Stéphane Seminckx
SI TÚ ME DICES “VEN”
Una visión cristiana
del éxito en el amor
EDICIONES RIALP S. A.
MADRID
© 2018 by Stéphane Seminckx Minne
© 2018 de la versión española by Miguel Martín
by EDICIONES RIALP, S.A.
Colombia, 63, 28016 Madrid
(www.rialp.com)
Preimpresión: Jorge Alonso Andrades
ISBN: 978-84-321-4926-9
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A mis padres
SUMARIO
INTRODUCCIÓN
El papa Francisco, en la exhortación apostólica postsinodal La alegría del amor (nn. 82 y 222) nos dirige esta invitación: 'Es preciso redescubrir el mensaje de la Encíclica Humanae vitae de Pablo VI'. San Juan Pablo II había ya animado a los teólogos a 'profundizar en las razones de esta enseñanza [de la Humanae vitae ] que es uno de los deberes más urgentes para quien está comprometido en la enseñanza de la ética o en la pastoral familiar. De hecho, no es suficiente proponer fiel e íntegramente esta enseñanza, sino que es necesario que se muestren también sus razones más profundas' ( Discurso 17.9.83). Este libro quiere ser una respuesta a esta invitación.
Pablo VI promulgó la encíclica 'sobre el matrimonio y la regulación de los nacimientos' el 25 de julio de 1968. Este documento suscitó una larga serie de debates y múltiples tensiones. En muchos cristianos ocasionó perplejidad e incomprensión. Muchos rompieron entonces con la Iglesia: ya sea porque rechazaban explícitamente su enseñanza, sea porque abandonaron la práctica religiosa, sea porque intentaron vivir la fe de espaldas a la Iglesia.
Desde entonces, ha pasado mucha agua bajo los puentes. Los espíritus se han calmado, a menudo pagando el precio de la indiferencia. Hoy se puede examinar la cuestión con más serenidad.
Este intento es tanto más necesario porque la ideología del free sex , nacida en la misma época, no parece haber liberado la sexualidad. Un número creciente de mujeres están cansadas de la píldora y de sus muchos efectos secundarios en su cuerpo y su psiquismo. Ven cada vez más la contracepción como una imposición del mundo masculino. A escala de las relaciones internacionales, el control de los nacimientos se ha convertido en un arma en manos de los países ricos, que lo imponen a las naciones desfavorecidas a cambio de su ayuda económica. Muchos moralistas piensan incluso que el 'lenguaje contraceptivo' falsea la comunicación entre los esposos hasta el punto de fomentar la explosión del número de divorcios.
Paralelamente a esta evolución, desde 1968, muchos filósofos y teólogos han trabajado en una mejor comprensión de la doctrina de Humanae vitae. Por otra parte, el magisterio de san Juan Pablo II ha constituido una contribución esencial a esta reflexión, y lo mismo puede decirse del de Benedicto XVI y Francisco. Guiados por estos tres papas, vamos a releer Humanae vitae.
Antes incluso de subir a la sede de Pedro, Karol Wojty ł a había aportado una contribución fundamental al problema de la regulación de los nacimientos con su célebre libro Amor y responsabilidad, publicado en 1960. Como Papa, tomó la iniciativa de publicar numerosos documentos que se refieren a la moral conyugal y a la defensa de la vida: la exhortación apostólica Familiaris consortio (1981 ) , la instrucción sobre el respeto de la vida humana naciente y sobre la dignidad de la procreación Donum vitae (1987), el Catecismo de la Iglesia católica (1992), la encíclica Veritatis splendor (1993) sobre la moral fundamental, la Carta a las familias (1994), la encíclica Evangelium vitae (1995). Hay que añadir a todo eso las 129 catequesis de los miércoles, entre septiembre de 1979 y noviembre de 1984, sobre lo que se ha llamado la 'teología del cuerpo', un conjunto de 'reflexiones que (…) pretenden constituir un amplio comentario de la doctrina contenida (…) en la encíclica Humanae vitae ' (Juan Pablo II, Audiencia 28-11-84).
