Martin Heidegger - De la esencia de la verdad
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- Libro:De la esencia de la verdad
- Autor:
- Editor:ePubLibre
- Genre:
- Año:1943
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De la esencia de la verdad: resumen, descripción y anotación
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«Verdad»: ¿qué es eso?
¿Cuál es la «esencia» de la verdad?
¿Qué constituye a cada uno de los enunciados en verdadero?
Verdad es rectitud.
La verdad es la coincidencia, fundada en la rectitud, del enunciado de la cosa.
Esta obra, en la que el autor explora en los límites del conocimiento de la verdad (del ser), contiene las lecciones que impartió en la Universidad de Friburgo entre 1931 y 1932, a partir de La parábola de la caverna y del Teeteto de Platón.
Martin Heidegger
ePub r1.0
turolero 15.05.15
Título original: Vom Wesen der Wahrheit
Martin Heidegger, 1943
Traducción: Alberto Ciria
Editor digital: turolero
Aporte original: Spleen
ePub base r1.2
MARTIN HEIDEGGER. Nace en Meßkirch, Baden, —un pequeño pueblo rural en el sudoeste de Alemanía, entre el lago de Constanza, los Alb suabos y el alto Danubio— el 26 de septiembre, su padre Friedrich Heidegger (1851-1924) es sacristán católico y maestro tonelero, su madre es Johanna Heidegger, de soltera, Kemp (1858-1927), ambos profesan la fe católica. Una hermana, Mariele, murió prematuramente. Su hermano Fritz, será un continuo colaborador (se encargará de dactilografiar sus textos) y confidente.
Queremos tratar de la esencia de la verdad.
«Verdad»: ¿qué es eso? La respuesta a la pregunta: «¿qué es eso?», nos conduce a la «esencia» de una cosa. «Mesa»: ¿qué es eso? «Montaña», «mar», «planta»: preguntando en cada caso «¿qué es eso?», estamos preguntando por la «esencia» de las cosas. Preguntamos… ¡pero, después de todo, ya las conocemos! Es más, ¿no tenemos que conocerlas ya para después preguntar, y sobre todo para responder, qué son?
Pues, ¿qué es, por ejemplo, una mesa? Justamente aquello que la constituye en lo que es; lo que corresponde a toda cosa que es mesa. Lo que todas tienen mutuamente en común, lo común a cada mesa real y a todas las mesas posibles, es lo universal, la «esencia»: lo que algo es «en general».
Pero, pese a todo, esto que es común a todas, sólo lo encontramos comparando las mesas individuales, y considerando qué les corresponde comúnmente como lo mismo. La mesas individuales, y de igual modo las cosas individuales de cualquier tipo, las conocemos ya cuando preguntamos por la «esencia» de ellas. Luego entonces también en el caso de nuestra pregunta: «¿Qué es la verdad?». (Este «luego entonces», como habrá que mostrar en lo que sigue, sería la fatalidad).
¿Cuál es la «esencia» de la verdad? Conocemos verdades particulares: por ejemplo, 2 + 1 = 3, la tierra gira en torno al sol, al otoño le sigue el invierno, a comienzos de agosto de 1914 comenzó la guerra mundial, Kant es un filósofo, fuera en la calle hay ruido, esta aula está caldeada, aquí en la sala está encendida la luz, etcétera. Eso son «verdades particulares». Las llamamos así porque contienen algo «verdadero». ¿Y en qué está contenido esto «verdadero»? ¿Qué es eso que, de alguna manera, «lleva consigo» esto verdadero? Son los enunciados que acabamos de pronunciar. Cada enunciado particular es verdadero, «algo verdadero», «una verdad». Preguntamos ahora: ¿qué es la verdad en general, de modo universal? Según lo que hemos dicho: ¿qué constituye a cada uno de estos enunciados en verdadero? Esto: que en aquello que dice, coincide con las cosas y las situaciones sobre las que dice algo. Es decir, ser verdadero el enunciado significa tal coincidir. ¿Qué es entonces la verdad? La verdad es coincidencia. Tal coincidencia se da porque el enunciado se rige conforme a aquello sobre lo cual dice. Verdad es rectitud. De este modo, la verdad es la coincidencia, fundada en la rectitud, del enunciado con la cosa.
Así topamos con lo curioso: no sólo conocemos verdades particulares, sino que también sabemos ya qué es la verdad. Es decir, conocemos ya la esencia de la verdad. Es más, la esencia de la verdad no la conocemos también sólo de modo casual y colateral, aparte de las verdades particulares, sino que, como es evidente, tenemos que conocer ya necesariamente la esencia. Pues ante la exhortación de mencionar verdades, ¿de qué otro modo habríamos de saber lo que debemos presentar? Al fin y al cabo, no podríamos dar a conocer y reivindicar lo dicho como una verdad.
Por tanto, conocemos la esencia de la verdad, qué es: coincidencia, rectitud en el sentido del regirse con arreglo a…; también conocemos lo que queremos decir con la «esencia» de una cosa: lo universal; y sabemos qué es la esencia en tanto que esencia: la esencialidad, lo que constituye a la esencia en esencia. ¿A qué viene entonces preguntar aún por la esencia de la verdad y hacer de esta pregunta el asunto de una larga y fatigosa serie de lecciones? ¡Tanto más cuanto que la indicación de la esencia es del todo evidente y comprensible para cualquiera!
Algo nos es «comprensible» cuando lo comprendemos, es decir, cuando podemos presidir una cosa, cuando estamos a la altura de ella, la abarcamos de un vistazo y la captamos a fondo en su estructura. Eso «obvio» que hemos mencionado (verdad como coincidencia y rectitud, esencia como lo universal, el ser-qué) , ¿nos es realmente comprensible?
- Hemos dicho que la esencia de la verdad es la coincidencia. El enunciado coincide con aquello sobre lo cual dice algo. «Aquí en la sala está encendida la luz». Pero aquello acerca de lo cual se dice algo en este enunciado, aquello conforme a lo cual el enunciado se rige, tiene que estar dado ya como regla para el enunciar, pues ¿cómo si no debería regirse conforme a ello? Es decir, tenemos que saber ya qué y cómo es eso acerca de lo cual enunciamos. Sabemos que aquí está encendida la luz. Pero tal saber sólo lo tenemos a partir de un conocimiento, y el conocimiento capta lo verdadero, pues un conocimiento falso no es conocimiento. ¿Y qué es lo verdadero? Lo conocido es lo verdadero. Precisamente aquello que coincide con la situación. El enunciado coincide con lo conocido en el conocimiento. Es decir, con lo verdadero. ¿Lo verdadero? ¿Así pues, la coincidencia del enunciado es coincidir con algo que coincide? ¡Una definición de esencia ejemplar! La verdad es coincidencia con una coincidencia, y ésta última coincide a su vez con una coincidencia, y así sucesivamente. ¿Y la primera coincidencia a la que nos remontamos? Lo primeramente dado, ¿tiene que ser igual a algo dado, es decir, ser necesariamente ello mismo algo que coincide? ¿Qué es lo que tal vez se desliza en medio, y por qué? Porque todo se está tratando formalmente y sin base, con la concepción de la verdad como coincidencia no obtenemos ni tenemos en absoluto nada comprensible. Lo que se destacaba como algo obvio, es del todo oscuro.
- Hemos dicho: verdadero es el enunciado. Sólo que «verdadero» llamamos también a una cosa o a un hombre. Decimos: «oro verdadero», «un verdadero amigo». ¿Qué significa
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