© 2019, HarperCollins México, S.A. de C.V.
Publicado por HarperCollins México
Insurgentes Sur No. 730, 2º piso.
03100, Ciudad de México.
Infiel. Por qué casi todo lo que imaginamos sobre las mujeres, la lujuria y la infidelidad es incorrecto y cómo la ciencia reciente puede liberarnos.
Título original: Untrue. Why Nearly Everything we Believe About Women and Lust and Adultery is Wrong The Surprising New Science on the Female Libido and How it Can Set Us Free.
Copyright © 2018, by Wednesday Martin
Traducción: Germán Martínez.
Diseño de interiores: Ricardo Gallardo.
Diseño de forros: Ana Paula Dávila.
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ISBN: 978-607-8589-73-9
Edición Epub Septiembre 2019 9786078589791
Primera edición: octubre de 2019.
Impreso en México
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Algunos nombres y datos han sido modificados.
Índice
Guide
Ni siquiera en lo más básico sabemos la causa final de la sexualidad...
El tema entero aún está escondido en la oscuridad.
CHARLES DARWIN, “Sobre las dos formas, o la condición dimorfa,
en la especie primula y su notable relación sexual”, 1862
Nuestras visiones del mundo restringen nuestra imaginación.
PATRICIA GOWATY, profesora distinguida
de ecología y biología evolutiva, UCLA
Toda mujer razonable tiene un hombre en la puerta trasera.
SARA MARTIN, “Strange Lovin Blues”, 1925
Adúltera.
La palabra está cargada de significados. Escandaliza y estimula. Las letras que casi deletrean la palabra adulta la hacen sonar como algo maduro y serio, como si se tratara de parte del territorio de aquellas personas con suficiente experiencia en la vida y con la facultad para saber lo que es mejor hacer, en lugar de llanamente hacer aquello en lo que están involucradas. El final de la palabra, en inglés, adulteress, es un quiebre y un siseo, un largo y bajo silbido de feminidad y deshonestidad, que se frotan uno contra otro; un vestido de seda contra un traje, que crean, ambos, una conmoción conceptual. La adúltera tiene perfil de actriz de film noir: quizá ha terminado un trámite de divorcio en la década de los cincuenta del siglo xx. Usa medias cosidas. No es niña ni ángel. Y aunque podamos juzgarla con severidad, tenemos que admitir que puede ser muchas cosas, pero no aburrida.
En contraste con adúltera y adulterio, la palabra monogamia suena... Bueno, literalmente suena como monotonía. La monogamia también tiene el sonido de algo confortable donde uno puede sentarse —“Ven y acompáñame en la monogamia”—; después de todo, eso es. En nuestra sociedad, la monogamia es nuestra base emocional, cultural y sexual, un lugar que nos reconforta. Nos decimos a nosotros mismos que la exclusividad sexual es evidencia de haber llegado a ser personas bien adaptadas, saludables y maduras. El adulterio y la adúltera son un salvaje balanceo que se aleja de ese lugar que conocemos, de ese punto de referencia de seguridad y protección. Visto de esta manera, la palabra adúltera no es sólo sensual e interesante, sino también lleva consigo un cierto aire de diagnóstico taxonómico, y no sólo posee un tinte de lo ilícito e inmoral, sino también parece una enfermedad. Y esto es por una buena razón. Durante las últimas décadas, varios psicólogos, antropólogos y científicos y compiten por hembras sexualmente pasivas que buscan a un gran tipo; hasta los profesionales de la salud mental y los científicos sociales que sostienen que los machos y las hembras humanos están “cableados”, destinados, o que han evolucionado, para hacer esa misma danza con guión de género, prácticamente todo nos dice que, particularmente para las mujeres, la infidelidad está fuera del mapa y fuera de los límites.
Y sin embargo.
Las mujeres desean con intensidad y son infieles. Y eso nos excita. Shere Hite sufrió las consecuencias, recibió amenazas de muerte Simplemente no estamos hablando del tema.
