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San Juan de Ávila - Tratado del Amor de Dios

Aquí puedes leer online San Juan de Ávila - Tratado del Amor de Dios texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 1618, Editor: ePubLibre, Género: Religión. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

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San Juan de Ávila Tratado del Amor de Dios

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SAN JUAN DE ÁVILA 1499-1569 Almodóvar del Campo Ciudad Real Nace en el - photo 1

SAN JUAN DE ÁVILA (1499-1569, Almodóvar del Campo, Ciudad Real). Nace en el seno de una familia acomodada, que le educó cristianamente. Muy joven se trasladó a Salamanca para estudiar leyes (1516). Durante unas fiestas en esa ciudad estudiantil tuvo la experiencia de encontrase con Jesucristo y cambió su vida radicalmente, abandonando su carrera y el entorno que le ofrecía un futuro prometedor para un joven como él, haciendo vida la experiencia de san Pablo: todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por quien perdí todas las cosas, y las tengo por basura para ganar a Cristo (Flp 3,7-8).

Al Apóstol de los Gentiles imitaría también retirándose en su casa paterna para dedicarse a la oración y a la penitencia, años de crecimiento en el amor y de purificación interior, y posteriormente en su amor al Cristo crucificado, predicación y estilo pastoral. Bien orientado por sus directores espirituales se encamina a Alcalá (1520-1526), decidido ya a ser sacerdote y a consagrar su vida a Cristo y a la evangelización. Doce pobres, a los que lavó los pies, le acompañaron en la fiesta de su ordenación sacerdotal en Almodóvar del Campo, cuando ya sus padres habían muerto. Repartiendo su herencia y deshaciéndose de sus obligaciones civiles se encaminó a Sevilla para, queriendo imitar en todo a Cristo, abrazar la vida apostólica como misionero en Méjico, colaborando con el recién nombrado obispo de Tlaxcala, Juan Garcés (1527).

Pero la Providencia quiso que encontrara allí a D. Alonso Manrique, arzobispo de Sevilla, que introducirá una corrección en la trayectoria de esta vida misionera, y lo encauza en tareas de evangelización en su diócesis y después en otras diócesis del entorno, mereciendo por eso el título de Apóstol de Andalucía. Lo cual aceptó con espíritu de fe y total disponibilidad a la Iglesia por medio de sus pastores.

Supo adaptar las verdades de la fe al entendimiento de la gente de a pie con palabras que fácilmente comprendían y que iluminaban poderosamente sus vidas, por medio de la predicación pública y la dirección espiritual. Esto le llevó a unirse más a Cristo y padecer persecución. Al salir de la cárcel, en 1535, se traslada a Córdoba, donde entabla contacto con el obispo Álvarez de Toledo y posteriormente con los Marqueses de Priego.

En Montilla se instala en 1545, donde aún se conserva su casa. Desde allí irá rematando su obra: dirigirá once colegios esparcidos por la geografía andaluza, escribirá los memoriales a Trento, cuya más destacada aportación será el modo de fundar los seminarios, recibe y aconseja a sus discípulos y amigos en el Señor, entre ellos san Francisco de Boija, san Juan de Dios o Santa Teresa de Jesús, entre otros cuyas virtudes han sido reconocidas como extraordinarias, por lo cual es conocido como Maestro de Santos. Desde allí forma y envía sacerdotes en misión, hasta su muerte el 10 de mayo de 1569.

San Juan de Ávila, 1618

Diseño de cubierta: Titivillus

Editor digital: Titivillus

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TRATADO

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TRATADO

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AMOR DE DIOS

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San Juan de Ávila

  1. La causa que más mueve el corazón al amor de Dios es considerar profundamente el amor que nos tuvo Él, y, con Él, su Hijo benditísimo, nuestro Señor. Más mueve el corazón a amar que los beneficios; porque el que hace a otro beneficio, dale algo de lo que tiene; mas el que ama, da a sí mesmo con todo lo que tiene, sin que le quede nada por dar.

