolucionar. Probablemente has acudido con psicólogos, entrenadores y asesores espirituales para tratar de mejorar tu vínculo afectivo sin resultado. Te preguntas si no existe en ti una oscura tendencia que te hace sufrir una y otra vez por lo mismo sin encontrar respuesta. Quieras o no, la paciencia se agota. Y pese a los intentos por salir del atolladero emocional, tu compañero o compañera no cambia un ápice.
Has descubierto que la palabra no siempre tiene poder, o al menos con la persona que amas pareciera que no funciona: ella no procesa lo que le dices, no puede o no quiere entender. La sensación es la de una impotencia existencial, como si estuvieras en una enorme planicie de tierras movedizas y cuanto más quieres salir, más te hundes. Esa es la paradoja de los malos amores o de los que no valen la pena, como una maldición, cada intento de escapar te regresa al punto de partida.