¿Es posible cultivar la felicidad a pesar de todos los problemas que vivimos? Todos los seres sensibles buscamos la felicidad y evitamos a toda costa el sufrimiento; sin embargo, el mundo que nos rodea, lleno de conflicto y vacío, nos sumerge en el dolor. ¿Es posible ser feliz en un mundo complicado y problemático? La respuesta es un sí relativo, pues para el budismo tibetano, la libertad es un estado de conciencia que se logra al superar los deseos egoístas centrados en el yo. Si aprendemos a ver el sufrimiento de los otros, si nos ocupamos de los demás y dejamos de lado nuestra individualidad, es muy posible que hallemos la felicidad. Este libro nos muestra el camino a ese lugar de nosotros mismos donde se halla la semilla de la paz, el bienestar y la felicidad, y nos enseña que es dentro de nuestro ser donde se hallan las respuestas que buscamos para estar bien. Este libro es complemento de La pesadilla del samsara, del mismo autor. Propuesta budista para lograr la felicidad, basada en algunos textos del Dalai Lama.
No persigas
lo que no viene a ti.
Dicho popular tibetano.
No identificarse con lo que es agradable
Ni identificarse con lo que es desagradable;
no mirar a lo que es placentero
ni a lo que es displacentero,
porque en ambos lados hay dolor.
El Buda, Dhammapada.
Presentación
U na de las enseñanzas más conmovedoras y radicales del dharma budista, es el principio de la inmanencia: en todos los seres están las semillas de la iluminación, la posibilidad del despertar, de morar en la felicidad (sukha) y la alegría (ananda), de vivir en armonía con lo que surge y cesa momento a momento y de tomar las acciones compasivas necesarias para actuar en el mundo a favor de todos los seres sintientes.
En un universo como el actual, aparentemente decaído, cansado e incierto, está también la posibilidad de la transformación y del encuentro con el aspecto más noble, bondadoso y luminoso del ser humano. Más que una religión o filosofía a seguir, el Budha dharma aparece como linterna que nos permite ver lo que siempre ha estado presente y no hemos visto. El dharma budista enseña a abrir los ojos y comprender que la sabiduría está ahí en el corazón y la mente de todo ser humano, sólo se requiere que alguien, a través de la palabra directa, escrita o mediante sus acciones, nos brinde herramientas para lograr ese «despertar».
Muchas son las historias del ingenio de Buda para convencer a sus discípulos de que abrieran los ojos y vieran la verdad: a unos bastó con mostrarles una flor, con otros fue necesario el arte del discurso elaborado, para muchos la recomendación de reglas y preceptos a seguir. Para convencer al asesino serial Angulimala de cambiar el rumbo de su vida fue suficiente con que el Buda caminara lenta y majestuosamente mientras que Angulimala, quien deseaba matar al Iluminado, corría y corría sin poder alcanzarlo y gritaba: «¡Detente!». Y Buda contestó amablemente: «yo ya he parado; ¿cuándo lo vas a hacer tú?». En ese momento Angulimala pidió formar parte de la comunidad monástica y alcanzó la felicidad suprema.
Buda compartió sus hallazgos no solamente con sus discípulos de la sangha monástica sino con cualquier persona dispuesta a escuchar, y lo hizo en un contexto tan complejo como el de hoy en día. Quien supone que la India de ese entonces resplandecía por el aura radiante de un sinnúmero de ascetas, místicos e iluminados, está equivocado. Pugnas políticas y religiosas estaban a la orden del día, igual que ahora, lo mismo que guerras, inundaciones, enfermedad y muerte. Estos fenómenos eran recurrentes, al mismo tiempo que diversas escuelas espirituales buscaban seguidores y los sabios andaban de ciudad en ciudad divulgando su sabiduría a través de la palabra.
Y el mensaje de Buda hizo eco en muchos lugares, rebasando las fronteras de la India antigua con el resto del mundo y albergándose en el corazón de ascetas, comerciantes, reinas, esposas, campesinos, e incluso gobernantes como el rey Asoka. Una vez que el budismo se implantó en Nepal, Tíbet, China, Japón y Sri Lanka, tomó formas diferentes: desde la simplicidad de sentarse y observar lo que surge y cesa, hasta la ejecución de los elaborados rituales tibetanos. El budismo se mantiene vivo, sobre todo en Occidente, donde su enseñanza tiene un impacto notable, y en gran medida gracias al constante peregrinaje de los maestros tibetanos. Entre ellos, destaca Tenzin Gyatso, el XIV Dalai Lama, quien ha iluminado con sus enseñanzas el corazón y la mente de miles y miles de occidentales; el carácter práctico de sus enseñanzas conduce a lograr la paz, la alegría y el bienestar del mundo, aparecen a nuestros ojos no como una esperanza lejana sino como algo cercano. ¿Quién no desea estar bien, viviendo en sukha y ananda?
Jorge García Montaño, inspirado por la sabiduría y compasión de Buda Shakyamuni y del XIV Dalai Lama, nos abre una puerta a la comprensión del BudhaDharma con énfasis en las enseñanzas para el logro del bienestar, inspirándonos para emprender el viaje que nos puede conducir a abrir los ojos y ver que la transformación comienza en uno mismo. Cuando Budha Shakyamuni dio su discurso de las cuatro nobles verdades hizo girar la rueda del dharma, y desde entonces nos llegan enseñanzas como las de este libro, prácticas y humanas, sencillas y desafiantes pero sobre todo humanas y alcanzables.
Jñanadakini
Ciudad de México
Introducción
E l presente libro es continuación de otro que se publicó con el título La pesadilla del samsara, en el que disertamos sobre el concepto de dukha: el estado de malestar y desajuste que se extiende en todos los aspectos de la vida como un agónico distanciamiento entre nuestros estados mentales y la realidad tal como es. La pesadilla trata del lado oscuro y pesimista de la experiencia existencial humana que estudia la doctrina budista; si bien al final se abordaron cuestiones de la mente de luz clara y la trayectoria espiritual del bodhisattva, estos temas desempeñaron un papel de vínculo con la presente obra. Ahora se expone, con base en los libros del Dalai Lama señalados ya en el primer libro, el lado claro y optimista de la experiencia vital de sabiduría y compasión que cultiva el budismo.
Por tanto, El arte de estar bien presenta las diversas vertientes que ofrece el budismo para salir y superar la pesadilla del samsara, que significa desaparecer las perturbaciones y aflicciones mentales y emocionales que provienen individualmente del apego, la aversión y la ilusión, o en términos sociales: de la codicia, el odio y la ignorancia. Todos estos venenos mentales y colectivos son producto del ego, la centralidad del yo y el ensimismamiento y sólo pueden superarse cuando el crecimiento espiritual se convierte en una aventura de la mente y de las emociones. El budismo constituye en este sentido una fuente inagotable de satisfacción, conciencia y gozo ecuánime capaz de hacer brotar de la mente más estrecha y obtusa y del corazón más duro y malvado un ser de convincente sabiduría y gran compasión. Miles de ejemplos dan constancia de esta transformación que realiza el budismo cuando las personas transitan de la confusión a la claridad, de la maldad a la bondad, pero sobre todo del ensimismamiento egoísta a la compasión y al amor y cuidado por el prójimo.