Felicidad sólida
Sobre la construcción de una felicidad perdurable
Felicidad sólida Sobre la construcción de una felicidad perdurable
Primera edición: 2019
ISBN: 9788417120610 ISBN eBook: 9788417533960
© del texto:
Ricardo Capponi
© de esta edición:
CALIGRAMA, 2019
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Impreso en España – Printed in Spain
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En memoria a Ninoslav Bralic, doctor en Física,un gran amigo que modeló mi pensamiento
Prólogo
Chile: un duelo pendiente. Perdón, reconciliación, acuerdo social, libro publicado en 1999, fue mi primer acercamiento sistemático a Ricardo Capponi. Antes había leído sus artículos en la revista Mensaje, pero ahora se trataba del despliegue de su pensamiento in extenso sobre un tema que nos inundaba de dudas: la reconciliación.
Pinochet, recordemos, había sido detenido en Londres y el gobierno había formado la Mesa de Diálogo para avanzar en lo que había dejado pendiente la Comisión Rettig, entre otras muchas cosas, el paradero de los detenidos desparecidos. Todo lo que se había hecho antes en materia de verdad y justicia era objeto de evaluación y, por qué no decirlo, de crítica. En ese contexto apareció el libro de Capponi, quien empleando el instrumental de la psicología, en particular del psicoanálisis, y con un razonamiento límpido y un lenguaje preciso, desmontaba los mecanismos de la agresión, el conflicto, el perdón, el acuerdo y la reconciliación, así como el rol que cabe al liderazgo en este tipo de procesos. «En síntesis —postulaba el autor—, la sociedad debe lograr un estado mental de acuerdo, en un marco formal que le permita contactarse con el duelo, sin sentirse inundada por la persecución ni la culpa persecutoria; pero, al mismo tiempo, ayudada por las formas que ofrecen las formas de pensar lento donde predomina la razón reparadora por sobre la razón instrumental».
Hablo por mí, pero creo que muchos estarán de acuerdo conmigo Chile: un duelo pendiente tuvo un efecto sanador y su impacto marcó mucho de lo que vino después con las comisiones Valech I y II, así como con la acción de la justicia.
En los años siguientes, seguí a Capponi en sus reflexiones sobre el amor, la sexualidad, la juventud, el liderazgo, la empresa y muchas otras materias que ahora se me escapan. Las circunstancias de la vida me hicieron encontrarme con él y conocerlo personalmente. Siguiéndolo confirmé algo que, pese a mi condición de sociólogo, ya intuía: que no se puede —como sostiene en el libro que ahora tenemos en nuestras manos— «concebir el funcionamiento social desligado del desempeño psíquico individual», pues «los fenómenos sociales deben entenderse desde el funcionamiento mental individual y este debe integrar la forma real que interactúa con el ejercicio social».
Este nuevo libro de Ricardo Capponi se refiere a la felicidad. No es un libro en realidad; es un tratado. Con claridad y erudición, se pasea por todo lo que se ha escrito sobre el tema en los últimos años —que no es poco— desde el punto de vista de la psicología, la neurociencia, la filosofía, la sociología y las políticas públicas. Dicho de otro modo, si alguien quiere ponerse al día en la materia, tiene que leerlo.
Pero no contento con lo anterior, Capponi nos propone en este libro —sin dar tips, desde luego— cómo «trabajar» con uno mismo y en su relación con los demás, para elevar su tasa de felicidad, algo que a ningún individuo y a ninguna sociedad le tiene indiferente, pues, como decía Pascal, «los hombres, sin excepción, buscan la felicidad, fin al que tienden los diferentes medios que emplean».
En algunas de mis encarnaciones a nivel individual y social.
De esto el autor da plena cuenta en este libro. Pero de todos modos sirve recordar lo que señala la literatura disponible acerca de tales beneficios. La felicidad —indica— robustece el sistema inmune de los individuos, lo cual los hace más saludables y longevos, a la vez que refuerza su autocontrol, los torna menos depresivos, menos paranoicos y menos atraídos por el suicidio. La felicidad tiene también beneficios para las familias. Las personas felices con mayor frecuencia están casadas y se divorcian menos, lo que conlleva beneficios para ellas mismas, para sus hijos y para su entorno. La felicidad también aporta a las comunidades: cuanto más feliz es un individuo, mayor es su sociabilidad, cooperación y participación en asociaciones comunitarias, así como también más caritativo con quienes necesitan ayuda. Los individuos más felices disponen de más amigos y generan más interacciones sociales, lo que les provee de un soporte o apoyo social más fuerte. La felicidad incluso es positiva para la economía. Como las empresas ya lo han aprendido: las personas felices son más productivas, más creativas y hacen mejor su trabajo, lo que les permite, de paso, obtener mayores ingresos.
Conviene entonces preocuparse de la felicidad y conviene también saber cuáles son los factores de índole individual y social o colectivo que estimulan —o, al revés, coartan— la felicidad. El libro que tenemos entre manos da numerosas pistas al respecto.
Pero antes de mencionar algunos factores que influyen en la felicidad de un individuo debemos tener presente que estos poseen un cierto set-point en materia de felicidad. Cualquiera sea la alteración que se produzca en cuanto a esta suerte de estado de equilibrio, ya sea hacia arriba o hacia abajo, lo más probable es que no perdure por más de tres meses. Aprobar o no un examen, conseguir o no un ascenso en el trabajo, comprar o no una vivienda, un auto o un computador, ganar o perder una elección, así como conquistar o perder una pareja, tiene menos impacto sobre la felicidad de lo que suponemos.
Una vez le leí a Edgar Morin que «la aptitud de gozar es al mismo tiempo la aptitud de sufrir». Boris Cyrulnik va aún más lejos. La felicidad, señala, es «la victoria sobre el dolor». Para vivirla, por lo mismo, no hay otro camino que aquel de pasar por la antesala del sufrimiento. En este sentido, quien huye del dolor renuncia a la felicidad. Para ser feliz, concluye el neuropsiquiatra francés, en lugar de arrancar del dolor hay que descubrir cómo, y gracias a qué puede superarlo.
¿Qué aporta más a la felicidad desde un punto de vista individual? Existe una vastísima, literatura al respecto, tanto antigua como actual y tanto reflexiva como científica.
La acción, por ejemplo, de abrirse a la vida sin recelos, sin esquivar el riesgo, es una actitud que contribuye a la felicidad. La persona está menos ansiosa cuanto más actúa, y la euforia aplaca el sufrimiento. En sentido inverso, como advertía Pascal, si algo la perjudica es la espera, pues si «nunca vivimos, sino que esperamos vivir y disponiéndonos siempre a ser dichosos, es inevitable que nunca lo seamos». Claudio Magris lo formula de un modo muy elocuente: para ser feliz hay que «estar exento del servicio militar de existir».
La creencia, especialmente la de tipo religioso, coincide sistemáticamente con mayores índices de felicidad. Digamos, para simplificar, que los creyentes superan mejor el dolor que los no creyentes. Más adelante volveremos sobre esto.
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