Arturo Jauretche - Los profetas del odio. Volumen 2 de 2
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Los profetas del odio. Volumen 2 de 2: resumen, descripción y anotación
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COLONIALISMO MENTAL
SU ELABORACIÓN
LA YAPA (1)
LA COLONIZACIÓN PEDAGÓGICA
( ) Orestes Di Lullo ( “ Contribución al estudio de voces santiagueñas ”) dice que “yapa” es el nombre con que se significa e l añadido en quichua. “Yapana” y “yapani”: añadir, dádiva que hace el vendedor al comprador, que se deriva del verbo “yapa y ": dar más o añadir. Ta m bién existe esta voz en el araucano, pues “yapa” significa lo que el vendedor da gratis. En el “Lule”, “yapa” es añadidura. Se lo usa en el Ecuador, Santo Domingo, Panamá, con la construcción “ñapa”. También en Puerto Rico y Venezuela.
Entiéndalo el lector como añadidura, pues lo que hago es “yapar” “Los profetas del odio” con “La colonización pedagógica” que nos explica la razón de su ser, c ó mo y porqué son así esos profetas que utilizo para el muestreo.
Capítulo I
LA COLONIZACIÓN PEDAGÓGICA
Así como en “El medio pelo en la sociedad argentina ” (Apuntes para una sociología nacional) he querido contribuir a la visión del país desde el ángulo social, lo intentaré en dos libros sucesivos a este, desde los ángulos respectivos de la geopolítica y la política internacional, en uno, y de la economía en otro. Ahora me propongo hacerlo desde la cultura. Pero debo limitar el alcance de la expresión “cultura” pues mi propósito es pragmático, con lo que evitaré irme por la tangente, de nuestra realidad inmediata hacia lucubraciones de valor universal, pretexto frecuente de los ensayistas y profesores para considerar los problemas argentinos de un modo estratosférico y al margen del compromiso con las urgencias nacionales.
Señalaré por qué es “intelligentzia”, y no inteligencia la constituida por gran parte de los nativos que a sí mismos se califican como intelectuales, y cómo han conformado su mentalidad, cómo se comportan, y sobre todo cómo está constituido el aparato “cultural” que la dirige y difunde para evitar la creación de un pensamiento propio de los argentinos.
La amplia expresión superestructura cultural, que supondría una análisis de la cultura, con mayúscula, se reduce así a la determinación de los modos y el instrumental que opera en la formación de la “intelligentzia”. Además, considero un bizantinismo confrontarla con una cultura propia, mientras en el hecho no sean removidos los factores que determinan aquélla como expresión colonialista. La inteligencia, ya liberada de esos factores que la deforman en “intelligentzia”, es la que tiene que cumplir, y lo está haciendo fragmentariamente, la tarea de definir, por su desarrollo natural, su carácter como cultura nacional.
Definirlo a priori sería incurrir en el mismo error que señalamos. Y en esto, más liberal que los liberales, confío en los hechos que son los que la generarán una vez removidos los obstáculos que se oponen a su espontánea manifestación y recordando que ya es nuestro lo que fue ajeno, en la medi da que ya está incorporado a nuestra naturaleza. (Sarmiento es tan nuestro como Hernández, como factor determinante hoy, pero lo que no es nuestro es el sarmientismo en cuanto impide que lo otro cumpla su labor naturalmente y que la realidad sea la creadora y no un instrumental superpuesto destinado a deformarla).
La “intelligentzia” es el fruto de una colonización pedagógica y esto es muy distinto a la espontánea incorporación de valores universales a una cultura nacional, y recíprocamente, como pretenden los asépticos expertos en el tema, que prescinden del análisis de las condiciones objetivas.