Benedicto XVI, además de un examen atento de la cultura actual, nos ha legado un profundo análisis del amor conyugal en Deus caritas est (2005), completado por la meditación del papa Francisco sobre el himno a la caridad ( La alegría del amor 89-164). Este análisis se presenta en el capítulo I, una primera exposición que permite abordar nuestro tema a partir de la cuestión fundamental: ¿qué es el amor?
En el capítulo II, entramos en el asunto de 'la integración' del amor. El amor conyugal es una realidad que implica todas las facetas de la persona. Su desafío es armonizar todos los componentes del ser humano al servicio de don de sí.
Luego viene, en el capítulo III, una exposición sobre el matrimonio. Nos ha parecido importante recordar a grandes rasgos lo que supone esta noción, como institución natural y como sacramento de la Iglesia.
El capítulo IV, titulado 'Amar es darse', va al núcleo de nuestra reflexión, analizando la cuestión específica de la contracepción. La explicación se basa en la ley natural, profundizando mediante las aportaciones recientes de algunos filósofos y teólogos.
El capítulo siguiente se dedica a las muchas preguntas y objeciones que ha suscitado la doctrina de Humanae vitae.
El último capítulo trata de 'Una visión integral del hombre y de su vocación'. Intenta ampliar la perspectiva del mensaje en el contexto de la vocación cristiana.
ABREVIATURAS
- AL: Francisco, Exhortación apostólica Amoris laetitia , 19-3-2016.
- AR: Karol Wojty ł a, Amor y responsabilidad, 1960.
- CDF: Congregación para la Doctrina de la Fe.
- CCE: Catecismo de la Iglesia Católica, 11-10-1992.
- DCE: Benedicto XVI, Encíclica Deus Caritas est , 25-12-2005.
- FC: Juan Pablo II, Exhortación Familiaris consortio , 22-11-1981.
- GS: Constitución pastoral Gaudium et Spes (Conc. Vaticano II, 1965).
- HV: Pablo VI, Encíclica Humanae vitae, 25-7-1968.
- VS: Juan Pablo II, Encíclica Veritatis splendor , 6-8-1993.
La castidad significa la integración lograda
de la sexualidad en la persona,
y por ello en la unidad interior del hombre
en su ser corporal y espiritual
(CCE 2337).
II
LA INTEGRACIÓN DEL AMOR
Ya hemos señalado que la Iglesia no es una institución que defienda una idea 'espiritualista' del amor en detrimento del amor carnal. No considera el cuerpo o la carne como una dimensión accesoria o vergonzosa del hombre.
Benedicto XVI afirma que la ambición de vivir un amor verdadero necesita 'purificaciones' y 'maduraciones' y que pasa por 'el camino de la renuncia'. Con todo, precisa: 'Esto no es rechazar el eros ni “envenenarlo”, sino sanearlo para que alcance su verdadera grandeza' (DCE 5).
Hay que curar al eros restaurando la unidad de la persona: devolver al eros su verdadera grandeza 'depende ante todo de la constitución del ser humano, que está compuesto de cuerpo y alma. El hombre es realmente él mismo cuando cuerpo y alma forman una unidad íntima; el desafío del eros puede considerarse superado cuando se logra esta unificación. Si el hombre pretendiera ser solo espíritu y quisiera rechazar la carne como si fuera una herencia meramente animal, espíritu y cuerpo perderían su dignidad. Si, por el contrario, repudia el espíritu y por tanto considera la materia, el cuerpo, como una realidad exclusiva, malogra igualmente su grandeza (…). Pero ni la carne ni el espíritu aman: es el hombre, la persona, la que ama como criatura unitaria, de la cual forman parte el cuerpo y el alma. Solo cuando ambos se funden verdaderamente en una unidad, el hombre es plenamente él mismo. Únicamente de este modo el amor –el eros– puede madurar hasta su verdadera grandeza' (DCE 5).
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