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Contenido
A comienzos del siglo XXI, la iglesia se encuentra en una situación privilegiada. Es evidente que Dios está decidido a hacer algo asombroso en el mundo de hoy, permitiéndonos ver abundante fruto evangelístico, mientras que los santos comunes de Dios hacen señales y prodigios del tipo del Nuevo Testamento.
Un elemento central a esta situación que vive la iglesia y de la que estamos siendo testigos es la restauración, después de mucho, mucho tiempo, de los oficios de apóstol y profeta. Héctor Torres ve esto con toda claridad. Es una de las personas que oye lo que el Espíritu está diciendo a las iglesias. Este libro aparece en el momento preciso. La restauración de apóstoles y profetas es uno de los primeros libros en este importante mover de Dios, y es bueno. Héctor no solo comparte su propia visión, sino que ha logrado reunir un equipo que representa la más alta calidad del pensamiento actual sobre la materia.
Debido a que el reconocimiento de los oficios de apóstol y profeta es tan nuevo, me imagino que muchos lectores de este libro se van a sentir un poco incómodos al comenzar la lectura. Es de esperarlo. Pero en este prólogo quiero describir el fundamento histórico sobre el cual Dios está construyendo hoy día.
Las raíces históricas de este nuevo mover de Dios hay que ubicarlas en la Reforma Protestante. La teología de la Reforma continúa firme a pesar de nuestras opiniones sobre la autoridad de la Escritura, la justificación por la fe y el sacerdocio de todos los creyentes. Otro componente clave es el pensamiento de Juan Wesley sobre la santidad personal. El moderno movimiento misionero, iniciado hace 200 años, nos ha quitado cualquiera duda sobre nuestro papel en difundir el evangelio alrededor del mundo.
En el siglo XX, el Movimiento Pentecostal ha enfatizado la Tercera Persona de la Trinidad enseñándonos que la propagación del evangelio debe ir acompañada por un poder sobrenatural. En la década de los 50, con el comienzo del ministerio de Billy Graham, Oral Roberts, T.L. Osborne, Morris Cerullo y muchos otros, la evangelización pasó a ocupar el primer lugar. La década del 60 trajo una nueva conciencia entre los cristianos para ayudar a los pobres y a los oprimidos. En la década del 70 nació el gran movimiento global de oración. En la década del 80 empezó a reconocerse el don y oficio del profeta y el don y el oficio de apóstol tomó relevancia en la década del 90.
Es extraño que los líderes cristianos no hayan empezado a entender el verdadero gobierno de la iglesia sino hasta hace poco. El Nuevo Testamento está lleno de revelación sobre las funciones de los apóstoles y los profetas. De hecho, ellos son los verdaderos fundamentos de la iglesia: «[La familia de Dios] edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo» (Efesios 2.20). No obstante el pasado, es excitante ser parte de la generación que ahora es vista como la estructura de la iglesia como originalmente Dios la diseñó que fuera.
Al leer La restauración de apóstoles y profetas usted verá claramente el perfil que la iglesia está tomando. Estará bebiendo del río de Dios. Y le aseguro que para cuando termine, usted mismo estará fluyendo en ese río divino.
C. Peter Wagner, Chancellor
Wagner Leadership Institute
L os grandes movimientos cristianos del pasado han servido un propósito vital en sus tiempos para mover la Iglesia hacia la restauración de todas las cosas. Con la restauración de los dones ministeriales del apóstol, profeta, evangelista, pastor y maestro de Efesios 4, el Cuerpo de Cristo está comenzando a llegar a su madurez. Únicamente cuando el oficio del apóstol sea restaurado podremos llegar a la plenitud de Cristo (Hebreos 3.1) dentro de su pueblo.
Vivimos en un tiempo kairos para la humanidad, un tiempo de transición. Al entrar al siglo veintiuno, la Iglesia debe ser restaurada en su plenitud como ha sido el propósito eterno de Dios para cumplir el mandato de la Gran Comisión y discipular a las naciones para el Señor Jesucristo. Este período de transición se ha llamado «postdenominacional» o «la nueva reforma apostólica». Debe demostrarse esta generación del apóstol con poder, no simplemente con elocuentes palabras, si deseamos ver productividad que transforme al mundo entero. Cuando miles de apóstoles comiencen a levantarse en su ministerio, la Iglesia será desenlazada para discipular con efectividad las naciones que estén abiertas a recibir el Señorío de Cristo.
La cosecha no puede ser segada sin este oficio fundamental. Estamos viendo al Padre levantar una nueva generación de apóstoles y personas apostólicas tomando su lugar en la tierra, brindando un valioso aporte a la obra de Dios. Esto requiere de una fresca unción y de personas deseosas de abrazar lo nuevo mientras se aferran a los fundamentos del ayer. Esto ha de requerir personas de unción e integridad para marcar el paso hacia la toma de ciudades y naciones como lo hizo la Iglesia del primer siglo, de esta manera establecer el dominio de Cristo aquí en la Tierra.
Dr. Stan DeKoven, Presidente
Universidad Visión Internacional
Ramonita, California, Estados Unidos
Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren, maldeciré; Y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.
Génesis 12.1
Cuando Dios quiere hacer algo nuevo en nuestras vidas, generalmente nos pide algo que requiere el abandono de aquello que es conocido, cómodo y a lo cual estamos atados emocional y espiritualmente. Debemos observar que la Biblia nos dice que Jehová «había dicho»; es decir, que en el pasado Dios había estado hablando a Abram acerca de los cambios que deseaba hacer para que fuera bendecido.
Una de las cosas más difíciles para un individuo es el abandonar o salir de donde se siente cómodo, de donde se siente seguro, del lugar familiar. Por esto, aunque muchas veces Dios nos dice algo, tardamos en obedecer y muchas veces necesitamos que alguien nos empuje u obligue a tomar los pasos iniciales para hacer estos cambios. En el caso de Abram, Dios usó a su padre Taré para sacar a Abram del sitio donde moraba. Es de entender que aunque Dios había dicho a Abram que lo abandonara todo y que recibiría bendición, este nunca tomó los pasos necesarios hasta que su padre lo hizo por él.
Y tomó Taré a Abram su hijo, y a Lot hijo de Harán, hijo de su hijo, y a Sarai su nuera, mujer de Abram si hijo, y salió con ellos de Ur de los caldeos, para ir a la tierra de Canaán; y vinieron hasta Harán, y se quedaron allí. Y fueron los días de Taré doscientos cinco años; y murió Taré en Harán. Génesis 11.31-32
Muchos deseamos que Dios nos hable y nos revele sus planes para nuestra vida. Sin embargo, no estamos interesados en hacer cambios o ajustes a nuestra vida. Bíblicamente, esto es algo imposible. Siempre que Dios habla a sus siervos en la Biblia acerca de sus planes y propósitos, demanda de ellos cambios y ajustes en sus vidas y en sus planes para ajustarse a los suyos. Estar dispuestos a ajustar nuestra vida, nuestras creencias, nuestros planes y aún nuestro lugar de habitación es un punto crítico para poder experimentar los propósitos de Dios en nuestras vidas.
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