Esto de la colonización pedagógica me parece que está centrado en sus verdaderos términos en el libro de Jorge Abelardo Ramos. “Crisis y resurrección de la literatura argentina” (Ed. Indoamérica, 1954), que dice:
En las naciones coloniales, despojadas del poder político director y sometidas a las fuerzas de ocupación extranjeras los problemas de la penetración cultural pueden revestir menos importancia para el imperialismo, puesto que sus privilegios económicos están asegurados por la persuasión de su artillería. La formación de una conciencia nacional en ese tipo de países no encuentra obstáculos, sino que, por el contrario, es estimulada por la simple presencia de la potencia extranjera en el suelo natal ... “En la medida que la colonización pedagógica —según la feliz expresión de Spranger, un imperialista alemán— no se ha realizado, sólo predomina en la colonia el interés económico fundado en la garantía de las armas. Pero en las s e mi-colonias, que gozan de un status político independiente decorado por la ficción jurídica, aquella “colonización pedagógica” se revela esencial, pues no dispone de otra fuerza ixira asegurar la perpetuación del dominio imperialista, y ya es sabido que las ideas, en cierto grado de su evolución, se truecan en fuerza material. De este hecho nace la tremenda importancia de un estudio circunstanciado de la cultura argen tina o pseudo-argentina, forjada por un signo de dictadura espiritual oligárquica ... La cuestión está planteada en los hechos mismos, en la europeización y alienación escandalosa de nuestra literatura, de nuestro pensamiento filosófico, de la crítica histórica, del cuento y del ensayo. Trasciende a todos los dominios del pensamiento y de la creación estética y su expensión es tan general que rechaza la idea de una tendencia efímera
Es en este sentido que legítimamente puede hablarse de una verdadera devastación espiritual de las nuevas generaciones intelectuales”. (Recordemos que esto está publicado en 1954 y no corresponde ya a este momento en lo que se refiere a las nuevas generaciones, como se verá más adelante.) “La juventud universitaria, en particular, ha asimilado los peores rasgos de una cultura antinacional por excelencia. Bajo estas condiciones históricas se formó nuestra élite intelectual”. Agrega que la función de una cultura así es ser fideicomisaria de valores transmitidos por sus mandantes europeos.
NECESIDAD DE UN PENSAMIENTO AGRESIVO
De aquí que la crítica a una “cultura” establecida sobre dichas bases, consiste en el primer paso para restituir los valores sumergidos de la cultura colonizada, preexistente o con posibilidades de nacer. La palabra cultura pierde su acepción aséptica para transformarse en una política cultural opuesta a la política cultural que se nos presenta como “cultura ” . Es una beligerancia imprescindible para obtener la síntesis como resultado frente a la pretensión de seguimos imponiendo una cultura marginada de toda elaboración propia.
Así, en la Argentina, el establecimiento de una verdadera cultura lleva necesariamente a combatir la “cultura” ordenada por la dependencia colonial. Implica, por lo pronto, una revisión respecto del pasado nacida de la búsqueda de las propias raíces que obliga a restaurar el prestigio de quienes fueron sumergidos por no ingresar a las jerarquías oficializadas; el impulso que destruye los falsos héroes consagra paralelamente a otros que responden a las exigencias de una verdadera cultura nacional. Es una especie de Renacimiento, de fe en la genuinidad de lo nacional que vertebra la vio lencia crítica a la “intelligentzia” colonizada, que sólo tiene un valor sucedáneo, carente de originalidad como simple repetición de ajenos repertorios. El combate contra la super estructura establecida abre nuevos rumbos a la indagación, otorga otro sentido creador a la tarea intelectual, ofrece desconocidos horizontes a la inquietud espiritual, enriquece la cultura aun en su aséptico significado al proveerla de otro punto de vista brindado por las peculiaridades nacionales. Sólo por la victoria en esta contienda evitaremos que bajo la apariencia de los valores universales se sigan introduciendo como tales los valores relativos correspondientes sólo a un momento histórico o lugar geográfico, cuya apariencia de universalidad surge exclusivamente del poder de expansión universal que les dan los centros donde nacen, con la irradiación que surge de su carácter metropolitano. Tomar como absolutos esos valores relativos es un defecto que está en la génesis de nuestra “intelligentzia” y de ahí su colonialismo.
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