Prólogo
CIENCIA Y FE DESDE UNA PERSPECTIVA GLOBAL: LOS ORÁCULOS DE LA CIENCIA CONTEMPORÁNEA
El libro que el lector tiene en sus manos constituye una aportación de primer nivel al campo de las relaciones entre ciencia y religión, y no sólo ni principalmente por la cuidada, completa y ajustada presentación de los seis científicos cuyo pensamiento expone, sino porque los autores han conseguido dar con una fórmula novedosa para discutir las connotaciones religiosas de la ciencia. En este sentido creo que su trabajo es modélico. Artigas y Giberson, en efecto, han conseguido replantear algo que había quedado obsoleto y desacreditado con el correr de los tiempos, a saber: el género apologético. La misma idea de defender un ideario se ha ido impregnando de resonancias peyorativas, porque se asocia al mundo de la propaganda, el proselitismo y el adoctrinamiento, nociones antaño respetables, pero hoy objeto de rechazo por culpa de algunas instrumentalizaciones abusivas al servicio de intereses económicos, políticos e ideológicos inconfesables. Desconfiamos casi instintivamente de todo lo que se nos presenta como bueno, verdadero y digno de compromiso. Enseguida nos aprestamos a contraatacar apoyándonos en los recursos de la filosofía de la sospecha, y se da la paradoja de que sólo estamos dispuestos a aceptar los mensajes que promueven actitudes contrarias a nuestras más íntimas esperanzas y a los más nobles objetivos. Cualquiera que hoy en día intente comunicar al prójimo un mensaje religioso corre el riesgo de ser confundido y tratado como un político en campaña electoral o un comerciante en periodo de rebajas. La gente está aburrida de ver los anuncios de la televisión y alerta frente al peligro de ser embaucada por quienes promocionan remedios maravillosos, de manera que a todo aplican la misma mirada distraída e idéntica pose evasiva. Los únicos valores considerados «seguros» son los susceptibles de comprobación directa y aplicación inmediata. De ahí que en el mundo de hoy la ciencia siga siendo la única instancia respetada por casi todos, a pesar de sus evidentes limitaciones y los terribles abusos que ha propiciado y propicia. Ya no es tan frecuente como antes encontrar ejemplos de amor desinteresado al saber y consagración altruista a la investigación pura, pero se sigue considerando que la ciencia es la piedra de toque para cualquiera que quiera hablar de la verdad, no importa el tipo de verdad que se trate.
Como resultado de todo ello, Artigas y Giberson detectan y afrontan en Oráculos de la cienciauna curiosa disimetría en la relación entre ciencia y religión: cuando alguien pretende atacar la fe en Dios o la legitimidad de la religión en nombre de la ciencia, sus tesis se juzgan con criterios muy distintos que cuando intenta abogar en pro de una y otra. Reina en este campo el prejuicio de que hay una hostilidad congénita entre la instancia científica y la religiosa, de modo que no se emplea el mismo rigor crítico con quienes quieren confirmar y extender el cliché y con los que tratan de averiguar hasta qué punto está fundado. En ningún momento esconden los autores del libro su postura favorable a una convivencia armoniosa entre ciencia y religión. A lo largo de él examinan la postura de los más destacados representantes contemporáneos de la tesis opuesta. Tienen que pechar por consiguiente con la desventaja que para ellos supone el prejuicio dominante y resulta más que notable el modo en que lo hacen.
A priori hay dos respuestas extremas a la pregunta por las relaciones entre ciencia y religión: la primera se resume en la tesis de que poco o nada tienen en común una y otra; la segunda admite en cambio que existen amplias zonas de solapamiento. En el primer caso no habría posible enfrentamiento ni prácticamente ninguna relación; en el segundo se daría obviamente armonía o conflicto, pero nunca indiferencia. Artigas y Giberson se sitúan en la zona intermedia del espectro, puesto que detectan diferencias netas y al mismo tiempo descubren zonas de encuentro: «...ciencia y religión son dos empresas humanas muy diferentes y, aunque ciertamente hay puntos de contacto, cada una tiene una autonomía considerable que debe ser respetada por la otra. Nuestro principal objetivo en este libro es simplemente presentar seis importantes voces científicas a nuestros lectores».
Importantes y adversas, puesto que Dawkins, Gould, Hawking, Sagan, Weinberg y Wilson son al mismo tiempo destacadas figuras de la ciencia o la divulgación científica y decididos oponentes a aceptar la existencia de Dios y a juzgar favorablemente el papel de la religión.