Al menos no con voz más alta que un suspiro.
“No creo que realmente quieras hablar conmigo, porque, la verdad es que soy... rara...”, comienza diciéndome la mayoría de las mujeres con quienes me he reunido para conversar. ¿Por qué dicen eso?, me pregunto.
“Porque tengo una libido muy fuerte. Y no creo que esté hecha para la monogamia”, me dicen, con vacilación, una tras otra. Platicamos tomando café, en persona o por teléfono. Temen “alterar los datos” por su monstruosa singularidad. Piensan que son como valores atípicos de una encuesta. Expresan que son ajenas a la tribu de las mujeres... Y lo creen. Pero cuando una mujer tras otra, que son parte de una relación comprometida, dice que es rara sexualmente, porque quiere más sexo del que se supone que debe querer, porque se siente compelida o tentada a extraviarse... uno no puede quitarse la idea de que, en cuestiones de deseo femenino, en particular de monogamia, lo que ellas llaman “raro” es normal en la práctica, por lo que nuestro concepto de “normal” requiere una redefinición. Urgentemente.
Infiel es un libro con un punto de vista: lo que sea que pensemos de ellas, las mujeres que rechazan la monogamia son valientes y sus experiencias y eventuales motivaciones ofrecen una enseñanza. No sólo porque la infidelidad femenina esté lejos de ser poco común, sino también por el hecho de que ocurra y porque nuestras reacciones hacia ella son medidas útiles de la autonomía femenina y del precio que las mujeres siguen pagando por aprovechar privilegios que históricamente les han pertenecido a los hombres. Este libro no es una reseña exhaustiva de la bibliografía sobre la infidelidad, aunque hace referencia a docenas de artículos y libros que leí, en una variedad de campos, en un intento por lograr abarcar el tema. Pero, si bien cito muchos estudios que proponen que el comportamiento sexual femenino de tener una “pareja extra” es una estrategia social y reproductiva que ha ayudado a las hembras en contextos particulares, a través de milenios, hay otros estudios que argumentan o afirman algo distinto. Yo sólo soy tu guía en el camino de mi visión, una visión formada en las ciencias sociales y en la ciencia. Me sentía atraída hacia esas disciplinas y fui orientada por expertos, quienes creo que están corrigiendo prejuicios en sus campos: que lo que hoy llamamos promiscuidad femenina es un comportamiento con rastros considerablemente antiguos. Por así decirlo, hay una prehistoria y una historia fascinantes de este asunto y un no menos interesante futuro, que amerita consideración desde una mente abierta y desde múltiples perspectivas. Por mucho tiempo hemos entregado nuestros problemas sexuales y nuestros pecadillos exclusivamente a los terapeutas y a los psicólogos, suponiendo que estos asuntos serían de carácter personal o incluso patológico, por estar enraizados primordialmente en nuestros antecedentes emocionales, nuestro origen familiar, nuestras “dificultades individuales” respecto de la confianza y el compromiso, y por suponer que esos especialistas tienen soluciones. Sin embargo, estas cuestiones notoriamente personales, acerca de cómo y por qué tenemos relaciones sexuales y por qué experimentamos dificultades con la monogamia, también tienen profundos fundamentos históricos y prehistóricos. Factores biológicos, de control social, de contexto cultural, que tienen que ver con el ecosistema... La sexualidad femenina y nuestro menú de alternativas están moldeados por estos y otros factores. Se puede decir que pensar de nuevo temas tan complejos como la infidelidad femenina y nuestras frecuentemente acaloradas reacciones frente a ella requiere múltiples lentes. La sociología, la biología evolutiva, la primatología y la teoría literaria son sólo algunos de los discursos que pueden aumentar nuestro entendimiento, replanteando a la adúltera de maneras que faciliten una mayor empatía y comprensión respecto de ella, además de entendernos a nosotros mismos.