    Pues veamos agora, Señor, si Vos nos amáis; y si es así que nos amáis, qué tanto es el amor que nos tenéis. Mucho aman los padres a los hijos; pero ¿por ventura amaisnos vos como padre? No hemos nosotros entrado en el seno de vuestro corazón, Dios mío, para ver esto; mas el Unigénito vuestro, que descendió de ese seno, trajo señas de ello, y nos mandó que os llamásemos Padre por la grandeza del amor que nos tenías; y, sobre todo esto, nos dijo que no llamásemos a otro padre sobre la tierra, porque tú solo eres nuestro Padre. Porque ansí como tú solo eres Padre; y de tal manera lo eres y tales obras haces, que, en comparación de tus entrañas paternales, no hay alguno que pueda ansí llamarse.

    Bien conocía esto tu profeta cuando decía: Mi padre y mi madre me dejaron, y el Señor me recibió. Tú mesmo te quisiste comparar con los padres, diciendo por Esaías: ¿Por ventura habrá alguna mujer que se olvide del niño chiquito, y no tendrá piedad del hijo que salió de sus entrañas? Posible será que se olvide, mas yo nunca me olvidaré de ti, porque en mis manos te tengo escripto y tus muros están delante de mí. Y porque, entre las aves, el águila es más afamada en amar a sus hijos, con el amor de ella nos quisiste comparar la grandeza de tu amor: Así como ágila defendió su nido, y, como a sus pollos, extendió sus alas y los trujo sobre sus hombros.

    Sobre este amor es el del esposo a la esposa, del cual se dice: Por éste dejará el hombre a su padre, y se llegará a su mujer, y serán dos en una mesma carne; mas a éste sobrepuja tu amor; porque, según dices tú por Hieremías, si el marido echa a su mujer de casa, y, si echada, se junta con otro, ¿por ventura volverá otra vez a él? Mas tú has fornicado con cuantos amadores has querido; mas, con todo, vuélvete a mí, dice el Señor, que yo te recibiré.

  2. Y si todavía eres incrédulo a este amor, mira todos los beneficios que Dios te tiene hechos, porque todos ellos son prendas y testimonios de amor. Echa la cuenta de todos ellos cuántos son, y hallarás que todo cuanto hay en el cielo y en la tierra, y todos cuantos huesos y sentidos hay en tu cuerpo, y todas cuantas horas y momentos vives de la vida, todos son beneficios del Señor. Mira también cuántas buenas inspiraciones has recebido y cuántos bienes en esta vida has tenido; de cuántos peligros en esta vida te ha librado, en cuántas enfermedades y desastres pudieras haber caído si Él no te hubiera librado, que todas éstas son señales y muestras de amor. Hasta los mesmos azotes y tribulaciones que envía son argumento de amor, porque son muestras de padre, que castiga todo hijo que recibe para enmendarlo, despertarlo, y purgarlo, y para conservarlo en todo bien. Y, finalmente, pon los ojos en todo este mundo, que para ti se hizo todo por solo amor, y todo él y todas cuantas cosas hay en él significan amor, y predican amor, y te mandan amor.
  3. Y si a todas estas cosas estás sordo, no es razón que lo estés a las voces que Dios te da en el Evangelio, diciendo: En tanta manera amó Dios al mundo, que dio su único Hijo, para que todo el que creyere en Él no perezca, mas alcance vida eterna. Todas éstas son señales de amor, y ésta más que ninguna de todas ellas, como escribe aquel muy amado y amador de Dios, su evangelista San Juan, diciendo: En esto hemos conocido el amor que Dios nos tiene, que nos dio su Hijo para que vivamos por Él. Y este beneficio con los demás son señales del grande amor que Dios nos tiene y como centellas que salen afuera de aquel abrasado fuego de amor. ¿Qué tanto debe ser mayor aquel fuego ascondido, pues las centellas que saltan de él son tan grandes? ¡Oh amor grande, oh amor gracioso, digno de ser gratificado con amor!
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